Los sindicatos, los políticos y la cultura

Los sindicatos, los políticos y la cultura
12 miembros del Coro Nacional durante el Requiem de Verdi

En este mundo convulsionado en el que nada es lo que parece ni lo que debería ser, se están derribando valores transcendentes sin darle la menor importancia. Lo que pareció siempre intocable, ahora se tira por tierra sin justificación alguna. Las estructuras sociales y políticas que hasta ahora han organizando el mundo parece que ya nos responden a las necesidades de las sociedades actuales, sin saber con claridad qué es lo que se quiere o se necesita.

Hace varios años tuve ocasión de viajar en diferentes ocasiones a la ciudad de Génova para asistir a espectáculos de ópera. De todas las veces que fui no pude presenciar ninguna completa. Cuando no estaba de huelga la orquesta, lo estaba el coro. Y si no, los técnicos de escena o, sorprendentemente, quien tiene que subir y bajar el telón. Detrás de todo este tinglado, estaban siempre los sindicatos. Todos sabemos los problemas que surgen en cada inauguración de la temporada del Teatro alla Scala de Milán. ¿Qué «fuerza» está detrás de esta problemática? Los sindicatos.

En estos días se está hablando del posible cierre de la Opera de Roma. Este teatro, que debería ser emblemático para Italia, siempre ha dado problemas. ¿Por qué? Ya lo habrán adivinado…por los sindicatos. Y en estos momentos son también los sindicatos los que pueden provocar su cierre.

En EEUU la cultura, y en concreto la ópera, se sostiene con patrocinios privados. A pesar de ello, el Metropolitan Opera House (MET) está en amenaza de cierre, y no es por falta de medios, sino por… los sindicatos. Incluso en España los sindicatos han protagonizado huelgas que han dado al traste con espectáculos y conciertos. El último el del Coro Nacional que provocó un Requiem de Verdi prácticamente sin coro(¡con solo 12 cantantes!). Mientras tanto, la corrupción habita en los entresijos de estas organizaciones laborales. El dinero de los parados va a parar a los bolsillos de unos cuantos. Estos son los supuestos «defensores de los trabajadores».

A veces la ignorancia y analfabetismo raya en lo absurdo. ¿Alguno de estos sindicatos se ha puesto a calcular los miles de puestos de trabajo que produce la cultura? ¿Cuántos personas quedarían sin trabajo si se cierran los teatros, auditorios, y por extensión, museos, etc.? Es absolutamente demencial. Están tirando piedras sobre su propio tejado.

Lo que parece claro es que las actuales estructuras sindicales no tiene demasiado sentido. Corresponden a otros tiempos ya muy pasados. Los sindicatos son necesarios pero con otra estructura, poderes y forma de financiación.

Respecto de los políticos podría decirse otro tanto (aunque aquí las diferencias entre países son grandes) pero, al final, el desprecio por la cultura es más que evidente. Los políticos de turno, da igual de la ideología que sean, proceden una gran parte de una generación carente de valores y de un auténtico amor por el conocimiento, las humanidades o el arte. Si ellos mismos ignoran las bases de la cultura, difícilmente van a potenciar lo que desconocen y por lo mismo no valoran. De ahí el abandono político de las instituciones culturales (no confundir con la industria), careciendo de sentido su apoyo a las mismas y la negación de medios económicos para su desarrollo y potenciación y la ausencia de una Ley de Mecenazgo operativa. Todo ello está creando un clima de dejadez y de abandono cultural.

Un país o un mundo sin cultura va a la catástrofe, a la muerte. ¿Es esto lo que queremos?

Francisco García-Rosado