Les caprices de Marianne en Toulouse: magnifica inciativa con un flojo reparto

Les caprices de Marianne en Toulouse: magnifica inciativa con un flojo reparto
Les caprices de Marianne en Toulouse: magnifica inciativa con un flojo reparto. Foto: Alien Julien

En el año 2008 el Centre Français de Promotion Lyrique (CFPL) se apuntó un notable éxito al conseguir que unos cuantos teatros de ópera franceses unieran fuerzas para compartir producción escénica y artistas en Il Viaggio a Reims. Dichas representaciones viajaron por el país durante dos años y la iniciativa fue todo un éxito. La experiencia se ha repetido ahora con esta ópera de Henri Sauguet, para cuyas representaciones ha unido sus fuerzas nada menos que 15 teatros de ópera diferentes, entre los que se incluyen algunos de la importancia de Burdeos, Marsella, Niza y Toulouse. Las representaciones comenzaron a fines de 2014 y se extenderán todavía a lo largo del presente año. El CFPL convocó un concurso para adjudicar la producción escénica e hizo lo mismo para reunir un reparto de cantantes jóvenes, que en total tendrían que hacer frente a unas 50 representaciones de Les Caprices de Marianne. La iniciativa me parece digna de ser muy tenida en cuanta en España.

La obra elegida ha sido Les Caprices de Marianne, que es una de las pocas óperas compuestas por Henri Sauguet (1901-1989), siendo un encargo del Festival de Aix-en- Provence, donde se estrenó en Julio de 1954 y sin mucho éxito. La obra está bien construida musicalmente, notablemente mejor que otras óperas de la misma época, notándose que Sauguet sabe escribir par cantantes, que no tienen que recurrir a ningún tipo de artificio vocal. Para ser una ópera que pudiera representarse con mayor frecuencia le falta mayor inspiración.

El libreto de Jean-Pierre Grédy, basado en la obra del mismo titulo de Alfred de Musset sitúa la acción en el siglo XVI en Nápoles y es una extraña trama, que comienza siendo casi una ópera bufa para terminar en auténtica tragedia. La protagonista Marianne es una joven casada con el juez Claudio, que es un celoso enfermizo. El joven y taciturno Celio está enamorado de Marianne, con la que nunca ha tenido oportunidad de encontrarse y busca los servicios de su amigo Octave para que transmita sus sentimientos a su amada ideal, aprovechando que Octave es primo del juez. El amigo de Celio cumple su encargo ante la sorpresa de Marianne, que se lo cuenta divertida a su marido, lo que no hace sino excitar más sus infundados celos. El juez amenaza a Marianne con encerrarla en un convento, lo que hace que ésta decida cambiar su actitud, renunciando a ser la esposa sumisa y descubre que está enamorada de Octave. Éste organiza un encuentro entre Marianne y su amigo y enamorado Celio, que Marianne cree equivocadamente que será con el propio Octave. La trama es descubierta por el juez, que encarga a un sicario que mate al amante de Marianne. Al llegar a la cita, Celio es asesinado, creyendo Marianne que el muerto es su amado Octave, quien aparece a continuación ante la sorpresa y alegría de Marianne. En un emotivo final Octave declara a Marianne que él no la quiere.

La producción escénica lleva la firma de Oriol Tomas, que traslada la acción a los años 50. La escenografía de Patricia Ruel es única para toda la ópera, en una recreación de la Galería Umberto I en Nápoles, cambiando las escenas con elementos de atrezzo. El vestuario de Lauwrence Mongeau no tiene especial atractivo, contando con una buena iluminación de Etienne Boucher. La dirección escénica narra bien la acción, teniendo el hándicap de que los jóvenes artitas no están siempre a la altura de sus personajes. En resumen, es una producción que sirve bien a la obra y resulta adecuada y en momentos atractiva.

Les caprices de Marianne en Toulouse: magnifica inciativa con un flojo reparto
Les caprices de Marianne en Toulouse: magnifica inciativa con un flojo reparto. Foto: Alien Julien

La dirección musical estuvo encomendada a Claude Schnitzler, maestro muy familiarizado con la música de Henri Sauguet y que viene con todo muy rodado, ya que ha dirigido ya la ópera en varias ciudades francesas. Su lectura me ha parecido francamente buena, ganado en interés conforme avanzaba la ópera, resultándome más convincente en la tragedia final que en la bufonería inicial. A sus órdenes estuvo la siempre notable Orchestre du Capitole.

El punto débil del espectáculo radica en el reparto vocal, compuesto por jóvenes cantantes, que ofrecen muy escasa calidad. Pienso que para el número de representaciones que la ópera va a tener podrían haber sido más exigentes en la selección. No hay que olvidar que casi todos los teatros que han coproducido el espectáculo lo han incluido en sus abonos y el reparto no está a la altura exigible.

La protagonista Marianne fue interpretada por Aurelie Fargues, soprano muy ligera, con un timbre ácido y que no llega ni a soubrette. Octave era el barítono Marc Scoffoni, de voz un tanto reducida y sin mucha calidad, más convincente como actor. El tenor François Rougier era el pobre Celio y ofreció una buena línea de canto, con una voz reducida y de escasa calidad. Escasa también la calidad del bajo Norman D. Patzke como Claudio. La mezzo-soprano Julie Robard-Gendre era Hermia, la madre de Celio, y ofreció una voz sorda y de escasa calidad, con el inconveniente además de estar mal caracterizada, ya que nadie podía creer que pudiera ser la madre de Celio.

En los personajes secundarios el tenor Carl Ghazarossian era Tibia, el criado del juez y cumplió con su cometido. El tenor Xin Wang cumplió en la parte del Hostelero. Modesto el barítono Tiago Matos en el Cantante de serenatas. Finalmente, Julien Brean se encargó de la parte casi hablada de la Dueña o la Carabina.

El Capitole había vendido casi totalmente su aforo, aunque se observaban huecos a simple vista, habiendo deserciones tras el descanso. El público se mostró cortés con los artistas, sin muestras de entusiasmo.

La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 2 horas y 24 minutos, incluyendo un intermedio. Duración musical de 2 horas y 2 minutos. Cuatro minutos de aplausos.

El precio de la entrada más cara era de 78 euros, habiendo butacas de platea a 70 euros. La entrada más barata costaba 28 euros.

José M. Irurzun