«El barbero de Sevilla» entusiasma a Torralba de Calatrava Pau Martín de Baldovinos
En un mundo en el que todo está conectado, la homogeneidad es inevitable. Gracias a internet, todo aquello digitalizable está a nuestro alcance, quedando el espacio-tiempo reducido a dimensiones irrelevantes. Era inevitable que la cultura también entrara en este proceso. En un voraz darwinismo, lo comercial, lo rápido y lo viral se va imponiendo, especialmente en el mundo de la cultura. ¿Los grandes perdedores? La tradición. El folklore.
Vivimos en un mundo volcado en una nueva carrera espacial entre millonarios, en donde con un 5G todavía no desplegado ya pensamos en el 6G y en el que nuestro asombro ante los prodigios tecnológicos apenas dura unos pocos meses, nuestra risa lo que tardamos en leer el siguiente meme y nuestra atención poco más que un vídeo de TikTok. Con la vista en el futuro, cualquier tradición es anacrónica y extraña. Siempre por detrás, avanza inexorable la Nada: el olvido definitivo. En esa extinción masiva, sacrificamos joyas de nuestro patrimonio, aquellas tradiciones no rentables para el siglo XXI. Y, en esto, España no es una excepción.
Es, en mi humilde opinión, un soplo de aire fresco – metafóricamente – poder salir de la urbe madrileña para pasar un tranquilo fin de semana en Torralba de Calatrava. Con temperaturas máximas por encima de los 40 grados y con las Tablas de Daimiel casi secas, es cierto que el corazón de La Mancha no es precisamente uno de los destinos más codiciados para una escapada en pleno mes de julio. Sin embargo, esta localidad manchega contiene una joya para el amante de la cultura que, sin lugar a duda, compensa con creces su sol despiadado: un Patio de Comedias del siglo XVI (reacondicionado en 2010), no muy lejos del famoso Corral de Comedias de Almagro. Estos teatros fueron la casa de aquellas joyas de las obras dramáticas del Siglo del Oro. Y esta noche fue un escenario soberbio para otro gran género de nuestra cultura: la Zarzuela.
En esta cálida noche tuve la oportunidad de disfrutar de El Barbero de Sevilla, zarzuela “chica” con libreto de Guillermo Perrín y Miguel de Palacios y música de Gerónimo Giménez y Manuel Nieto. La representación era el punto final del Estudio de Zarzuela (EZ) desarrollado durante la semana. Esta obra es de principios de siglo XX y consta de un único acto, dividido en tres cuadros. En clave de parodia, una compañía de ópera presenta Il barbiere di Siviglia en un teatro de Burgos en medio de los enredos ocasionados por Don Nicolás, el padre de Elena, una joven promesa del canto, y a su vez amante de la Roldán, la diva consolidada que ve su posición amenazada por Elena. La conocida polonesa “Me llaman la primorosa” fue cantada con primor por la joven soprano zaragozana Marta Heras (Elena) y en el dúo “¿Barítono tú?” con John Heath (Ricardo Martín) mostró su empatía con el barítono caraqueño. Ambos lucieron una voz redonda y fresca. El terceto del primer cuadro (Doña Casimira, Elena y Bataglia) fue defendido con suficiencia y el del segundo cuadro (Roldán, Don Nicolás y Benito). A los originales cinco números musicales, la propuesta de Federico Figueroa añadió con naturalidad en el discurso dramático el aria “La calunnia” de la ópera Il barbiere di Siviglia, interpretada magníficamente por Antonio Alonso (Bataglia, el profesor de canto), y la romanza “Es este Burdeos” de la zarzuela Château Margaux que fue interpretada por Pilar Tejero (La Roldán) con gracia y oficio. Alex Bometon interpretó a Don Nicolás como una persona ambivalente, cobarde y mentirosa, capaz de maltratar física y psicológicamente a su hija y esposa y mostrar otra cara cuando así le conviene. Su amigo de correrías, Benito Sánchez, estuvo interpretado con brillantez por Ángel Luz Martín, mientras que Encarnación Vázquez dio vida a una sencilla pero adorable Doña Casimira, esposa de Don Nicolás y la madre de la Elena. Los dos periodistas que aparecen en el tercer cuadro fueron interpretados por Julio Valiño (Pérez) y Raúl Pérez (López) como siameses opuestos. Figueroa fue capaz de trabajar con los nueve intérpretes detalles que perfilaban con mayor nitidez los caracteres de cada uno de los personajes dejando ver, por ejemplo, en Elena a una joven decidida y en La Roldán cierta debilidad al alcohol, rasgo que aprovechan los inescrupulosos Nicolás y Benito, en contraste con el noble y transparente Ricardo Martín. Algunos elementos de atrezzo (mobiliario rústico, un piano, biombos de madera) fueron suficientes para estar en la casa de Elena, la sala de un hotel de Burgos y finalmente en los camerinos del teatro burgalés. Y todo a un ritmo trepidante, con cambios de estos elementos a la vista y sobre música, lo que dio pie a incluir otra parte (Il temporale) de la ya mencionada ópera de Rossini.
El apartado musical estuvo a cargo del maestro Francisco-Antonio Moya, que extrajo de los 15 músicos de la Orquesta Filarmónica de La Mancha (OFMAN) un sonido muy equilibrado y acorde con la acústica del entorno. Siempre atento a los solistas, participó de esta fiesta teatral añadiendo gags musicales en algunas frases de los actores. En el concertante final “Tira de la falda” participó la Coral Polifónica Santísima Trinidad de Torralba de Calatrava, con un sonido potente y redondo que no dejó indiferente al público.
En resumen, excelente noche de zarzuela en un marco incomparable, el Patio de Comedias, que supo atraer el interés y divertir a un público que llenó -cumpliendo, eso sí, con los protocolos vigentes- las localidades disponibles. Al final de la representación, los aplausos fueron intensos para todos los artistas.
10 de agosto de 2021. Torralba de Calatrava. Patio del Comedias. Encuentros con la Música. M. Nieto, G. Giménez: El barbero de Sevilla. Marta Heras (Elena), John Heath (Ricardo Martín), Pilar Tejero (La Roldán), Antonio Alonso (Bataglia), Encarnación Vázquez (Doña Casimira), Alex Bometon (Don Nicolás), Ángel Luz Martín (Benito Sánchez), Julio Valiño (Pérez), Raúl Pérez (López), etc. Dirección escénica: Federico Figueroa. Coral Polifónica Santísima Trinidad. Dirección del coro: Carmen Fernández de Mera, Orquesta Filarmónica de La Mancha. Dirección musical: Francisco-Antonio Moya.