
La obra teatral Le malentendu de Albert Camus, del existencialismo humanista, pedía que se convirtiera en ópera. Y así ha sido gracias al compositor Fabian Panisello y al libreto de Juan Lucas quien ha tenido el acierto de seguir al pié de la letra el texto de Camus.
Después de su estreno en el colón de Buenos Aires y en Varsovia llega a Madrid en la sala negra de los Teatros de el Canal. Cuatro cantantes y un actor mas un pequeño grupo de músicos además de música electrónica ponen en pie esta ópera de cámara que tendrá recorrido.
La producción es muy inteligente: solo la habitación del hotel donde se desarrolla el drama y un tul en proscenio sobre el que se proyectan unas imágenes bellas y sugerentes. Ya en la primera proyección con la obertura aparecen las imágenes claves del desarrollo de la trama: un pasaporte, una taza de té, un0s cadáveres en el agua –elemento clave-. El movimiento escénico está muy cuidado y todo resulta coherente.

La partitura no es fácil. Endiablada para las dos sopranos, Gan-ya-Ben-gur Akselrod como María y Anna Davidson como Marta que cantan casi siempre en la zona más aguda con gran seguridad. Magnífica la madre, Edna Prochnik y Krisján Jóhannesson como Jean. El actor Dieter Kschwewnt-Michel, motor de la tragedia, cumple con su rol.
Musicalmente se trata de una mezcla y contraposición entre la música instrumental y la electrónica en una clave muy clásica. Por ejemplo, el canto de las sopranos va acompañado por la misma melodía por un instrumento. Se escucha bien -una hora y cuarenta minutos- y apetece volver a verla.
La dirección musical correspondió a Walter Kobéra y la escena a Christoph Zaumer. El público aplaudió satisfecho.
Francisco Garcias-Rosado