La Orquesta Nacional de España ofrece Salomé de Richard Strauss en versión de concierto dramatizado los próximos viernes 24 y domingo 26 de junio, a las 19:30 horas en el Auditorio Nacional de Música de Madrid. Como maestro concertador contará con su director titular, David Afkham, mientras que el concepto escénico ha sido diseñado por Susana Gómez. El diseño de vestuario es de Gabriela Salaverri y Manuel Fuster ha diseñado la iluminación. Lindström Salomé Auditorio Nacional
El elenco de solistas estará encabezado por la soprano Lise Lindström en el rol titular y por el barítono Tomasz Konieczny (Jochanaan), el tenor Frank Van Aken (Herodes), la mezzosoprano Violeta Urmana (Herodias) y el también tenor Alejandro del Cerro (Narraboth). Completan el extenso elenco Lidia Vinyes-Curtis (paje), Josep Fadó (judío I), Pablo García-López (judío II), Vicenç Esteve (judío III), Ángel Rodríguez Rivero (judío IV), David Cervera (judío y nazareno I), Tomeu Bibiloni (nazareno II y solado I), David Sánchez (soldado II), Pedro Llarena Carballo (capadocio) y Francesca Calero (esclavo). Lindström Salomé Auditorio Naciona
Salomé, op. 54, drama lírico en un acto, se estrenó el 9 de diciembre de 1905 en el Teatro Real de Dresde y está basado en la obra homónima de Oscar Wilde según la traducción al alemán de Hedwig Lachmann. Como recuerdan las notas al programa de esta producción, Richard Strauss no fue el primer compositor en culminar una ópera con el éxtasis amoroso de una soprano al lado del cadáver de su amante –se le adelantó cuatro décadas Wagner en Tristán e Isolda–, pero si tuviéramos que tildar de necrófilo a alguno de estos dos títulos finalistas en este peculiar torneo, sería el de Salomé (1905).
El escandaloso libreto –basado en Oscar Wilde, pero repleto del espíritu «transvalorador» que con tanta fruición celebró el joven Strauss en la obra de Nietzsche– constituye solo el punto de partida de una propuesta musical salvaje y refinada a partes iguales, que renueva la herencia wagneriana a golpe de efectismo aprendido de la giovane scuola italiana (el verismo) y que convierte así a Salomé y Juan el Bautista en los reversos de Isolda y Parsifal, respectivamente. El ulterior salto a la atonalidad de Schönberg y sus discípulos y la irrupción del Stravinski de La consagración de la primavera en París recolocaron las fichas del tablero musical centroeuropeo en menos de diez años. Pero durante al menos este periodo, Salomé tuvo el honor de ser la obra más vanguardista y audaz jamás escuchada, antes de convertirse en esa brutal experiencia musical que nunca nos cansaremos de repetir. Lindström Salomé Auditorio Nacional
Redacción OW