El festival veraniego escurialense tuvo como plato principal de su programación esta ópera de Gioachino Rosinni, quien con solo 21 años de edad pergeñóuna partitura graciosa para sus contemporáneos y suficientes pasajes de lucimiento vocal para sus protagonistas. En nuestros días, sin embargo, el argumento de la obra ya no causa tanto desmelenamiento y los directores de escena tienen que poner motores a su imaginación para darle alas al espectáculo. La producción que nos ocupa, estrenada en Buenos Aires en el mes de mayo y de camino a la Quincena Musical Donostiarra, es fruto del director de escena Joan Antón Rechi, el cual nos presenta a una alocada compañía de revista de paso por Argel en los años 30 del siglo pasado. Esto le permite utilizar una escenografía (Claudio Hanczyc) efectista y práctica, un vestuario (Mercè Paloma) exuberante en formas y brillos y una iluminación (Sebastián Marrero) de puticlub de carretera no siempre acertada. Si bien el resultado de conjunto hace pasar un buen rato, el uso del grupo de figurantes (piratas, esclavos, odaliscas y eunucos) raya en el abuso, pues el constante trajín en el escenario, más que aportar, enturbia las escenas de carácter intimista y resta protagonismo a los cantantes.
Conocedor del género, el maestro Paolo Arrivabeni dirigió con oficio, mostrando precisión y eficacia, aunque el crescendo no remontara con la presteza que se espera en una ópera bufa. El estro rossiniano no acabó de cuajar en el Coro y Orquesta de la Comunidad de Madrid ni en los solistas principales, exceptuando en las destacadas voces del bajo Carlo Lepore (Mustafá) y del barítono Joan Martin Royo (Taddeo). El resto de solistas mantuvo un nivel medio encomiable, con la mezzosoprano Marianna Pizzolato como una Isabella que cumplió con el estilo y las coloraturas, pero a la que le hizo falta mucha sal y pimienta para cumplir con la imagen de la pizpireta italiana protagonista. El tenor argentino Francisco Brito se quedó algo corto en el caudal vocal y escaso de chispa a nivel actoral. Correctos estuvieron los tres personajes secundarios interpretados por el barítono Sebastiá Peris (Haly), la soprano Arantza Ezenarro y la mezzosoprano Alejandra Acuña. El público, aforo completo en la sala grande, se mostró efusivo en los aplausos finales con todos los artistas que comparecieron en el escenario.
Federico Figueroa