¿Qué mejor manera de celebrar el cumpleaños 263 de Mozart que con una de sus más gustadas óperas? Las bodas de Fígaro, en nueva producción de la Florida Grand Opera (FGO) subió al escenario del Ziff Ballet & Opera House de Miami en la noche del 26 de enero, a pocas horas del onomástico del genial compositor. Con esta obra se podría decir lo que tanto se repite con respecto a compositores de antaño y hasta de cantantes populares: “Cada día suena mejor”. Lo malo es que cada vez parece más corta. El desfile de hermosísimas arias, dúos, concertantes, más el derroche constante de melodías inolvidables resulta breve en medio de una trama tan divertida que esta puesta, bajo la dirección de Elise Sandell, ha sabido hacer funcionar a tope. La noche del estreno las risas competían con los aplausos. En ocasiones, se saltaban el aplauso a algún momento especial, porque no querían parar la trama, tan delirante, que más de dos siglos después hace reír. Es que lo clásico no envejece.
Todos los cantantes estuvieron muy bien, ya que la presunta simplicidad de Mozart sólo es aparente, sus juegos armónicos, sobre todo en los concertantes, siguen siendo un desafío. No es música para mediocres. Pero la experimentada batuta de Andrew Bisantz supo sortear los escollos y lograr una lectura tersa, equilibrada, donde la orquesta mantuvo su presencia pero sin opacar a los magníficos cantantes. Entre estos últimos cabe destacar la exquisitez de timbre, la excelencia vocal y el efectivo dramatismo de las dos divas: Lyubov Petrova como Susanna y Elena Galván como La Contessa. Cada una de sus arias fue entregada con sensibilidad y gracia, y recibieron los merecidos aplausos, pero el dúo de ambas resultó de una belleza casi dolorosa. Inolvidable.
Seguidas de cerca por la mezzo Mariya Kaganskaya, en su papel de Cherubino y por los principales roles masculinos, el astuto Fígaro de Calvin Griffin y el mujeriego y sinvergüenza Almaviva de Jonathan Michie, estas magníficas voces le garantizarían el éxito a la producción; pero hay más, mucho más. Esta es una obra compleja, variada, muy movida, que no solo exige buenas voces y vis cómica, sino aptitudes físicas, a algunos de los personajes se les pide mucho movimiento, agacharse, esconderse. La acción solo se detiene en el intermedio y todo sucede en el mismo día. De ahí la importancia de los papeles secundarios y hasta menores, como el cómico jardinero Antonio, brillantemente desempeñado por Simon Dyer. Algunos, como Barbarina, solo tienen un aria, pero preciosa, y la noche del estreno le permitió a Evan Kardon lucirse y recibir sus aplausos en solitario. Estupendos Zaray Rodríguez, Rafael Porto y Dylan Morrongiello, en sus roles de Marcellina, Don Bartolo y Don Basilio/Don Curzio. La escena de Sua madre se llevó el teatro al piso.
Aplausos para el efectivo diseño de luces de Helena Kuukka y el diseño de vestuario de Howard Tsvi Kaplan y el de Susan Benson que se ocupó del de los coros. Igualmente plausible la dirección coral de Katherine Kozak.
Pero el dinamismo de esta puesta no se debe solo a la estupenda actuación y el efectivo montaje. La escenografía, también de Benson, con sus paneles fijos, pero sobre los que se proyectan los distintos escenarios y el uso de poco elementos movibles para completar la atmósfera, facilita a esta ópera el ritmo adecuado, lo cual mantiene al espectador en vilo de enredo en enredo hasta el gracioso final que, dentro de su comicidad y su belleza musical, no deja de tener mensajes sociales y humanos que hacen que la obra no solo aun haga reír, sino pensar y hasta en algún momento, conmoverse. No se la pierda.
NOTA: Vale la pena llegar una hora antes para disfrutar la amena y enjundiosa presentación que hace Justin Moss. Por mucho que usted sepa de ópera, siempre se aprende algo.
‘The Marriage of Figaro’ de Mozart, en el Ziff Opera and Ballet Theater del Adrienne Arsht Center, hasta el 3 de febrero, y en el Broward Center for the Performing Arts los días 7 y 9 de febrero. Información y entradas: www.fgo.org, 1 800 741 1010, tickets@arshtcenter.com y www.BrowardCenter.org.
Daniel Fernández