Las afortunadas recuperaciones de La Zarzuela: El Sueño de una Noche de Verano de Gaztambide

 El Sueño de una Noche de Verano de Gaztambide
El Sueño de una Noche de Verano de Gaztambide

Resulta especialmente atractiva, con resultados muy positivos, la tarea de recuperación de importantes títulos de zarzuela que fueron éxitos en el siglo XIX y sobre los que ha caído la capa de un injusto olvido. Esta gran tarea de recuperación la viene llevando a cabo la dirección del Teatro de la Zarzuela con notorio éxito, combinando estas recuperaciones con la puesta en escena de otros títulos más conocidos por el público e intercalando interesantes estrenos. Política ésta que me parece fundamental para mantener viva la llama de la zarzuela, para que ésta presente unas posibilidades en las que se conjugan la excelente tarea de recuperación, con atractivos estrenos y con obras habituales del repertorio. Creo que se debe apoyar calurosamente este planteamiento inteligente y muy positivo que hace que miremos con optimismo el presente y el futuro de nuestro auténtico género lírico, y esperando que no haya desafortunadas intervenciones políticas que puedan suponer un obstáculo a tarea tan llena de interés.

Un ejemplo bien claro de lo que dejamos arriba escrito lo constituye la reposición- tras ciento sesenta y siete años de silencio- de una obra que escribiera Gaztambide, con un libreto un tanto disparatado de Patricio de la Escosura, quien a su vez se basaba en una ópera cómica francesa escrita por Joseph Bernard Rosier y Adolphe de Leuven y que tiene a Shakespeare como protagonista. El libreto original quedaba un tanto obsoleto por lo que ha sido necesario el trabajo de Raúl Asenjo para actualizarlo y darle un sentido del humor mucho más propio de nuestros días. Si muchos quisieron ver en la obra – allá por el XIX- una sátira sobre personajes tan relevantes como Isabel II, hoy en día, al traspasarla a la actualidad sigue vigente el carácter corrosivo de la trama pero con un claro sentido de actualización. Se suceden y se entremezclan personajes grotescos, personajes históricos y la mezcolanza es tal, que al final ya no se sabe si Shakespeare es Shakespeare o, si por el contrario es Guillermo del Moro. Así el título es Sueño de una noche de verano, pero la presencia del gran escritor inglés resulta equívoca como lo era en el libreto original. Pero el indudable talento de Gustavo Tambascio de quien partió la adaptación a los años 50 del siglo XX, se completa con el buen trabajo de Asenjo que finaliza lo que la muerte de Tambascio frustró. Antes me refería ala mezcolanza de personajes, a la doble personalidad de los mismos, destacando el de Falstaff que es también Juan Sabadete, o el caso de Isabella Tortellini que puede ser la reina Isabel o el antes aludido de Guillermo.

A mi juicio los actos segundo y tercero superan mucho al primero que se me antojó un tanto premioso, excesivamente largo aunque consigue realizar una exposición de lo que vamos a ver con las referencias al cine de los 50, con el guiño a las grandes películas italianas, con la referencia a Orson Welles que se convierte en personaje importante de toda la trama. Pienso que Marco Carniti hace una estupenda dirección escénica, con una acertada escenografía de Nicolás Boni y un muy cuidado vestuario de Jesús Ruiz. Nada que oponer a este elenco que consigue recrear de manera un tanto idealizada el realismo de los años 50 y las interpolaciones de la corte de los Tudor, muy bien planteadas y resueltas.

El Sueño de una Noche de Verano de Gaztambide

Honestamente pienso que el gran atractivo de Sueño de una noche de verano estriba en la partitura de Gaztambide. No es de recibo el largo silencio que ha envuelto durante mucho tiempo a este compositor. Es un músico de escritura robusta, llena de vitalidad, como se ha podido comprobar en otros títulos rescatados como Catalina o en el caso de El Juramento. La estructura armónica del Sueño, presenta las virtudes que ya hemos comprobado en las obras a las que nos hemos referido. Un planteamiento muy serio, sin recurrir a lo fácil y manido sino con un nivel de autoexigencia alto. Es también importante resaltar la exquisita calidad melódica que aparece en esta obra, siempre ofreciendo una delicadeza absoluta, sin estridencias, superando la calidad musical la más discutible del libreto. Por tanto soy de la opinión de que se ha hecho muy bien en rescatar del olvido culpable, una obra que aporta belleza y calidad musical y que sirve para entender adecuadamente lo que era y significaba el teatro lírico español en el siglo XIX. Nos hemos referido a la riqueza melódica, a la importancia del tratamiento armónico y tenemos que señalar también el cuidado de las voces que alcanzan una considerable brillantez. Muy bien orquestada, con unos fragmentos corales muy bien construídos, el Sueño es un claro exponente del buen nivel compositivo de Gaztambide, aunque algunos reproche las influencias que indudablemente tiene de algunas obras italianas, pero manteniendo siempre una robusta personalidad que se manifiesta ampliamente en el tratamiento que sabe dar a la partitura. Momentos de una gran belleza: las intervenciones del tenor, el preludio instrumental de la segunda parte con un bello y amplio solo de clarinete, el preludio y romance,de gran belleza, la fuerza intensa del coro y en realidad toda la partitura escrita con seriedad y buscando la belleza.

La interpretación de gran nivel. Empezando por una orquesta que sonó admirablemente dirigida con precisión, con autoridad y con gran rigor estético, por el maestro Gómez Martínez, reciente doctor honoris causa, y que fue muy respetuoso con los cantantes, colaborando al lucimiento de los mismos y obtenido lo mejor en timbre, en capacidad expresiva,en musicalidad, de una orquesta muy bien dirigida y con espléndidos resultados.

En las voces destaco la formidable labor del barítono Luis Cansino en su doble y brillante vertiente de Sabadete y Falstaff. Hermosa voz, de musical potencia, llena de calidad, muy expresiva y con unas buenas dotes de actor, con gran comicidad pero siempre en la más justa medida. Me encantó la bonita voz de tenor ligero de Santiago Ballerini, expresivo, cálido, con hondo sentimiento y cantando con exquisito gusto los momentos más hermosos y de mayor lirismo de la obra. Por su parte Raquel Lojendio puso su buena voz y sus dotes artísticas al servicio de un personaje muy complejo como es el de Isabel y la princesa Tortellini. Bien el resto del reparto con Beatriz Díaz, Javier Franco, etc., destacando también las buenas actuaciones de los actores. Compacto, seguro y con excelentes voces el coro, consiguiendo una buena representación, a la que sin embargo el público respondió con cierta frialldad, posiblemente por un libreto que, a pesar de los buenos oficios de Asenjo, es complejo y un tanto disparatado, como muy posiblemente lo fuera en su ya tan lejano estreno.

José Antonio Lacárcel