El sello Orpheus ha editado un disco en el que el joven pianista Félix Ardanaz interpreta obras del compositor húngaro Franz Liszt, ocasionando de esta manera un tándem de gran eficacia, el tándem Liszt-Ardanaz.
Hablar de música de Liszt para piano es hablar de virtuosismo, de un virtuosismo que roza lo imposible en algunas ocasiones, siendo altísima la exigencia técnica que supone para los intérpretes. Pero la música de piano de Liszt es mucho más que algo circense y casi prodigioso de ejecutar, es uno de los ejemplos más elocuentes de lo que es el piano en el Romanticismo. La fantasía, la imaginación propias de la música programática llegan en Liszt a una de las cumbres del Romanticismo, y no sólo en sus obras para piano. La primera pieza del disco Liszt-Ardanaz, Sonata en si menor, una sonata muy poco convencional, posee todas las características comentadas, virtuosismo que roza lo mágico, algo muy del gusto propio del Romanticismo, fantasía, pero sobre todo musicalidad; no es un virtuosismo gratauíto sino una partitura de enorme exigencia técnica al servicio de una música llena de pasión, de lirismo y de fantasía, con una variedad considerable en los temas para describir la historia de Fausto. Escalas endiabladas, sucesión de acordes de gran complejidad, cambios dinámicos para crear las sensaciones oportunas en esta obra fabulosa de Liszt. Pero para que esta pieza funcione se necesita a un pianista de gran nivel, un intérprete que tenga una técnica elevadísima y una gran capacidad para hacer música. El tándem Liszt-Ardanaz es, sin duda, un éxito, porque la música del húngaro encuentra en el español a un intérprete idóneo, no sólo por su indiscutible virtuosismo sino porque le da a la música la expresividad que necesita para que funcione, sensibilidad en los momentos líricos, fuerza en los de energía y musicalidad en todo momento. Muy eficaz Ardanaz en toda la dificilísima pieza, ejecutando con solvencia las complicadas escalas, los acompañamientos a base de acordes de enorme dificultad pero, ante todo, con criterio musical.
A continuación, el tándem Liszt-Ardanaz nos permite escuchar una pieza de un virtuosismo elevadísimo, el Estudio trascendental S.139, Nº 4 “Mazeppa”, obra que nuevamente exige al intérprete un nivel técnico que no está al alcance de cualquiera; escalas vertiginosas y acordes endiablados al servicio de la fantasía, la energía intensa y el lirismo más cantábile en una obra que, como la anteriormente comentada, supone un ejemplo muy representativo de la mejor música para piano del siglo XIX. Eficaz y solvente Ardanaz en esta hermosa pieza que confirma lo apropiado y convincente de la dupla Liszt-Ardanaz.
La última obra que se nos ofrece en este disco que junta el talento de la dupla Liszt-Ardanaz es el famoso Vals Mephisto, S. 514 Nº 1, claro ejemplo de música programática en la que los contrastes musicales escritos por el compositor húngaro nos van narrando episodios de la historia, puramente romántica, de Fausto. Energía, delicadeza, alegría, conseguida a base de escalas y acompañamientos de gran dificultad, son usados por Liszt con una enorme habilidad para conseguir una obra de gran belleza que tiene en Ardanaz a un eficaz ejecutante, esta vez además, en directo. Otra vez muy exigido por las dificultades técnicas de la pieza, Ardanaz es capaz de ser expresivo, de hacer música mucho más allá de la exhibición circense en la que se puede convertir la música de Liszt si se toca sin ser artista. Esa mezcla de virtuosismo y musicalidad es imprescindible en un autor como Liszt y por eso necesita a intérpretes muy preparados y está lejos de las posibilidades de muchos, de ahí que consideremos muy apropiado el tándem que este disco nos ofrece, el tándem Liszt-Ardanaz, en el que el talento del primero encuentra un perfecto complemento con la eficacia y musicalidad del segundo.
Emilio Lacárcel Vílchez