Ópera en cuatro Actos
Libreto de Lorenzo da Ponte
Teatro Colón de la Ciudad de Buenos Aires
16 de Agosto
El Teatro Colón de Buenos Aires presentó una nueva producción de Le Nozze di Figaro y una sala colmada se preparó para disfrutar de las aventuras y desventuras que da Ponte les adjudicó a este puñado de entrañables personajes dibujados con mano maestra en un libreto de primerísimo nivel y sobre el cual Mozart completaría el milagro al componer una ópera genial, plagada de ingenio, atractivo y belleza a través de una música que se ensambla con perfección al carácter y las características de los personajes y sus avatares.
Pero aquellas expectativas fueron diluyéndose a partir de las primeras notas de la obertura que fueron un anticipo del criterio que imprimiría el Director a toda la interpretación.
Aún no llegamos a comprender por qué un maestro de la trayectoria de Roberto Paternostro optó por una lectura tan plana, anodina, carente de sutilezas y ,sobre todo, de gracia de esta partitura que es, fundamentalmente, un monumento a la gracia.
En esta concepción desafortunada fue secundado por la Dirección escénica de Davide Livermore y Alfonso Antoniozzi, quienes optaron por presentar todo el desarrollo de la obra como una rememoración de una Barbarina anciana!!!! que aparece en su sillón recibiendo a los personajes masculinos (ancianos también) durante la obertura, para desaparecer durante todo el resto de la ópera y reaparecer en medio del escenario en su mismo sillón, durante todo el cuarto acto mientras en torno suyo se desarrollan las equivocaciones deliciosamente divertidas que prevee el libreto y que en esta velada resultaron una pálida sombra de la genialidad que entrañan texto y música.
Los personajes fueron marcados caprichosamente y la puesta tuvo un carácter demasiado estático. Así, por ejemplo, Susana apareció como una mojigata y perdió su chispa y su ingenio; la Condesa fue más banal que nostálgica y cantó el final de su deliciosa aria «dove sono…» con una espléndida e incomprensible sonrisa en sus labios; el Conde, por su parte, perdió toda nobleza y seducción, acercándose más a un tarambana abúlico; y hasta el propio Fígaro olvidó que más allá de su ingenio es un sirviente y no una Star, y que por tanto nunca podría tomar el té en la cama de la Condesa ni gritarle a su patrón sin bajar la cabeza inmediatamente después. Los restantes personajes se mantuvieron más cerca del espíritu que se desprende del texto.
Tampoco se explica demasiado el por qué del cambio de época de la ambientación y vestuario que se movió hacia algún impreciso momento entre los años 10 y 20 del siglo XX en medio de una escenografía que, representando una sala casi desierta en el inmenso escenario del Colón, sólo variaba a partir de algunas proyecciones que se presentaban sobre sus muros.
Otros detalles de difícil explicación / comprensión fueron el transformar al coro en un ejército de sirvientes domésticos uniformados o el presentar en el último acto parejas abrazadas vestidas en monótonos grises en lugar de los árboles o las frondas del «boschetto».
Los intérpretes, por su parte, tuvieron una labor desigual desde lo vocal.
La Susanna de Julia Novikova mostró bello timbre pero muy limitado caudal, lo que deslució muchas de sus interpretaciones en una sala de las dimensiones del Colón.
La Contessa de Maija Kovalevska lució buena línea, pero un timbre que se volvió muy ingrato particularmente en el «Dove sono…» aunque con interesante caudal y buen fraseo.
Serena Malfi como Cherubino cantó con gusto e intención y mostró estilo en su desempeño.
Mathias Hausmann fue un Conte de buena voz, bello timbre e interesante caudal, pero carente de sutilezas.
El Figaro de Erwin Schrott fuel el mejor servido tanto vocal como dramáticamente, más allá de los reparos señalados más arriba, cierta conciencia de su lugar de estrella, y cierta propensión a acelerar los recitativos volviéndolos incomprensibles por momentos (y en esto último, sus compañeros no se quedaron atrás)
Muy destacable Guadalupe barrientos como Marcellina, haciendo gala de su ductilidad de intérprete.
Cumplidos los Bartolo y Basilio de Luis Gaeta y Sergio Spina, aunque el rol del «sapiente» doctor no sea el que más se aviene con el registro del primero.
El público dejó la sala feliz de escuchar algo de Mozart a pesar de una versión que, seguramente, el tiempo cubrirá de olvido.
LE NOZZE DI FIGARO
Conte……. Mathias Hausmann
Contessa…. Maija Kovalevska
Figaro……..Erwin Schrott
Susanna……Julia Novikova
Cherubino….Serena Malfi
Doctor Bartolo…. Luis Gaeta
Marcellina………Guadalupe Barrientos
Don Basilio…….Sergio Spina
Don Curzio…….Gabriel Centeno
Barbarina……….Oriana Favaro
Antonio………..Emiliano Bulacios
Dos doncellas…. Jaquelina Livieri
Carla Paz Andrade
Coro Estable del Teatro Colón
Director: Mtro. Miguel Martínez
Orquesta Estable del Teatro Colón
Dirección Musical: Mtro Roberto Paternostro
Dirección de Escena: Davide Livermore y Alfonso Antoniozzi
Escenografía: Davide Livermore
Vestuario: Mariana Fracasso
Iluminación: Vladi Spigarolo
Diseño de video: D-Wok
Teatro Colón de la Ciudad de Buenos Aires
Función del 16 de Agosto
Prof. Christian Lauria