La Traviata en el Real: segundo reparto

Irina Lungu (izqda.) junto a las otras dos Violetas de la Traviata en el Reall
Irina Lungu (izqda.) junto a las otras dos Violetas de la Traviata en el Reall

Estos repartos de Traviata en el Real se han caracterizado por ofrecer en todos los casos intérpretes de Violeta muy convincentes y, generalmente, muy adecuadas en términos vocales. Todo lo que han tenido de positivo en lo que se refiere a la elección de las distintas protagonistas, lo ha tenido de negativo en lo que se refiere a Alfredo, ya que ninguno de ellos ha resultado convincente. Finalmente, los distintos Germont han funcionado bien. La verdad es que no es difícil encontrar intérpretes de Alfredo, que lo podían haber hecho bastante mejor que los que se han programado.

La nueva Violeta (segundo reparto) era la soprano moldava Irina Lungu, cuya actuación ha sido plenamente convincente en términos escénicos e incluso vocalmente, aunque en este aspecto la sitúo algo por debajo de las Violetas de los últimos días. Han pasado ya 8 años de la primera vez que la escuché en el personaje de Violeta. Entonces era una jovencita de 27 años y me sorprendió su madurez artística, aunque me asaltaron dudas sobre su futuro. En este tiempo se ha convertido en una consumada intérprete escénica de Violeta, y sigue siendo una convincente intérprete vocal, aunque se nota un vibrato que antes no existía y las notas altas son más ácidas que las de entonces.

Antonio Gandía fue un Alfredo correcto, más adecuado vocalmente que Francesco Demuro y mejor cantante que Ilincai. El centro funciona bien y tiene calidad, mientras que resulta más comprometido en la zona alta y, especialmente, cantando en forte. Su talón de Aquiles siempre han sido los sobreagudos y siguen siéndolo, como lo demostró al escaparse del DO sobreagudos de la cabaleta del segundo acto. No es un modelo de expresividad.

El catalán Ángel Ódena fue un buen Germont, con sus problemas habituales. Cuando este cantante recoge la voz, demuestra que sabe cantar y que no tiene problemas para llegar al auditorio. En cambio, cuando se empeña en sacar decibelios, resulta innecesariamente tosco. En esta ocasión moduló bastante bien su volumen vocal y, en conjunto, su actuación fue buena.

De nuevo repitieron actuación todos los intérpretes de los personajes secundarios.

El Teatro Real rozaba el lleno. El público fue más aplaudidor a escena abierta que los días pasados, aunque nunca los aplausos pasaron de 15 segundos. En los saludos finales las mayores ovaciones fueron para Irina Lungu.

La representación comenzó con 4 minutos de retraso debido, seguramente, a los atascos que había ayer en el centro de Madrid. La representación tuvo una duración de 2 horas y 46 minutos, incluyendo dos intermedios. Duración musical de 2 horas y 1 minuto, exactamente igual que el día anterior, y tres minutos más que en la primera de las representaciones, en la que estaba Leo Nucci, que está claro que fue quien marcó los tiempos rápidos del segundo acto. Cinco minutos de aplausos.

El precio de la localidad más cara era de 213 euros, habiendo butacas de platea por 203 euros. La localidad más barata costaba 34 euros.

José M. Irurzun