Granada Por Majo Pérez
Hace una tarde de otoño luminosa y benigna y antes de entrar comento con unos amigos que volver al Teatro de la Zarzuela es como volver a casa. A pesar de las circunstancias sanitarias, que han obligado a ofrecer los títulos del programa doble con que arranca esta temporada en días alternos, el ambiente es festivo y sobrevuela la emoción de un día de estreno. El programa doble lleva por título Granada, y consta de La Tempranica de Gerónimo Giménez en la primera parte y de La vida breve de Manuel de Falla en la segunda. El maridaje de estas obras se justifica porque, en ambos casos, su protagonista es una gitana granadina que desafía a la sociedad reivindicando su historia de amor con un payo, y por el hecho de que Manuel de Falla sentía una gran admiración por el maestro Giménez y por La Tempranica, obra en la que se inspiró para componer la suya.
La simpatía de Falla por La Tempranica queda patente en la sucinta dramaturgia escrita por Alberto Conejero para sustituir el libreto original de Romea, en la cual se recrean tres encuentros entre el maestro sevillano y el maestro gaditano. Se adivina que la idea original era aligerar esta obra y convertirla en una especie de prólogo didáctico de La vida breve, el verdadero plato fuerte, cuando ambos títulos formaban parte de un programa doble. Sin embargo, al presentarse por separado, esta especie de prólogo no termina de cumplir su función, dejando en los espectadores una sensación de, permítanme la expresión, coitus interruptus.
El trasfondo de la nueva historia son las vicisitudes de la profesión teatral, aunque no queda claro si los números musicales se corresponden más bien con ensoñaciones del maestro Giménez, las cuales se ven interrumpidas por las inoportunas visitas del joven Falla. El resultado es algo confuso, lo cual no ayuda a que música y texto fluyan simbióticamente. Algunos números musicales llegan de sopetón, como el zapateado de la tarántula, que Ruth González quiere interpretar en clave cómica, aunque termina haciéndolo con cierto desabrimiento y sin ningún lucimiento vocal. Por otro lado, me pareció poco acertada la elección de Carlos Hipólito para encarnar a Manuel de Falla, lo cual tampoco contribuye a redondear la nueva historia. Hay que recordar que Falla era 24 años más joven que el maestro sevillano, pero Carlos Hipólito y Jesús Castejón tienen la misma edad y eso resulta demasiado evidente.
La puesta en escena de Giancarlo del Monaco para La Tempranica resulta aséptica y poco enriquecedora, pues está pensada para dar continuidad a la que diseñó en 2010 para La vida breve (producción del Palau de les Arts Reina Sofía de Valencia). Lo mejor de estos preliminares fue sin duda la sólida factura musical e interpretativa de Nancy Fabiola Herrera, quien arrancó una rotunda ovación al término de su magistral Sierras de Granada. También muy aplaudido fue Rubén Amoretti, que estuvo muy metido en el papel y brindó un canto efectivo con pasajes de muy buena escuela. Y en general, los comentarios del público a la salida del espectáculo redundaban en lo bonita que les había parecido la música.
La segunda parte del programa ayudó efectivamente a terminar de comprender el concepto de Granada. Del Monaco hace una brillante lectura de la obra, creando una atmósfera diferente que huye de lo costumbrista. Todo está pensado para atrapar al espectador en una suerte de oscura rêverie simbolista que mezcla los elementos más estereotipados de la España negra (el flamenco, los toros, la honra, la religión…) al estilo de un Ignacio Zuloaga o de un Gutiérrez Solana. Ha habido pocas escenas de amor con tanto voltaje como esta que une a Salú y a Paco, la cual queda plasmada en un pañuelo de hilo blanco manchado de sangre, presagio de lo que va a ocurrir.
Ainhoa Arteta volvió a demostrar que es una excelente actriz y, además, hizo alarde de estar en uno de sus mejores momentos vocales. Su interpretación de Salú fue descarnada, y manejó su gran caudal sonoro para sobrecoger al público, pero sin renunciar por ello a la dulzura de su timbre y a la elegancia de su fraseo en los momentos más líricos de la partitura. Jorge de León, a pesar de dar vida a un personaje de poco lucimiento y que cae mal desde el principio, demostró que sigue poseyendo una gran voz y las cualidades que le han posicionado como uno de los mejores tenores españoles de su generación. Los demás intérpretes dieron todo lo que se esperaba de ellos, destacando el buen hacer de María Luisa Corbacho, la abuela de Salú, y de Rubén Amoretti, el tío, quien clavó su personaje. Al cantaor flamenco, Jesús Méndez, se le vio algo nervioso y como poco metido en la historia.
El maestro Gómez Martínez intentó sacar partido a una orquesta reducida por las circunstancias sanitarias, primero modificando la partitura de La vida breve junto a Miquel Ortega a fin de adaptarla a una plantilla de solo 24 músicos (algo para lo que hubo que solicitar permiso a La Fundación Manuel de Falla) y seguidamente buscando masa sonora en aquellos momentos musicales que requerían mayor empaque y prestando atención a los cantantes. Poco más se puede pedir. El coro titular del teatro, también reducido, estuvo excelente, y destacable fue asimismo la actuación del cuerpo de baile a las órdenes de la coreógrafa Nuria Castejón. En resumen, si la pandemia nos ha traído cosas buenas, una de ellas sería que este mes tenemos que ir, por lo menos, dos veces seguidas al Teatro de la Zarzuela.
Ficha técnica
Teatro de La Zarzuela. Granada, programa doble. 1ª parte: La Tempranica, de Gerónimo Giménez (música) y Julián Romea (texto cantando) y Alberto Conejero (diálogos), con Nancy Fabiola Herrera (María, la Tempranica), Rubén Amoretti (Don Luis), Ruth González (Gabrié), Jesús Méndez (Gitano), Gustavo Peña (Don Mariano), Gerardo Bullón (Don Ramón), Ricardo Muñiz (Zalea), y los actores Jesús Castejón (Gerónimo Giménez), Carlos Hipólito (Manuel de Falla) y Juan Matute (Julián Romea). 2ª parte: La vida breve, de Manuel de Falla (música) y Fernández-Shaw (texto), con Ainhoa Arteta (Salud), Jorge de León (Paco), María Luisa Corbacho (La abuela), Rubén Amoretti (El tío Sarvaor), Gerardo Bullón (Manuel), Jesús Méndez (El cantaor), Gustavo Peña (la voz de la fragua). Coro titular del Teatro de la Zarzuela y Orquesta de la Comunidad de Madrid. Dirección musical: Miguel Ángel Gómez Martínez. Dirección escénica: Giancarlo del Monaco. Crítica correspondiente al jueves 1 de octubre (La Tempranica) y al domingo 4 de octubre (La vida breve) de 2020.