‘Gala Ballet Under the Stars’ del 35º Festival de Peralada Por Cristina Marinero
Auditorio del Castell. 23 de julio. Ha sido el cierre de las actuaciones de danza de esta 35º edición del Festival y el acto donde Isabel Suqué Mateu, presidenta de la Fundación Castell de Peralada, organizadora del festival, ha entregado a la solista del Ballet Mariinsky de San Petersburgo, Maria Khoreva, el premio de la primera edición del Carmen Mateu Young Artist European Award, dotado con 30.000 euros, concedido en diciembre de 2019 y que no pudo recibir el año pasado por la pandemia. TVE ha grabado la gala y se emitirá próximamente.
En el elenco, además de Khoreva, las bailarinas españolas Lucía Lacarra, Dores André, del San Francisco Ballet, Ada González, solista en el Ballet de Bucarest, e Iratxe Ansa, Premio Nacional de Danza 2020 y co-directora de la gala con Mónica Hamill, en la que es su primera aventura en este tipo de eventos.
Junto a ellas, Matthew Golding, primer bailarín del Royal Ballet de 2014 a 2017, Xander Parish, figura del Ballet Mariinsky, Jorge García Pérez, solista del Ballet de Basilea, e Igor Bacovich, bailarín, coreógrafo y fundador de Metamorphosis Dance con Iratxe Ansa.
Abrió el programa Entangled Echoes, con música de Philip Glass, firmada y bailada por Ansa y Bacovich, también autores e intérpretes de Seda, con la voz de la fadista María Berasarte, que interactuaba con ellos en el escenario, cantando Tú, mi delirio, de César Portillo de la Luz, y el piano de Pepe Rivero. La pareja dedicada a la danza contemporánea creó también la coreografía de estreno absoluto de la noche, Camelia, con música de Marc Álvarez, realizada en honor a Carmen Mateu –ésa era su flor favorita y la estatuilla del premio reproduce una-, la recordada empresaria y mecenas fundadora del festival, fallecida en 2018, y quien da nombre a los galardones creados hace dos años.
Maria Khoreva interpretó junto a Xander Paris el paso a dos del segundo acto de Giselle, ofreciendo con detalle los etéreos portés desplazados que simulan el vuelo de la joven ya convertida en willi, y el dúo del tercer acto de La bayadere, donde también se destacaron sus infinitas extensiones de piernas, que sirvió de cierre a la gala. Sola, Khoreva bailó el Pas Hongroisse del ballet Raymonda, una pieza breve que, o se baila con toda la mezcla de delicadeza y energía del carácter dado por Marius Petipa desde su creación en 1898, o se queda un tanto desangelado. ‘Gala Ballet Under the Stars’ del 35º Festival de Peralada
Dores André y Jorge García Pérez bailaron el neoclásico Éxta, paso a dos creado para esta gala por el norteamericano Garrett Smith sobre la partitura Bach Recomposed, de Peter Gregson. Caracterizado por una gran energía, en la línea de la dinámica neoclásica que caracteriza el ballet americano del siglo XX, este dúo se gestó en cuatro días en Barcelona, entre el coreógrafo que ahora trabaja con Les Grands Ballets Canadiens y la pareja de bailarines.
Solista del Ballet de la Ópera de Bucarest, la catalana Ada González ofreció, con Xander Parish, un muy correcto paso a dos del segundo acto de El lago de los cisnes, en la versión coreográfica de Julius Reisinger, sobre la emblemática partitura de Tchaikovsky. Sin quitarse el tutú blanco, interpretó después La muerte del cisne, la histórica coreografía de Fokine para Anna Pavlova.
Lucía Lacarra parece haber hecho un pacto con lo divino para continuar, a sus 46 años, impecable en lo técnico y en lo artístico. Su gran experiencia y madurez se traduce, además, en la proyección que proporciona a sus evoluciones: no solo sus brazos y torso se mostraban siempre en continuo diálogo, también sus infinitos developpés y degagés expresan musicalidad y sensibilidad.
Junto a Matthew Golding ofreció Finding Light, bella coreografía del taiwanés Edward Liang sobre música de Vivaldi y After the Rain, la famosa creacíón de Christopher Wheeldon sobre la partitura de Arvo Pärt, ya un referente del ballet neoclásico moderno, creado para el New York City Ballet en 2005, y que también tienen en repertorio otras grandes compañías como el Royal Ballet de Londres. Estas dos interpretaciones ofrecidas por Golding y Lacarra fueron los puntos culminantes de esta noche de luna llena que iluminaba el magnífico entorno del auditorio del Castell de Peralada.