Lucia di Lammermoor en el Met: Mucha sangre y poco canto

                                                 Lucia di Lammermoor Met Por Carlos J. López Sánchez

La Metropolitan Opera de Nueva York presentó una nueva propuesta escénica de Lucia di Lammermoor de Gaetano Donizetti, en una nueva producción a cargo de Simon Stone. 

Javier Camarena y Nadine Sierra © Jonathan Tichler / Met Opera
Javier Camarena y Nadine Sierra © Jonathan Tichler / Met Opera Lucia di Lammermoor Met

El elenco contó con las estrellas del belcanto Nadine Sierra y Javier Camarena en los roles principales, a los que se unieron Artur Ruciński como Enrico y Matthew Rose como Raimondo, todos ellos bajo la dirección orquestal del maestro italiano Riccardo Frizza. 

El director australiano Simon Stone, célebre por sus versiones contemporáneas, ve la adaptación escénica de las óperas más conocidas del repertorio más como una exigencia semántica que como un recurso artístico. Para Stone, no es posible conseguir la necesaria transformación en el espectador si la acción dramática no se transporta a la actualidad. Stone pone todo su talento en esa tarea y realiza dicha trasposición con eficacia e inteligencia. La Escocía que estremecía a los románticos del siglo XIX no es lo suficientemente evocadora y expresiva para él, de manera que su Lucía no es de Lammermoor, sino que vive en un pueblo cualquiera del interior de los Estados Unidos. Stone renuncia a las referencias románticas del libreto de Cammarano, pero no al drama, que se presenta de manera brutal y descarnada, con el detalle que aporta el video en primer plano de los protagonistas. La cámara persigue tanto a Lucía como a Edgardo con planos cortos que se proyectan sobre el escenario, creando una atmósfera tan fascinante como opresiva. 

En cuando a los aciertos de la producción, podemos citar la elocuencia con la que Stone subraya aspectos clave de la vida de hoy, como el uso del teléfono móvil y las redes sociales, los coches, las armas… Este paisaje hiperrealista aparece en escena un tanto abigarrado, pero que fluye sin embargo gracias al recurso del escenario giratorio, diseñado por la escenógrafa Lizzie Clachan. Asimismo, los divertidos y estudiados figurines de la diseñadora española Blanca Añón funcionaron pese a su desconcertante heterogeneidad. En cuanto a las tachas de esta puesta en escena, hay que destacar la anticlimática escena de la locura, que comienza con el sanguinolento cadáver de Arturo en primer plano. Este recurso, aunque impactante, está en conflicto tanto con la música y como con el libreto, creando una ruptura en el flujo dramático que Stone no puede o no sabe resolver. El clímax del drama de Lucía resulta así fallido, y por ende también el resto de la puesta en escena, pese a las virtudes destacadas. Lucia di Lammermoor Met 

La soprano lírico-ligera Nadine Sierra encara esta Lucía con gran energía y muy buena actitud, en una puesta en escena que la pone bajo el microscopio. La Sierra no se arruga ante el desafío, y sale al paso de todas las dificultades, tanto canoras como actorales. Su Lucía es creíble, compleja y seductora. Muy segura en las agilidades, trinó con gracia en «Quando rapito in estasi» y sedujo en el sexteto. En la escena de la locura, acompañada por el hipnótico sonido de la armónica de copas, convenció por su fuerza comunicativa y su musicalidad, pese a su tendencia a sobreimpostar el registro de pecho, y las limitaciones de un instrumento algo pequeño para el Met. Cabe preguntarse por qué una artista joven como Sierra no quiso arriesgar más en la cadenza en la noche del estreno, con adornos más imaginativos y agudos más punzantes.

Un plano general de la escenografía de 'Lucia di Lammermoor' del Met © Jonathan Tichler / Met Opera
Un plano general de la escenografía de ‘Lucia di Lammermoor’ del Met © Jonathan Tichler / Met Opera

Es posible que el papel de Edgardo sea demasiado pesado para la voz de Javier Camarena. El célebre cantante mexicano volvía al Met después de que tuviera que dejar Nueva York súbitamente tras la cancelación de la temporada 2020 por la pandemia. El tenor conserva su cantar estilizado, su gusto artístico y su presencia en escena, aunque en la noche del estreno no se mostró del todo cómodo. Así, no pudimos disfrutar de sus célebres ataques en las notas agudas, que el cantante veracruzano se limitó a solventar por medio de portamentos. También acusó Camarena un excesivo apoyo en la máscara, con sonidos de gran carga nasal que afearon la línea de canto. En su aria del tercer acto «Tu que a Dio spiegasti l´ali», tras su sobreagudo en falsete, se sumó al carro de los tenorcitos que aprovechan la excusa de estar muriéndose en escena para cantar en una suspirante (y exasperante) media voz, sin ligazón, poco musical, tan anticlimática como irrelevante; un tanto decepcionante en un cantante de su nivel. 

Siempre pensé que los cantantes de ópera deben cantar, y luego actuar; y que siempre es lícito sacrificar el esfuerzo actoral por una mejor actuación vocal. Lo contrario deben pensar los responsables de esta Lucía, que parecen no estar preocupados por no emplear a fondo el material vocal que los solistas ponen a su disposición. También así el público del Met, que celebró sin ambages la actuación de Camarena.

Artur Ruciński, por su parte, lo tiene todo. El barítono polaco canta muy bien y actúa de manera espléndida. Su interpretación de Enrico, un matón de barrio tan simple como brutal, resultó incontestable. En lo vocal, no tuvo dificultades para navegar las partes más intrincadas de su papel, si bien acusó cierto cansancio en los compases finales de la exigente aria «La pietade in suo favore». La línea de canto de Ruciński es siempre elegante y acariciadora, y el timbre es de los más agradables de su cuerda, aunque sin la cavernosidad que se le suele pedir a los malvados de Donizetti. 

Artur Ruciński y Javier Camarena © Jonathan Tichler / Met Opera
Artur Ruciński y Javier Camarena © Jonathan Tichler / Met Opera

El baso inglés Matthew Rose triunfó con un magnífico Raimondo. Pese a un rendimiento actoral algo inferior al de sus compañeros y un timbre de discreta belleza, la voz de Rose fue la que mejor se escuchó gracias una proyección exultante, natural y limpia, sin impostaciones ni apoyos espurios. Justo al contrario, la Alisia de la mezzo Deborah Nansteel fue apenas audible, incluso desde las primeras filas. Esta circunstancia convirtió el famoso sexteto del segundo acto en una suerte de quinteto, disfrutable empero gracias a las mañas de un Riccardo Frizza siempre comprensivo con los cantantes. 

La nueva Lucía del Met gustó a la mayoría del público (algún abucheo aislado tuvo que escuchar Stone) y los famosos solistas cosecharon el éxito esperado, aunque los aficionados más exigentes se quedaron con ganas de más, sabedores de que tanto el escenario neoyorkino como estos cantantes estás llamados a alumbrar noches de mayor gloria belcantista.  


Metropolitan Opera de Nueva York, a 23 de abril de 2022. Lucia di Lammermoor, drama trágico en tres actos con música de Gaetano Donizetti y libreto en italiano de Salvatore Cammarano, basado en la novela The Bride of Lammermoor, de Sir Walter Scott. Estrenada el 26 de septiembre de 1835 en el teatro San Carlo de Nápoles. 

Dirección Musical: Riccardo Frizza. Orquesta y coro de la Metropolitan Opera (director del coro: Donald Palumbo). Producción: Simon Stone, Diseño escénico: Lizzie Clachan, Vestuario: Blanca Añón, Alice Babidge, Iluminación: James Farncombe. Coreografía: Sara Erde. 

Reparto: Nadine Sierra (Lucia), Javier Camarena (Edgardo), Artur Ruciński (Enrico), Matthew Rose (Raimondo), Deborah Nansteel (Alisa), Eric Ferring (Arturo), Alok Kumar (Normano).

Arpa: Mariko Anraku, Armónica de copas: Friedrich Heinrich Kern

OW