Lacarra estrena junto a Matthew Golding el ballet ‘Fordlandia’. Por Cristina Marinero
En el espectáculo de ballet Fordlandia, estreno en Madrid de las estrellas Lucía Lacarra y Matthew Golding, el cine y la danza, la luz y la música se fusionan con los estilos de cuatro coreógrafos de gran talento para crear una obra de arte total de una nueva dimensión. Figuras de la danza internacional ambos, el ser pareja en la vida real ha sido esencial para que este espectáculo se estrenara en septiembre en Dortmund (Alemania), se haya visto en Tarrasa y en Bilbao, y continúe. Después de Madrid (Teatros del Canal, del 5 al 10 de enero), lo presentarán en Tenerife (día 30) y en Oviedo (3 de marzo), si bien siguen poco a poco sumando funciones.
La creadora polaca Anna Hop firma Stillness y Close, ambas piezas con música de Chopin; el coreógrafo ruso afincado en el San Francisco Ballet, Yuri Possokhov, ha creado Snow Storm, sobre partitura de Gueorgui Svirídov, y el creador murciano afincado en Holanda, Juanjo Arqués, es el autor de Pile of Dust y Fordlandia, ambos títulos composiciones de Jóhann Jóhannsson y éste último, el que da nombre al espectáculo. El cierre de la noche es con el ya clásico paso a dos del británico Christopher Wheeldon, el aclamado After the Rain, sobre la obra de Arvo Pärt. Lacarra estrena junto a Matthew Golding el ballet ‘Fordlandia’
Como cuenta Lucía Lacarra, Fordlandia está ideado antes de que la pandemia nos encerrara, fraguado en vivo en los meses de enero y febrero, y redondeado a distancia durante el confinamiento. Pudieron retomarlo de nuevo en persona, en junio, en los estudios del Ballet de Dortmund, compañía en la que la bailarina es artista invitada, donde grabaron en su teatro vacío, y con filmaciones en las playas de Zumaia (Guipuzcoa), tierra natal de la bailarina, y en los bosques de Amsterdam (Holanda), donde vive Golding, bailarín canadiense que ha sido figura del Het National Ballet, entre otros, y donde sigue actuando como invitado. Lucía Lacarra nos cuenta más detalles.
El título está basado en la composición de Jóhannsson, inspirada en el magnate norteamericano del automóvil, Henry Ford, y la ciudad que creó en Brasil para producir más caucho.
Como lo hemos creado en gran parte durante el confinamiento, separados Matthew y yo, teníamos esa necesidad de soñar que volveríamos a encontrarnos y que regresaríamos pronto al escenario, que todo esto terminaría. El concepto del espectáculo es el viaje a través de un sueño. Cuando descubrimos la maravillosa música de Jóhannsson, Fordlandia, que es como circular, casi hipnótica, me pareció ideal por el concepto de esa ciudad utópica. Sí, fue el sueño de Henry Ford y me parece algo mágico, porque suena a Disneylandia. Es un sueño que nos llena de esperanza; es el sueño de que volveremos a una cierta normalidad para trabajar con libertad.
¿Cómo os pilló el confinamiento y dónde lo pasasteis, ya que ha sido este encierro un tiempo valioso para trabajar con la obra?
Yo lo pasé en Zumaia, con mi hija, y Matthew en Amsterdam, donde vive su hijo de dos años de una anterior relación. Estábamos en Dortmund, cancelaron los espectáculos y el viernes 13 cogí el avión. No nos podíamos imaginar cómo íbamos a estar los próximos meses. Pero no había otra opción que aceptarlo. Lo peor fue la incertidumbre de ir sumando dos semanas más, dos más… Lo mejor, que tuvimos tiempo para preparar y organizar bien este espectáculo.
A excepción de After the Rain, creado en 2005 por Wheeldon, ¿todas las demás coreografías son estreno?
Sí. La idea de crear un espectáculo la teníamos desde hacía tiempo. Y estábamos tan ocupados que fue en enero cuando pudimos tener diez días libres ambos y nos fuimos a trabajar a San Francisco con Yuri Possokhov, a quien conozco muy bien de mis años allí, porque su pieza la íbamos a estrenar en abril en la gala del Dance Open de San Petersburgo, que se ha celebrado ahora en diciembre. Después, a finales de febrero, trabajamos en Dortmund con Anna Hop. Y llegó todo esto y ya las pieza que creamos cuando pudimos salir fueron las de Juanjo Arqués. Estuvimos planificándolo todo durante el confinamiento, el hilo conductor, las películas, que están relacionadas con las coreografías. Terminar con After the Rain, el único paso a dos que existía y que hemos bailado mucho, es un símbolo de lo que hacíamos antes de que pasara todo este drama.
¿Cómo ha sido el trabajo con Anna Hop?
Trabaja en Varsovia con el Ballet Nacional de Polonia, como bailarina y coreógrafa. La conocía Mat de un viaje, es una mujer adorable, nos encanta su trabajo y ya lo habíamos organizado para estar con ella antes de todo esto. La pandemia, por otro lado, nos ha dado la posibilidad de que Fordlandia se estrenara en 2020. Sin este tiempo de preparación en casa, confinados, no lo habríamos podido hacer.
Con Juanjo Arqués, me comentabas, ya, por fin, trabajasteis en el estudio en persona.
El primer vuelo que salió de Bilbao fue a Frankfurt el 15 de junio y yo estuve sentada en él. Era un poco aterrador porque no sabías si en el último momento iban a cancelar o qué iba a pasar. Toda una aventura. Y regresar a un estudio de danza, el 16 de junio, fue maravilloso. Empezamos a crear con Juanjo en Dortmund, porque Alemania estaba mejor de la pandemia en primavera. El y Mat venían desde Amsterdam juntos y creamos las piezas durante 10 días. También grabamos las primeras imágenes en el teatro de Dortmund. Volvíamos a casa 10 días y regresábamos a Dortmund a ensayar. Después, volvimos a Zumaia y grabamos en las playas, luego fuimos a grabar al bosque de Amsterdam. Ha sido un verano en el que hemos estado muy contentos porque estábamos muy activos. Yo seguía planificándolo todo aunque siempre planeaba sobre nosotros la idea de que nos volviesen a confinar. Pero, por ahora, lo hemos sobrevivido. Los humanos somos animales de supervivencia, nos adaptamos. Viajar ha sido complicadísimo. Llevo una lista de PCRs inmensa. Pero cuando uno quiere hacer algo, está dispuesto a todo. Da igual las trabas, haces lo que sea necesario.
La unión de lo audiovisual con la danza tiene mucho que ver con lo que hemos vivido durante el confinamiento, con todo el mundo haciendo streamings de ballets o clases. Pero el medio natural del arte coreográfico es el escenario y con público en vivo.
Nosotros no queríamos hacer lo que hacía el resto, que estrenaba online, en streaming… Era como decir “desde ahora será así y nos conformamos”. Y eso no lo queríamos. La idea de todas las imágenes que tenemos es que en aquellos momentos los teatros no existían, estaban cerrados. Y por eso en Fordlandia hemos llevado la danza al exterior, a una playa, a un bosque. Por mucho que un teatro estuviese cerrado nosotros bailábamos donde fuese. Fue como oxígeno, nos hizo evadirnos y nos mantuvo motivados todo este tiempo.
¿Ya habíais concretado que lo estrenaríais en Dortmund?
Queríamos crearlo allí porque no estaban utilizando los estudios. Ellos sabían que estábamos creando algo y lo que ocurrió es que la compañía necesitaba ofrecer enseguida una programación y durante los primeros meses no podía haber más de dos bailarines en escenario porque se contaba a todos los técnicos como grupo. Solo podían programar algo de una hora y cuando les hablé de mi idea nos ofrecieron coproducirlo. En abril teníamos las fechas de los espectáculos de Dortmund y por otra casualidad yo estaba hablando con Tarrasa porque querían un Cascanueces. Y me preguntaron si tenía algo, me lancé y les expliqué todo y ya en abril cerré los espectáculos de diciembre allí. Hemos llegado a hacer cinco espectáculos en Dortmund. Se cancelaron los de noviembre y se van a anular de nuevo en las fechas que teníamos ahora, ya nos lo han dicho. Lo de bailar en Teatros del Canal surgió este16 de diciembre, cuando estábamos en San Petersburgo, en la gala de Dance Open, porque nos pidieron sustituir el espectáculo cancelado. Y ha sido el mejor regalo de Navidad.
El ser Matthew y tú pareja en la vida real y haber creado vuestro propio espectáculo ha sido esencial para seguir trabajando en este complicado año, ¿no?
Sí. Hemos creado una compañía de producción que es la que produce el espectáculo. Son situaciones donde uno se demuestra a sí mismo su carácter. Si me dicen hace un año que esto va a pasar yo hubiera dicho que me moriría si tuviese que estar encerrada. Pero resistimos. Al ser pareja, en septiembre y octubre actuamos en galas en Dortmund, Essen y en Berlín, y en diciembre, en San Petersburgo y en Murcia. Porque el requisito en todas las que se han celebrado era ser convivientes o pareja. Hemos podido hacer muchos espectáculos en estos tres meses en comparación con las compañías, que están paradas. El problema hoy es que cuanto mayor sea la compañía mayor es el problema.
Lo malo es el efecto mariposa que ha creado la pandemia para la economía, para los teatros… Las compañías no tienen trabajo, lo de ir de bailarín invitado, se ha terminado, las galas apenas se van a celebrar, entonces nosotros, ya antes de la pandemia y quizás desde el subconsciente, decidimos crear nuestro propio trabajo y creo que va a ser lo que prime hoy en día.