L’inganno felice. Rossini. Venecia

Teatro de La Fenice de Venecia. 21 Septiembre 2014.

La figura de Rossini está muy unida a la ciudad de Venecia, especialmente en sus años de juventud. Aquí fue donde estrenó su primera ópera, La Cambiale di Matrimonio, y aquí fue donde estrenó unas cuantas de sus llamadas farsas antes de triunfar definitivamente con Tancredi. L’Inganno Felice es la tercera de sus óperas – en orden de estreno – y sigue a otra farsa, que es L’Equivoco Stravagante, ésta estrenada en Bolonia y que podremos ver dentro de unas semanas en el Teatro Arriaga de Bilbao.

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Escena

L’Inganno Felice es una obra que podemos llamar semi seria, ya que, aunque algunos personajes están tratados con aires de bufos, el tema no es precisamente jocoso, además de muy poco creíble. Los duques Bertrando e Isabella están felizmente (¿) casados, pero el ayudante del duque, el malvado Ormondo, despechado por el rechazo de la duquesa, convence al duque de que Isabella le es infiel, por lo que Ormondo ordena abandonarla en el mar en un botecillo, labor que lleva adelante Batone, otro malvado, aunque éste más bien un infeliz. La duquesa llega moribunda a una playa, donde la recoge Tarabotto, el jefe de una explotación minera, que la salva y la cuida como a una hija o sobrina, a quien llama Nisa. Diez años más tarde el duque, que volvió a casarse y acaba de enviudar, llega a la explotación minera buscando un lugar donde hacer frente a sus vecinos en guerras. Tarabotto, que ha sabido recientemente la verdadera identidad de Nisa, la presenta al duque como su sobrina. Tanto éste como los malvados no saben a ciencia cierta si es la desaparecida Isabella. Al final todo se aclara y los duques vuelven a vivir su anterior amor.

La música de Rossini siempre es un placer para escuchar y es inconfundible. No es una obra maestra comparable a otras posteriores, pero resulta muy agradable al oído, no faltando dificultades en las partituras, especialmente para los duques.

La producción ofrecida por La Fenice fue estrenada hace dos años en el Teatro Malibrán y tiene dirección escénica de Bepi Morassi, siendo todo el trabajo de escena (escenografía, vestuario e iluminación) obra de los Alumnos de Escenografía de la Academia de Bellas Artes de Venecia, como ya ocurre también en algunas otras localidades italianas. La acción se trae a la Primera Guerra Mundial, lo que no es un disparate, teniendo en cuenta que el duque anda guerreando, y se ofrece un escenario simple con unas alambradas y un cobertizo, donde viven Tarabotto y Nisa. El vestuario presenta al duque y a sus secuaces con uniformes de la época aludida. Al final es una producción sin grandes pretensiones, pero que funciona bien, moviendo la dirección escénica adecuadamente a los cantantes y haciendo incidir en el carácter bufo de los personajes de Ormondo y Batone.

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Escena

La dirección de Stefano Montanari ha funcionado francamente bien, en una lectura muy adecuada a Rossini, con ligereza y vivacidad., además de apoyar a los cantantes. Le he encontrado mejor en este género que otras veces que le he visto dirigir obras barrocas. Buena la prestación de la Orquesta del Teatro de La Fenice.

Como ocurriera hace dos años, cuando se estrenó esta producción en el Teatro Malibrán, los cantantes no son grandes figuras, pero sí un equipo compacto, en el que hay tres voces graves, con más madurez, y que responden a cantantes bufos, y otros dos, tenor y soprano, que han de ser más brillantes. En conjunto ha funcionado bien el

Isabella fue interpretada por la soprano Marina Bucciarelli, quien me ha producido una positiva impresión Es una soprano ligera con una voz atractiva y que maneja francamente bien su instrumento. Sin duda es la cantante con mayor porvenir del quinteto de solistas y ya tiene una cierta experiencia en teatros de ópera.

El tenor Giorgio Misseri era el duque Bertrando y no pasa de ser un tenorino sin mayor importancia. No tiene problemas en las notas altas, aunque no son muy brillantes.

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Marina Bucciarelli y Giorgio Misseri

De los tres barítonos Tarabotto es más bien de medio carácter. Fue interpretado por Omar Montanari y fue el mejor de los tres, con voz atractiva y facilidad escénica. Marco Filippo Romano lo hizo bien en el malvado Ormondo, que no tiene mucho que cantar. Finalmente, Filippo Fontana fue Batone y es el que tiene que cantar más de los tres, pero es el menos interesante vocalmente.

La Fenice ofrecía una entrada próxima al lleno. El público mostró su satisfacción durante la representación y en los saludos finales, con las mayores ovaciones para Marina Bucciarelli y para el maestro Stefano Montanari.

La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 1 hora y 24 minutos, sin interrupción. Cinco minutos de aplausos.

El precio de la localidad más cara era de 80 euros, mientras que la más barata costaba 50 euros.

José M. Irurzun