La Reina Virgen, uno de los personajes históricos más visitados por la lírica

Uno de los personajes históricos  Por Federico Figueroa

La lista personajes históricos que han sido fuente de inspiración para la lírica es más abundante de lo que podríamos imaginar. Muchas ópera barrocas tuvieron a la antigua Grecia, Roma o Persia como minas para sacar de allí a Alejandro el Grande, Poppea o Artajerjes, sin dejar de explorar otros más exóticos como el tlatoani mexica Moctezuma Xocoyotzin o el turco-mongol Tamerlán. Durante el romanticismo, sin abandonar del todo los exotismos, se interesaron sobre todo por personajes algo más cercanos en el tiempo como testas coronadas o artistas plebeyos, sin dejarse de lado líderes religiosos, navegantes o asesinos. Todos con esas vidas rocambolescas necesarias para construir una obra con sal y pimienta que potenciara el despliegue de las dotes artísticas del dramaturgo y del compositor.

Isabel I de Inglaterra pintado (hacia 1590) por George Gower.
Detalle del retrato de Isabel I de Inglaterra pintado (hacia 1590) por George Gower.

Las óperas Pierre-le-Grand de André Grétry (1741-1813), Il borgomaestro di Saardam de Gaetano Donizetti (1797-1848), Zar und Zimmermann de Albert Lortzing (1801-1851) y L’étoile du Nord de Giacomo Meyerbeer (1791-1864) se inspiran, a veces muy libremente, en sucesos de la vida del zar Pedro I de Rusia (1672-1725), apodado el Grande. Algo parecido ocurre con la de Adrianne Lecouvreur (1692-1730), actriz de la Comédie-Française, como generadora de las operetas Madama Favart de Jacques Offenbach (1819-1880) y Adrianne del berlinés Walter Götze (1883-1961) y la ópera Adriana Lecouvreur de Francesco Cilea (1866-1950).

He citado dos personajes históricos que vivieron a caballo en los siglos XVII y XVIII y que cuyas vidas inspiraron obras un siglo después de su muerte. En las postrimerías del siglo XX y lo que llevamos del XXI se han estrenado, con bastante repercusión mediática, óperas que tocan vidas de personajes célebres en campos como la ciencia o la “prensa del corazón”. Son los casos de Einstein on the Beach (estrenada en 1976 en el Festival de Avignon) de Philip Glass (1937) y de Jackie O (estrenada en Houston en 1997) del estadounidense Michael Daugherty (1954) en la que aparecen hasta 7 personajes históricos (además de la pareja presidencial estadounidense están Maria Callas, Grace Kelly, Aristóteles Onassis y Andy Warhol). Más recientemente hemos visto que se componen óperas en torno a Walt Disney o la playmate Anna Nicole Smith. Me refiero a las óperas The Perfect American, cuyo estreno mundial tuvo lugar en el Teatro Real de Madrid en 2011 y Anna Nicole, estrenada este mismo año en la londinense Royal Opera House.

Pero todo esto ¿a qué viene? La razón de estas líneas está en que cada 7 de septiembre, declarado como Día Internacional del Manatí en 2002, se cumple un año más del natalicio de la reina Isabel I de Inglaterra. Una persona con una vida de incontables aristas que ha atraído a diversos dramaturgos como un imán al hierro. Su vida, bien aderezada por la imaginación de los libretistas, la sido merecedora de más de una docena de obras líricas. Isabel, también conocida como la Reina Virgen, nació el 7 de septiembre de 1533 y murió el 24 de marzo de 1603. Sesenta y nueva años de requiebros que a veces parecen inverosímiles. Ella fue el quinto y último miembro de la dinastía Tudor, la familia que marcó para siempre el destino de Inglaterra.

La Buena Reina Bess, como también es recordada, a nivel operístico solo puede ser comparada con otra reina: Cleopatra VII. Numerosos compositores han hecho y siguen creando música relacionada a la gobernante del Antiguo Egipto. Sin embargo, es la Reina Virgen quien se lleva la palma si de enloquecer al público se trata. Su persona es protagonista en las óperas Elisabetta, regina d’Inghilterra de Rossini, Gloriana de Britten y las donizettianas Il castello di Kenilworth y Roberto Devereux. Además tiene un papel muy importante en las óperas Maria Stuarda, también de Donizetti, y Leicester de Daniel-François Auber (1782-1871), así como en la opereta Merrie England de Edward German (1862-1936) y la opéra-comique titulada Le songe d’une nuit d’été de Ambroise Thomas (1811-1896). Quizá no habías la existencia de algunas de estas obras, por eso he puesto los enlaces que te llevarán a escuchar parte del universo sonoro que los artistas citados imaginaron para envolver a la inigualable Isabel I de Inglaterra.