Como otros años, el Festival de Wexford ofrece, junto con la programación de los títulos principales de ópera, algunos recitales y otras óperas en versiones reducidas y con acompañamiento de piano, teniendo lugar estas últimas en el pequeño teatro del Hotel White’s, al haber sido el dueño de dicho establecimiento uno de los fundadores del festival.
Este año se ofrecen La Scala di Seta y Rigoletto, junto con un programa doble, que responde al título de Dubliners. Todos ellos se dan con cantantes jóvenes Hoy he asistido a la ópera de Rossini y mañana lo haré a Rigoletto, no habiendo podido asistir a la tercera por haber llegado tarde a Wexford en el día de ayer.
La Scala di Seta se ha ofrecido en una producción simple y efectiva de Nathan Troup, que ofrece un escenario único, narrando bien la trama y resultando efectivo para el desarrollo de la ópera.
Como siempre, se ofrece la versión musical al piano, habiéndose encargado de su ejecución Tina Chang, que ha hecho una buena labor.
El reparto venía encabezado por la soprano Galina Bakalova en la parte de Giulia, cuya voz resulta adecuada, resolviendo bien las agilidades de la parte y moviéndose con suficiente soltura en escena.
En esta versión, en la que algunos personajes quedan más cortados, cobra más protagonismo el Germano de Filippo Fontana, que resolvió la parte mejor escénica que vocalmente.
Buena impresión la dejada por el tenor Ji Hyun Kim en la parte de Dorvil, siendo el que ayer interpretó en la Opera House la parte secundaria de Gasparo en Margherita.
No más allá de la corrección el barítono Nicholas Morton en la parte Blansac. Correcta Cecilia Gaetani en la parte de Lucilla y más bien modesto el Dormont de Chase Hopkins.
El pequeño teatro estaba prácticamente lleno y el público se mostró cálido con los artistas, no habiendo saludos individuales.
La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 1 hora y 22 minutos sin intermedios.
El precio de la localidad única era de 30 euros.
José M. Irurzun