Auditorio de la Feria de Muestras
2 de agosto.
Bienvenida sea la ópera aunque sea de forma modesta y siempre con algún aliciente importante. La compañía Iberlírica pasea sus producciones por todo el país creando afición y esto es importante. Para los puristas estos espectáculos son desechables pero mantiene el fuego sagrado dce la lirica y la llevan a lugares y gentes que no tienen posibilidad de acceder a otros teatros importantes.
Aparte del título, esta ópera tenía el aliciente de escuchar a la joven soprano lírico dramática María Ruíz lo que es siempre un placer. Bien es sabido que esta ópera requiere de tres sopranos para el papel protagonista. Una ligera para el primer acto, una lírica para el segundo y una dramática para el tercero y hay muy pocas que alcancen bien todas las exigencias. María Ruíz tuvo algunos problemas en el primero, en la zona aguda que sonó abierta, en algún momento gritada y portamentos. En el segundo y tercero estuvo francamente bien, si bien al final acentuó algunas palabras innecesariamente y que le quitaron belleza a su impecable canto. Emocionó y transmitió con una voz bellísima y rara en cierto modo, pues su grave posee un color de mezzo de gran terciopelo y del centro al agudo es de una potencia y estilo magníficos. Esta soprano tendría que estar cantando en grandes teatros desde hace tiempo. Sus compañeros Huari López como Alfredo posee un material muy bello que tendrá que pulir y madurar, por otra parte necesita proofundizar en el texto y contexto para transmitir lo que el compositor quiso decirnos. El Germón de Ulises Fuentes tuvo empaque y quizá le faltó algo de potencia y sutileza. El resto cumplieron más o menos, así como el pequeño coro y la reducida orquesta de la que cabe destacar las maderas.
La dirección musical estuvo a cargo de la jóven Blanca Trabalón que demostró buenas formas aunque un poco errática en los tiempos.
La dirección de escena fue francamente pobre. Los cantantes se movían de un lado a otro del escenario sin demasiado sentido, así como sus gestos. Cuando no se dispone de los medios suficiente para hacer una puesta en escena discreta, mejor es presentar la ópera en versión concierto semi stage. No fué así. Tres mesas y un sofá para el primer acto y una cortina lateral recogida. Dos mesitas y dos butacas y unas macetas para el segundo. Para el casino el mismo sofá , una mesa y dos sillas horribles mas unas cortinas blancas recogidas al fondo. Y el final, una cama que estuvo a punto de caerse en el «Parigi oh cara», una mesita y la misma silla del segundo tapada por una tela. Al fondo una tiras de tela plateada iluminada en azul que no tenían ningún sentido. Cuanto mejor hubiera sido una cama a la izquierda iluminada y lo demás en penunbra. La luz es clave cuando no se dispone de medios.
A pesar de los defectos, el público disfrutó, aplaudió y sonaron muchos bravos especialmente para los protagonistas.
Francisco García-Rosado