Los inmediatos divos de la ópera

Los alumnos del Centro de Perfeccionamiento Plácido Domingo actúan en Castellón
Los alumnos del Centro de Perfeccionamiento Plácido Domingo actúan en Castellón

Un recital de nivel, muy interesante y atractivo en el que se repasaron muchísimas de las más significativas posibilidades del belcantismo fue el que ofrecieron los alumnos del Centro de Perfeccionamiento Plácido Domingo del Paleu de les Arts, en el Auditorio de Castellón acompañados ppor una eficaz orquesta del mismo coliseo bajo la rectoría, precisa y airosa del pulcro y refinado Pablo Rus que extrajo a los instrumentistas sonoridades de sedoso terciopelo y tempos muy apropiados en el aire.

Es muy importante el estudio del bel canto para los estudiantes ya en grado de desarrollada especialización, precisamente porque mejora muchísimo la técnica y evita enfatismos innecesarios en el canto, buscando su pureza y mejorando la dicción y el fraseo. Sin duda hoy, por los estudios historicistas que ha llevado a cabo la musicología, se cantan las obras del barroco, clasicismo y primer romanticismo con una mayor propiedad que hace tan solo medio siglo. Ha sido necesario que la difusión de la voz se acomode en el mayor grado posible, al precepto de la partitura y la verdad es que se ha conseguido. La calidad técnica de los quince jóvenes intérpretes que el pasado domingo día 18 de noviembre, pisaron el escenario del templo de la música castellonense fue muy elogiable. El bien decir, la emisión uniforme y clara en todo el registro, la claridad en el relato, la colocación precisa, las agilidades (algunas estratosféricas),fueron referenciales en la gran mayoría de los intérpretes y eso, junto con su extrema musicalidad patentizada en sus actuaciones individuales y en el concertante final de «La cenerentola», en el que intervinieron todos, hizo que se disfrutase de una muy grata velada que, en ocasiones, arrancó no solo aplausos sino no pocos bravos de la asistencia, más numerosa que en ocasiones precedentes.

En el programa se escucharon, en la primera, parte arias del repertorio alemán e italiano, y el sexteto de «Le nozze di Figaro» de Mozart, más una romanza de «Alceste» de Gluck y en la segunda tras la pimpante y fresca obertura de «La scala di seta» de Rossini dos fragmentos de «L’italiana…» y «La cenerentola» y tres de óperas de Donizetti. Es decir el paso del clasicismo pleno al primer romanticismo que fue muy significativo para percibir el camino de un estilo a otro y las características que ese recorrido supone. Incluso el programa, aparte de atractivo,  resultó, sin duda, didáctico.

Entre las voces actuantes este comentarista se permite destacar a Andrea Orjuela, la mezzo que cerró el concierto, con una Angelina de «Cenerentola» en la que puso de relieve su excelente técnica vocal, su facilidad en las agilidades, su sentido del matiz y su expresividad interpretativa; a su compañera de la misma cuerda Olga Syniakova de hermosa voz lírica por su intensa expresividad; asimismo al tenor Mark Serduk, por su elegancia y refinamiento belcantista; al barítono César Méndez que posee un instrumento muy verdiano, sin duda poderoso, que no se recató en exhibir, por más que rompiese la prescripción de difusión diáfana que el canto clásico reclama; a la soprano Camila Titinger que saca un enorme partido a su materia no amplia, pero utilizada con talento, usando de un referir seductor y refinado; a la mezzo Mariam Pirtskhalaishvili de proyección amplia, ágil y brillante, que debe estudiar con detenimiento para disminuir cierto exceso de vibrato; al barítono Arturo Espinosa que lució su emisión, homogénea e inteligible, en un fraseo muy oportuno con el estilo; a su colega Arturo Espinosa muy versátil y al tiempo significativo en la acomodación al carácter de sus personajes y al tenor Matheus Pompeu que es un lírico puro, dotado de gran facilidad en el registro superior de emisión refinada y llena de carácter.

Antonio Gascó