«Chin Chun Chan» conquista Medinaceli Por María Pardo
En esta novena edición del Festival Medinaceli Lírico, la “Fundación DEARTE” ha apostado por la recuperación en tiempos modernos en España de la zarzuela mexicana Chin Chun Chan en colaboración con la Compañía Mexicana de Zarzuela y el apoyo de las instituciones Zarzuela por el Mundo y la Asociación de Amigos de la Ópera de Madrid.
Sin lugar a dudas, la zarzuela es un referente cultural que nació en España en el siglo XVII, pero no se quedó como algo exclusivo nuestro país, sino que rápidamente se expandió por los países de habla hispana que, sobre todo en los siglos XIX y XX, se sumaron a producir zarzuelas de su propia creación. Los motivos más plausibles son que no era tan elitista como la ópera; era en español y, por lo tanto, todos podían comprenderlo fácilmente; su temática se acercaba más a las vivencias de la gente de la calle, por lo que su popularidad fue imbatible durante mucho tiempo; y que la influencia cultural española permaneció en estos países aún después de conseguir su independencia política.
A día de hoy, todos hemos oído hablar al menos de las zarzuelas cubanas María la O de Ernesto Lecuona (1930) o Cecilia Valdés de Gonzalo Roig (1932), pero hay un sinfín de zarzuelas venezolanas, argentinas, mexicanas, peruanas, etc., que desconocemos y que quedaron lejanas en el espacio y en el tiempo.
Este es el caso de Chin Chun Chan, una zarzuela mexicana estrenada en el año 1904, que en su momento se hizo muy popular y fue de las primeras en llegar a las 2000 representaciones. Lamentablemente, cuando llegó a España en 1906, no gozó del mismo éxito que allá en su país, pues muchas de sus chanzas le pasaron desapercibidas a un público que no estaba familiarizado con las expresiones mexicanas como podemos estarlo ahora debido a la globalización en la que vivimos. «Chin Chun Chan» conquista Medinaceli
El libreto fue obra, fundamentalmente, del escritor mexicano José Elizondo, pues pidió ayuda a otros intelectuales para elaborar el guion, y la música se la encargó al compositor catalán Luis Jordá, afincado en México. La trama pone de manifiesto con humor la realidad de la inmigración china en México en una época en la que esta situación infundía “reticencias” a muchos de sus ciudadanos.
El argumento de este “conflicto chino en un acto” sigue vigente a día de hoy. Federico Figueroa, el director artístico de este festival, afirma: “Día a día vemos cómo el racismo, la xenofobia, el odio de género, de identidad y/o diversidad sexual se enseñorea en nuestro entorno, en la vida real.” … “De una u otra forma coadyuvamos al problema de la inferioridad y superioridad racial, de género o de cualquier otro tipo”. Por este motivo, asegura que el argumento de esta zarzuela nos invita a la reflexión sobre estas cuestiones. Es decir, que cuando la inmigración viene por parte de gente con más poder y dinero se admite con más alegría que cuando viene por parte de gente más pobre, que genera la desconfianza y el rechazo de los oriundos. «Chin Chun Chan» conquista Medinaceli
Columbo Pajarete es un señor que huyendo de su posesiva y celosa esposa, Hipólita Cachucha, se disfraza y se hace pasar por chino con la esperanza de pasar desapercibido. Quiere la casualidad que, cuando entra en un hotel para buscar refugio, el administrador de este lo confunde con un embajador de China llamado Chin Chun Chan al que espera con pompa y ceremonia y para el que ha preparado una serie de eventos. Columbo Pajarete, tras un desconcierto inicial, advierte el error del administrador y decide sacar provecho de ello disfrutando de los números musicales que han preparado para el verdadero Chin Chun Chan. La llegada del verdadero dignatario chino coincide con la de Hipólita Cachucha, que ya viene advertida de que su esposo se ha disfrazado de chino y tomándole por este, le da una buena paliza. Tras el despropósito que se organiza, se aclara el enredo y el asunto termina todo lo feliz que se puede poniendo a cada uno en su lugar.
La dirección de escena corrió a cargo de Leopoldo Falcón, que adaptó el texto y algunas de las gracias de la obra a los tiempos actuales de forma acertada. También hizo un buen uso del espacio del Palacio Ducal de Medinaceli en la distribución de la acción incluyendo a la orquesta como orquesta contratada por el hotel donde se desarrolla la trama.
Hay que destacar el trabajo realizado por el director musical, Francisco-Antonio Moya, que, no sólo dirigió con oficio y pericia a la Orquesta Filarmónica de La Mancha, sino que, partiendo de una partitura para voz y piano, hizo toda una labor de investigación orquestando la zarzuela completa en una adaptación para clarinete, trompeta, multipercusión, piano, dos violines, viola, cello y contrabajo. El resultado fue una orquesta compuesta por nueve músicos que aportó un sonido redondo y bien empastado de gran calidad.
El elenco demostró formar un gran equipo bien avenido al servicio de la zarzuela Chin Chun Chan. Leopoldo Falcón interpretó al pícaro Columbo Pajarete con conocimiento y apropiación del personaje. Todo el bagaje que trae de su experiencia sobre las tablas le dota de la maestría con la que manejó su rol. Lo mismo sucede con Amelia Font en el papel de Hipólita Cachucha. La mejor tía Antonia en la Verbena de la Paloma de este país, a la que no se le pone nada por delante para interpretar estos personajes de raíces populares sin caer en la sobreactuación o en sentirse en un traje ajeno. A ella, estos personajes le sientan como anillo al dedo. Otro gran especialista y conocedor de las figuras cómicas del panorama zarzuelero es Ángel Walter, que en su papel del Sr. Administrador del hotel, se maneja con frescura como pez en el agua. No les queda a la zaga, por experiencia y profesionalidad, el tenor y actor Ángel Castilla, que, en el papel de Policarpo– el asistente del Sr. Administrador–, sabe completar las escenas con diligencia y soltura. El tenor mexicano Ricardo Calderón como Ricardo/Charamusquero, la soprano colombiana Brenda Pazmin como Mónica, la soprano española Estíbaliz Igea como Madame Frou Frou, el actor y cantante español Álvaro Siddharta como Ladislao, el actor y bailarín mexicano Joel Ruiz como Maître y la figura de Chin Chun Chan interpretada con simpatía mímica por Federico Figueroa, todos ellos, estuvieron correctos en sus papeles y ofrecieron sus réplicas a la altura de los protagonistas de la obra. «Chin Chun Chan» conquista Medinaceli
Merecen una loa especial las tiples Andrea Ceballos, Carmen Gavilán, Camila Oria y Laura Pulido junto a Estíbaliz Igea por su trabajo en los números de conjunto: bonitas voces, bien proyectadas, empastadas en todo momento y que, junto a las coreografías creadas por la bailarina Clemina Zugasti, hicieron las delicias del público interpretando con gracia y donaire los números de las “Vendedoras de Polichinelas” y el «El teléfono sin hilos”. Zugasti bailó el «jarabe tapatío» ataviada de China Poblana, mítico personaje mexicano introducido por Falcón en la revisión del texto de Chin Chun Chan.
Tras Chin Chun Chan, que tuvo una duración de 70 minutos aproximadamente, nos ofrecieron un fin de fiesta titulado “¡Viva América!”. El enfoque fue que América, la hispana por supuesto, cantaba a España por lo que los miembros hispanoamericanos de la producción cantaron algunos temas. Aunque la intención fue buena el resultado fue algo tedioso, pues se alargó siete piezas acompañadas por un piano solo. La pianista Celia Laguna no tuvo su mejor momento para ofrecer un acompañamiento “elocuente” a los cantantes y la participación de estos tenía tintes de improvisación. Los temas fueron más ligeros, salvo las sopranos Brenda Pazmin y Camila Oria, que cantaron zarzuela colombiana (“Este duro penar” de Romance esclavo de Carlos Vieco y Carlos Sanín) y zarzuela cubana (“Sí, yo soy Cecilia Valdés” de la zarzuela Cecilia Valdés de Gonzalo Roig) respectivamente y la bailarina Clemina Zugasti, que nos obsequió con una interpretación singular del Intermedio de Las bodas de Luis Alonso de G. Giménez. Los otros números fueron el tema “Madrid” de Agustín Lara interpretado por Leopoldo Falcón, el tango “Melodía de Arrabal” por el tenor Ángel Walter, “Besos robados” y “Júrame” por parte del tenor Ricardo Calderón, que cantó con más soltura puesto que vocalmente estaban más cerca de su vocalidad que los personajes que interpretó en Chin Chun Chan. Leopoldo Falcón quiso cerrar la velada invitando a todo el público a cantar “Cielito Lindo” a capella.
Chin Chun Chan, desconocida para el público de España, nos dejó con un buen sabor de boca al centenar de personas que allí nos reunimos como testigos de esta histórica recuperación, tanto por la música como por el argumento de la obra. Me pregunto ¿cuántos tesoros más de la zarzuela escondidos por Hispanoamérica?
Palacio Ducal de Medinaceli, 4 de agosto de 2022. Chin Chun Chan, conflicto chino en un acto. Música de Luis Jordá. Libreto de José Elizondo y José Medina. Dirección musical y arreglos: Francisco-Antonio Moya. Dirección de escena y adaptación del texto: Leopoldo Falcón. Coreografía: Clemina Zugasti. Coordinador de producción: Joel Ruiz. Asistente de la dirección de escena: Álvaro Siddharta. Orquesta Filarmónica de la Mancha. Elenco: Leopoldo Falcón (Columbo Pajarete), Amelia Font (Hipólita Cachucha), Ángel Walter (Sr. Administrador), Ricardo Calderón (Ricardo/Charamusquero), Ángel Castilla (Policarpo), Carmen Gavilán (Eufrasia), Brenda Pazmin (Mónica), Estíbaliz Igea (Madame Frou Frou), Álvaro Siddharta (Ladislao), Federico Figueroa (Chin Chun Chan), Joel Ruiz (Mâitre) Tiples del Teatro Principal: Andrea Ceballos, Camila Oria, Laura Pulido y Carmen Gavilán. OW