La junta directiva de La Scala votó el jueves para despedir a su director general cuando termine su primera temporada, en el más reciente capítulo del melodrama entre bambalinas que ha sacudido a la prestigiosa ópera.
El director del Festival de Salzburgo, Alexander Pereira, había sido contratado por cinco temporadas, pero la junta votó para despedirlo después de la temporada 2014-2015 ante señalamientos de conflicto de interés.
El presidente de la junta directiva de La Scala, Giuliano Pisapia, quien también es alcalde de Milán, dijo que Pereira abusó de sus poderes llegando a un acuerdo para que La Scala comprara cuatro óperas del Festival de Salzburgo, el cual dirige, antes de asumir oficialmente su papel en La Scala el 1 de octubre.
«Era la única solución práctica y posible para evitar un desastre en La Scala», dijo Pisapia. La ópera quiere que la temporada se mantenga enfocada en la Expo 2015, «en el más alto nivel», mientras que también quisieron evitar una posible demanda si hubieran destituido a Pereira inmediatamente. La feria mundial llegará a Milán el próximo año e incluirá una serie de conciertos en La Scala.
Pereira, quien trabajó años en la ópera de Zurich antes de irse a Salzburgo en 2011, ha dicho que simplemente siguió prácticas comunes en otros teatros europeos.
Desde que Ricardo Muti fue retirado de su puesto como director musical por el descontento de los trabajadores hace una década, no había habido tanto escándalo en La Scala.
Aun así el hecho de que la dirección de Pereira se acorte tendrá consecuencias para la dirección musical de La Scala. Pereira había llevado a Riccardo Chailly para reemplazar al argentino-israelí Daniel Barenboim como director musical. Barenboim prometió dos años antes que dejaría que Pereira pusiera al director de su elección.
Pereira, de 66 años, fue nombrado en junio pasado para reemplazar al francés Stephan Lissner, quien deja el puesto el 1 septiembre para irse a la Ópera de Paris tras nueve temporadas en La Scala. Pereira, quien fue contratado por su habilidad en los negocios y su capacidad para recaudar fondos, ha estado trabajando en La Scala entretanto, mientras Lissner se prepara para su propia transición a París.
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