“¿Por qué quieres bailar?, le pregunta el director de la compañía de ballet, Boris Lermontov, a la incipiente bailarina Victoria Page, en la película, de 1948, dirigida por Michael Powell y Emeric Pressburguer. «¿Por qué quiere usted vivir?», le contesta ella. “No sé exactamente por qué, pero es lo que debo hacer”, le dice él. “Pues esa es mi respuesta, también”, concluye la protagonista.
Primera película de la historia cuyo tema central es el ballet, Las zapatillas rojas nos habla de la fuerza obsesiva que hay detrás de la creación artística. Para Boris Lermontov, el ballet es como dedicarse a una religión, nada puede desviar a un artista del camino único que es el arte. También es así al principio para Victoria Page, como subraya en el citado diálogo. Pero, ay, lo que no sabía es que en el camino puede cruzarse un amor tan grande como el que siente por la danza y hacerle descarrilar de la vía única que, según Lermontov, es el ser bailarina.
La película, una de las favoritas de Martin Scorsese, como de tantos otros cineastas, tuvo un tratamiento visual exquisito por parte de Powell y Pressburguer, con un ballet de 17 minutos incluido. En ella brillaron la bailarina, y debutante para el cine, Moira Shearer, así como los también intérpretes y coreógrafos, Robert Helpmann y Leonide Massine. El ruso se encontraría «como en casa», pues el film ofrece semejanzas con los Ballets Rusos de Diaghilev, cuya historia se trufa en el cuento original de Hans Christian Andersen.
El británico Matthew Bourne, estrenó el pasado diciembre su flamante versión en ballet de Las zapatillas rojas. Cuenta que era un proyecto deseado desde hacía tiempo. Como tantos niños y jovencitos, la película sumó en sus deseos de ser bailarín y, en su caso, también en la gran influencia del lenguaje cinematográfico de sus coreografías.
Hemos visto Las zapatillas rojas de Matthew Bourne en el teatro The Lowry, en Saldford, Manchester, la penúltima plaza antes de concluir su gira por Reino Unido, que termina en Birmingham. Después, prepararán la gira por Estados Unidos que realizarán entre septiembre y noviembre próximos, donde se presentarán en Los Angeles, Washington, Charlotte y Nueva York. Será también el estreno de este ballet fuera de Gran Bretaña y se les unirán invitados especiales, entre otros, el estrella del American Ballet Theatre, Marcelo Gomez, interpretando en todas las funciones el papel de Julian, el pianista de la compañía y enamorado de Victoria.
Matthew Bourne ha creado un ballet que podríamos calificar de cinematográfico, pero también de musical sin canciones, donde la danza es el lenguaje que cuenta la historia y transmite las emociones, apoyada en las fastuosas composiciones de Bernard Herrmann. Su dinámica tiene el ritmo del género de Broadway y la puesta en escena, con el artefacto teatral giratorio para ver lo que se realiza delante y detrás del telón, potencia las posibilidades escénicas de forma visual.
Cuando termina Las zapatillas rojas, se tiene la sensación de haber presenciado algo grande. Estás envuelto todavía por la música del gran Bernard Herrmann y por la trágica historia de la bailarina Victoria Page. O el amor por el músico Julian Craster, o el amor por la danza, le plantea Boris Lermontov, cuando se ha convertido en estrella de su compañía, pero también se ha enamorado. Protagonizada por Sam Archer, Cordelia Braithwaite, Andrew Monaghan, Liam Mower y Michela Meazza, esta producción abunda en las posibilidades ilusorias de la luz y el sonido, los elementos esenciales del séptimo arte. El coreógrafo británico saca de ellos todo el partido posible para que sus ballets lleguen al espectador con ese toque diferente que le caracteriza, más cercanos a la estética espectacular del musical (y cuanto más cerca del musical cinematográfico, mejor) e insuflados con toda su magia.
Si el coreógrafo británico más famoso del mundo -nombrado Sir por la reina Isabel II el año pasado y celebrando durante esta temporada los 30 años de su compañía- estrenó por fin Las zapatillas rojas en diciembre pasado, en Londres, es porque encontró la manera de llevar la icónica película de Michael Powell y Emeric Pressburguer al escenario con su misma grandeza. Y ahí entra en juego la música de Bernard Herrmann, sus bandas sonoras para Farenheit 451, Ciudadano Kane y El fantasma y la Sra. Muir sobre las que Bourne ha creado la coreografía. Son tan bellas, como efectivamente transmisoras de emociones. Y poseen, además, una cualidad fantástica que dan más prestancia a la actuación en vivo, transportándonos con su cualidad sonora a una dimensión cinematográfica ensoñadora.
Esperamos que Las zapatillas rojas pueda estrenarse pronto en España, así como otros exitosos títulos de Matthew Bourne basados en los clásicos. Es el caso de La cenicienta, que ha situado en la II Guerra Mundial y que repondrán en el Sadler’s Wells de Londres del 8 de diciembre 2017, al 27 de enero 2018, para realizar después una nueva gira por Reino Unido.
Cristina Marinero