War Requiem en el Liceu Por Félix de la Fuente
Difícilmente el alegato pacifista de Benjamin Britten podría resultar más sobrecogedor musicalmente. Este “War Requiem” en el Liceu lo hace, además, con una sutil escenificación donde Wilfred Owen calibra con imágenes del fotógrafo Wolfgang Tillmans esa justa medida en que lo visual tiende casi a convertirse en una atmósfera que se funde con la propia atmósfera vocal de los coros.
Se puede desentrañar un sutil relato del director artístico del Liceu, Víctor García de Gomar, a la hora de programar este “Réquiem de guerra”. Su ubicación en el calendario no es banal, no solo por anticipar las funciones al día de los difuntos, sino porque existe una continuidad creativa con la anterior ópera; Britten compone, desde un enfoque serio y poético, un peculiar collage parejo al que Richard Strauss planteaba con un ánimo jovial e irónico. Pensemos que esta pieza de Britten es, efectivamente, la superposición de dos textos donde el latín del oratorio clásico del réquiem por los difuntos se intercala con los poemas antibelicistas escritos en inglés por Wilfred Owen, que alteran y a veces soliviantan los significados. Viene a ser este un planteamiento análogo a cómo Strauss y Von Hofmannsthal entrometían las improvisaciones de los cómicos para contravenir y enriquecer el drama clásico de Ariadne en Naxos. War Requiem en el Liceu
Pensemos, en este sentido, en el poema de Abraham e Isaac que un soldado le recita al otro, donde después de que el ángel detenga el puñal, Abraham decide enfebrecido apuñalar igualmente a su hijo para satisfacer a su Dios…
La dramaturgia de la marea de soldados y cuerpos y la escenografía apoyada en las fotografías de W. Tillmans ofrecen momentos arrebatadores, como el enterramiento o la soldadesca muerta formando una enorme masa de carne en penumbra de la que transpira la voz coral.
Para esta producción, cuyas funciones dedica El Liceu a la recientemente fallecida Edita Gruberova, el Gran Teatre ha mantenido el concilio original de cantantes de tres bandos de la Segunda Guerra Mundial en los roles solistas. A saber, el tenor británico Mark Padmore, el barítono alemán Matthias Goerne y la soprano rusa Tatiana Pavlovskaya, que elaboran tres privilegiadas interpretaciones de los destellos y congojas de los versos de W. Owen.
El brillante desempeño de los 80 coristas a la hora de ejecutar la ya de por sí compleja partitura dentro de las dinámicas escénicas pone un broche al estreno del nuevo director Pablo Assante. Igualmente meritorio es el coro infantil VEUS dels Amics de la Unió de Granollers, dirigido por Josep Vila Jover, capaz de izarse paulatinamente hasta el nivel general del resto del conjunto. Pero, sobre todo, inmensa labor orquestal bajo la batuta del maestro Josep Pons: inmensa en su aporte instrumental —puesto que se necesitan dos orquestas, la sinfónica de la casa y otra orquesta de cámara—, e inmensa en la exquisita dirección de tal masa sonora. Tanto en los momentos de sonido más boyante como en los de cámara, el equilibrio de orquesta y voces formó un cuerpo homogéneo capaz de seducirnos y abatirnos hasta ese «Let us sleep» final, que inevitablemente reverbera luego en nuestro interior, como una cautivadora secuela de este «Réquiem de Guerra».
Ficha artística: War Requiem, de Benjamin Britten. Dirección de escena: Daniel Kramer; Escenografía y videocreación: Wolfgang Tillmans; Coreografía: Ann Yee; Dramaturgia: Luc Joosten; Coro del Gran Teatre del Liceu (Pablo Assante, director); Coro infantil VEUS – Amics de la Unió de Granollers (Josep Vila Jover, director); Orquestra Simfònica del Gran Teatre del Liceu (Josep Pons, director); Intérpretes: Tatiana Pavlovskaya (soprano), Mark Padmore (tenor), Matthias Goerne (barítono).