«La traviata» transgénero Brescia Por Bernardo Gaitán
Una trans-Traviata cierra el año en Brescia
Francesco Maria Piave resumió la eterna dualidad de placer-culpa, bueno-malo, dañino-sano en la inmortal frase “Croce e delizia”, perteneciente al dueto «Un dì felice, etérea». Esta misma frase puede resumir perfectamente la nueva producción de La Traviata producida por el circuito OperaLombardia. De entrada, una sugestión rondaba la platea del hermoso Teatro Grande de la ciudad de Brescia cuando una señora de avanzada edad se movía con dificultad rumbo a su asiento mientras sentenciaba a su acompañante con una frase que heló a quienes lo escuchamos: “Esta producción es una basura, es ofensiva. Quién sabe que nos espera”. «La traviata» transgénero Brescia
La premisa era justificada, pues es por demás sabido que el norte de Italia es colosalmente conservador y esta innovadora propuesta fue demasiado audaz para el pueblo italiano. Aun sabiendo eso, el TEAM DUPHOL, equipo ganador del concurso internacional para directores menores de 35 años cuyo premio consistía en la puesta en escena de su propuesta, expuso a una Violetta transexual en un ambiente con recurrentes tintes sexuales. Erróneo el juicio de la señora, pues la impecablemente justificada idea de ‘los Duphol’ ha sido de lo mejor que se ha visto en años en esta región italiana, tanto que fue la elegida entre más de 50 proyectos provenientes de toda Europa. Evidentemente buscaban evitar una enésima versión del tercer título de la popular trilogía de Giuseppe Verdi, meta que consiguieron loablemente.
La regia firmada por el joven pero experimentado Luca Baracchini, sustituía el pasado de Violetta, quien trataba de ocultar no una vida precedente como cortesana si no un pasado como hombre. Durante el Preludio y frente a un espejo, una joven con falda y blusa se va lentamente quitando las prendas mientras crece su tristeza evidenciando que es en realidad un hombre. Tras quedar semidesnudo solo con una estrecha trusa blanca, con un juego de escena que adelanta el tiempo, el chico/chica aparece con su nueva identidad perfectamente definida: Violetta Valéry. Antes de terminar el célebre fragmento musical, desde la platea un barullo general anunciaba que la idea no estaba gustando.
El rol de ‘Violetta hombre’ fue magistralmente interpretado por el actor Giovanni Rotolo, quien fue injustamente abucheado por una irrespetuosa anciana quien con todas sus fuerzas durante el aria Teneste la promessa gritó: “¡Vergüenza!” solo porque Rotolo deambulaba cerca de la soprano escenificando lo que era un momento introspectivo entre la mujer actual y su pasado como hombre. En el momento clímax del aria, el personaje de Rotolo se mira al espejo mientras baja la trusa para ver sus genitales y mostrar el dolor interno que le representa el recordar su identidad genética. La íntima idea fue nuevamente arruinada por la misma octogenaria quien volvió a interrumpir la música gritando “¡Vete del escenario! Es vergonzoso”; la escena se convirtió en una kermés de pueblo cuando desde los palcos la gente le respondía a la señora “¡Váyase usted!”, “¡Cállese!” e incluso no faltó un “¡Viva Verdi!” obligando al director a detener un momento la música, voltear hacia el público y exigir un poco de respeto a la partitura. Por fortuna, ninguno de los adultos mayores presentes en el teatro entendió lo que sucedía en los coros de las zingarelle y los mattadori. Las gitanas eran travestis barbados en vestidos negros quienes seducían a los hombres del coro, mientras para el número de los matadores salió un aparente toro, que no era otra cosa que un hombre en máscara de látex, cierres en todos los orificios y un candado en la boca que evidentemente tiene una connotación sexual, obviado aún más por los latigazos que recibía de las gitanas excitadas. La arriesgada propuesta de Baracchini fue sustentada por el perspicaz diseño del resto del team; la elegante escenografía de Francesca Sgariboldi, la sutil iluminación de Gianni Bertoli y los atrevidos vestuarios de Donato Didonna.
La parte creativa fue la “delizia” del espectáculo -retomando la metáfora del dueto-, mientras la parte musical fue definitivamente la “croce”. En el foso, la Orchestra I Pomeriggi Musicali fue dirigida por Enrico Lombardi. La agrupación tuvo algunos detalles de poca coordinación y sobre todo problemas de afinación; nada tremendamente dañino, pero tampoco de pasar por alto visto que se trata de una agrupación conformada por músicos profesionales. Por su parte, la interpretación de Lombardi fue por momentos sucia y completamente fuera de estilo. Permitió (o sugirió) que todos los cantantes hicieran variaciones durante las arias, mientras las cadencias estuvieron plagadas de ornamentaciones típicas del clasicismo (en particular de gruppetti), muy lejano de lo que la partitura verdiana exige. Los tempi de Lombardi fueron ofensivamente veloces en momentos donde los cantantes además de necesitar respirar, necesitan interpretar y sentir el personaje. La batuta del concertador marcaba rápido y a tempo pasajes que deben ser con espressione y col canto por la intensidad histriónica. Vale mencionar también que las partes corales y los finales fueron a su vez decorosos y certeros.
El rol protagónico de Violetta fue interpretado decorosamente por Cristin Arsenova. La soprano veronesa de tan solo 27 años es poseedora de una voz ágil, potente y educada. Su voz tiene un registro central y agudo íntegro, aunque por desgracia los sobreagudos estuvieron calados; en la parte actoral fue cumplidora y convincente. Debe mencionarse que se ejecutó la versión sin los cortes tradicionales, por ende Arsenova interpretó las dos letras tanto en «È strano! È strano!» como en «Addio del passato bei sogni ridenti» haciendo que el interpretar el rol haya sido un tour de force. El voluble enamorado Alfredo fue encarnado por Valerio Borgioni correctamente. La voz del tenor romano es fresca y mórbida, una combinación idónea para el rol; aunque la juventud de Borgioni de 26 años lo traicionó al final de la función al llegar notablemente cansado. A pesar de no haber ejecutado los sobreagudos que por tradición se hacen (sobre todo al final de «O mio rimorso!») su actuación e interpretación fueron notables. Mientras el Giorgio Germont de Vincenzo Nizzardo fue potente y siempre presente, con agudos engolados pero siempre resonantes y dicción inmaculada. «La traviata» transgénero Brescia
Igualmente efectivos fueron las voces graves del barítono Alfonso Michele Ciulla como el Barone Douphol y del bajo Alessandro Abis como el Marchese d’Obigny; ambos muy entrados en personaje y poderosamente convincentes. Hicieron que aunque sean personajes cortos, y también gracias a la propuesta escénica de Baracchini, no pasaran desapercibidos y fueran muy aplaudidos. Certero y entregado el Gastone del tenor Giacomo Leone, mientras el Dottor Grenvil de Nicola Ciancio de voz pequeña fue escénicamente decoroso. Por su parte el Coro Opera Lombardia dirigido por Massimo Fiocchi Malaspina ejecutó con bravura las partes corales, dando siempre atención a las dinámicas y a las instrucciones escénicas. «La traviata» transgénero Brescia
Una propuesta atrevida y audaz que debiera ver la luz en escenarios más importantes o internacionales, así como con un público más abierto pues una idea innovadora presentada a un pueblo cerrado está destinada a no trascender. De propuestas “locas” o “no tradicionales” de Traviata hay tantas como peces en el mar, pero tan bien sustentadas y propositivas como ésta, pocas. «La traviata» transgénero Brescia
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18 de diciembre de 2022, Brescia (Teatro Grande). La traviata. G. Verdi y F. M. Piave. Nueva producción de Opera Lombardia. Luca Baracchini (Dirección escénica), Francesca Sgariboldi (Escenografía), Donato Didonna (Vestuario), Gianni Bertoli (Iluminación).
Orchestra I Pomeriggi Musicali y Coro Opera Lombardia. Enrico Lombardi (Dirección Musical).
Solistas: Giovanni Rotolo, Cristin Arsenova, Valerio Borgioni, Vincenzo Nizzardo, Giacomo Leone, Alfonso Michele Ciulla, Alessandro Abis, Nicola Ciancio, Reut Ventorero, Sharon Zhai. OW