Traviata 1963: el mundo provincial
VI Festival de Spoleto – Teatro Nuovo, 20 de junio.
Robert La Marchina (Dirección Musical), Luchino Visconti y Ferdinando Scarfiotti (Escenografía), Piero Tosi y Bice Brichetto (Vestuario), Rhoda Levine (Coreografía) / Franca Fabbri (Violetta), Franco Bonisolli (Alfredo), Mario Basiola jr. (Germont), Sally Silver (Annina), Daniela Dinato (Flora), Mario Ferrara (Gastone), Alberto Carusi (Barón Douphol), Attilio Burchiellaro (Dr. Grenvil), Vittorio Susca (Marqués d’Obigny), Franco Tariciotti (Giuseppe), Mario Elia (Un Comisionario), Alberto Guelfi (Un Criado de Flora).
La producción de Spoleto tendrá una escenografía esencial de Visconti y Ferdinando Scarfiotti, un escenógrafo de veintidós años que luego firmaría para Visconti la escenografía de “Muerte en Venecia” y “El último emperador” para Bertolucci. El compositor Giancarlo Menotti, fundador y director del Festival de Spoleto recuerda así la producción: “…Visconti tenía fama de gastar un montón de dinero para sus montajes. Pero con nosotros aceptó hacer las cosas con los medios que teníamos. Cierto, se preocupaba mucho por la perfección…pero su “Traviata pobre” fue hecha verdaderamente con poco…”. Con un cierto “perfume provincial”, el decorado se asemejaba a ciertos interiores de “Il Gattopardo”, film que Visconti había terminado hace poco. La acción se desarrollaba en su justa dimensión espacial, en un mundo de bellezas fáciles, jugadores, hijos de papá algo licenciosos y una libertina nobleza menor.
Para el vestuario, Piero Tosi y Bice Brichetto apelarán a los fondos de “Il Gattopardo”: Violetta se presentará en la fiesta de Flora con un vestido similar al de Angelica en el baile. Visconti declaraba por entonces, que para esta nueva “Traviata”, al haber descubierto una soprano de 28 años, tenía intenciones de crear “…una Violetta nueva, liberada de todas las sobrestructuras del melodramma, una simple muchacha de provincias en un mundo corrupto, una víctima, una figura muy lineal, una persona sincera y desprotegida…”.
“…En el Acto I, Visconti corta la bellísima escena en oblicuo, con una pared que divide el ancho del escenario y deja entrever, a través de puertas coronadas por el rojo oscuro de los cortinados, una sucesión de salones…Todo en orden, como en una rica casa de cien años atrás, una casa no conservada intacta como un museo, sino rica de vida y de cosas. Bastaría detenerse sobre las sombras que se movían proyectadas por el fuego real de la chimenea…el fuego es en Visconti un elemento vital de verosimilitud escénica: la llama casi lame a Violetta en un presentimiento amenazante…”. (Erasmo Valente / L’Unità, 21.6.1963).
“…En el cuadro de Bougival hay también una estufa, una estufa de una casa de campo, reparada por el verde oscuro de cortinados pesantes y relajantes. Al correrlos o al abrirse una puerta (y entra en escena un campesino, y no un mayordomo…) irrumpe muy blanca la luz del día…”. (Erasmo Valente).
“…En el cuadro de Flora se muestra la culminación de la inventiva y de la sabia realización del director: una habitación con una pared curva, opaca, con cortinados de un agradable amarillo oro. Aquí se desarrolla la fiesta y aquí irrumpen, con un bellísimo juego de danzas, gitanillas y picadores, finalmente de buen ver y bravísimos. En todos estos ambientes, Violetta se mueve como en una prisión, golpeándose contra las paredes, casi con ganas de derribarlas. Pero en la escena de la ofensa…Violetta muere verdaderamente, y es aquí donde la frívola alegría de una sociedad juerguista tiene un estremecimiento…”. (Erasmo Valente).
“…En la habitación del último acto, otra vez una estufa, esta con una pequeña llama: lo que queda del incendio que ha consumido a Violetta. La luz interior es tenue, de un color avellana, delicadísima. La luz del día se filtra a través de una ventana lateral, pero parece apagada, muerta, inútil…”. (Erasmo Valente).
Mario Pontiggia