Musikene ha tomado la iniciativa de homenajear al compositor donostiarra José María Usandizaga al cumplirse los 100 años de su fallecimiento. Para esta loable iniciativa Musikene ha decidido ofrecer la más conocida de sus óperas, Las Golondrinas, y prácticamente con sus propios medios. El resultado no ha estado a la altura de la ocasión, ya que no es precisamente Las Golodrinas una obra que se presta bien para alumnos de escuelas de música y canto.
Es curioso el caso de José María Usandizaga, compositor desaparecido sin cumplir los 30 años de edad, y habiendo dejado tras de sí una obra más prometedora que objetivamente importante. Digo que es curioso el caso de este compositor, porque se convirtió en muy poco tiempo en un auténtico punto de referencia en la música vasca y española, objeto de homenajes populares como pocos artistas han tenido, a pesar de que su obra – es de justicia reconocerlo – ni goza ni ha gozado del favor de sus conciudadanos y compatriotas. Todo el mundo ha hablado y habla de Usandizaga y son pocos los que han escuchado alguna vez sus composiciones y sus óperas, en particular.
Usandizaga fue un producto de su tiempo, ya que es contemporáneo de todo el movimiento verista en la opera. Las Golondrinas está basada en la obra de Santiago Rusiñol “Aves de paso”, escrita en colaboración con Gregorio Martínez Sierra (o más bien, su mujer María Lejárraga). Posteriormente, el matrimonio mencionado convirtió
la obra en libreto de zarzuela. La obra musical responde al más puro estilo verista y fue estrenada como zarzuela en Madrid, cuando el compositor contaba 27 años de edad (murió con 28). A su muerte, su hermano Ramón la revisó, adaptando los textos hablados a musicados y cambiando algunas escenas, convirtiéndola en una ópera en sentido estricto, que fue estrenada en el Liceu de Barcelona en 1929 y que es la que ahora se ofrece por Musikene.
La ópera Las Golondrinas me parece una obra muy prometedora de un joven compositor, bien construida, con una orquestación rica y brillante y algo falta de inspiración, aunque contiene páginas brillantes, particularmente la romanza de Puck en el primer acto y la más conocida página orquestal “La Pantomima” Tengo la impresión de que la conversión de la obra en ópera le ha hecho ganar en prestigio, pero confieso que prefiero la versión zarzuelera original, donde me parece que la música gana en concisión y brillantez. Parece ser que el Teatro de la Zarzuelaza la va ofrecer la temporada próxima, de lo que todos podemos felicitarnos.
Musicalmente, la ópera ha estado dirigida por Jesús Echeverría al frente de la Orquesta Sinfónica de Musikene. Tanto el director como la orquesta lo hicieron razonablemente bien, abusando en momentos de volumen, especialmente considerando las vodces que estaban por delante. En cualquier caso, no podemos olvidar que se trata de una opera verista y tampoco son éstas obras para tocar con sordina. Ha que destacar también el hecho de que el Orfeón Donostiarra haya querido sumarse al homenaje a su compatriota, aunque no se trate de una ópera muy coral.
El reparto vocal dejó que desear, especialmente por la escasa adecuación de las voces a las exigencia de los personajes, pero no me parece que hay que ponerse muy exquisito en una ocasión como ésta y con unos cantantes jóvenes y en muchos casos desconocidos. Los intérpretes fueron Alberto Arrabal (Puck), Elisa Di Prieto (Lina), Judit Martínez (Cecilia), Mikel Zabala (Roberto), y Xabier Anduga (Juanito), siendo este último el que ofreció lo mejor de todos ellos.
El Arriaga ofrecía una entradas de alrededor de los 2/3 de su aforo total. El público se mostró un tanto frío durante la representación, dedicando al final aplausos cálidos a todos los artitas.
El concierto comenzó con 7 minutos de retraso y tuvo una duración de 2 horas y 29 minutos, incluyendo un intermedio. Duración musical de 2 horas y 2 minutos. Cuatro minutos de aplausos.
El precio de la localidad más cara era de 25 euros, costando 11 euros la más barata.
José M. Irurzun
