![Adelaida Negri](https://www.operaworld.es/wp-content/uploads/2019/08/adelaida-norma-met.jpg)
Hablar de Adelaida Negri es hablar de una extraordinaria artista que honró escenarios alrededor del mundo.
Su carrera se inició en el Teatro Colón de la capital argentina y desde allí se proyectó al mundo donde supo presentarse en los más importantes escenarios. El Liceu de Barcelona, la Ópera de Viena, la de Hamburgo, la de Stuttgart, la de Bonn, el Regio de Parma, la Arena de Verona, el Metropolitan de Nueva York, y tantos otros teatros de Italia, España, Suiza, Francia, Hungría, Austria, Sudáfrica, Corea, Venezuela, Brasil, Cuba, Estados Unidos y, desde luego, la Argentina.
Cantó junto a figuras de la talla de Plácido Domingo, Luciano Pavarotti, Juan Pons, Leo Nucci, Renato Bruson, Tatiana Troyanos, Martine Dupuy, Luis Lima, Sherrill Milnes, Franco Bonisolli, y tantos más, animando a más de setenta roles protagónicos entre los que ocupaban un lugar preponderante los provenientes de títulos del bel canto.
Su extraordinario registro la transformó en uno de esos raros casos que conocemos como Soprano sfogatto, o soprano dramática con coloratura, capaces de hacerle plena justicia a las partituras del bel canto o de Verdi.
Fueron inolvidables sus Norma, Lucia, Amina, Elisabetta, Anna, casi tanto como sus roles verdianos Lady Macbeth, Violetta, Aida, Amelia, Leonora…
Su repertorio parecía no conocer límites: Pergolesi, Spontini, Cherubini, Mozart, Rossini, Beethoven, Donizetti, Bellini, Verdi, Ponchielli, Petrella, Leoncavallo, Mascagni, Giordano, Puccini, Cilea, Catalani, fueron autores frecuentados a lo largo de los años, a los que debemos sumar los argentinos Castro y Zorzi y, en los últimos años, los italianos Refice y Panella.
Tras cosechar aplausos por el mundo, promediando la década del 90, retornó a la Argentina donde fundó la Casa de la Ópera de Buenos Aires, institución desde la que impulsó a los jóvenes valores de la lírica nacional y montó títulos prácticamente desconocidos entre nosotros.
Infatigable, su vida fue un constante hacer.
Generosa, impulsó el talento, alentó artistas y gestionó sus iniciativas contra viento y marea.
Su desaparición, tras una enfermedad que soportó estoicamente, sorprendió al mundo musical porteño ya que, coherente con su personal sentido del decoro, se mantuvo activa hasta los últimos meses impidiendo que trascendiera la noticia de su dolencia.
El Arte Lírico pierde a una de sus grandes cultoras…
Y quienes la conocimos, a una de esas personalidades que enriquecen y alimentan el Alma.
Prof. Christian Lauria