Macbeth. Verdi. Munich

Nationaltheater de Munich. 1 Julio 2014.

El Festival de Ópera de Munich no es un festival al uso, ya que lo que ofrece es toda una serie de representaciones de ópera que se han podido ver a lo largo de la temporada regular. Teniendo en cuenta el hecho de que por la capital bávara pasan los mejores cantantes, la visita a Munich en el arranque del verano es cita obligada para el aficionado. Este año hay un inicio de festival espectacular con el Macbeth de Verdi y el debut de Anna Netrebko en el personaje de Lady Macbeth, un Guillaume Tell de altos vuelos y una Frau Ohne Schatten en un auténtico homenaje a Richard Strauss en su 150 aniversario. Entre el 27 de Junio y el 31 de Julio subirán a escena 14 óperas distintas con figuras estelares, entre las que no pueden faltar tenores como Jonas Kaufmann y Juan Dego Flórez o sopranos como Anna Netrebko y Anja Harteros.

El arranque del festival ha ofrecido el debut de Anna Netrebko en el personaje de Lady Macbeth y el resultado puede considerarse como un enorme triunfo de taquilla y un moderado triunfo de público, que no comparto totalmente.

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Todos los aficionados conocen el giro que Anna Netrebko ha dado a su carrera en los últimos años, pasando de un repertorio lírico-ligero a otro lírico-spinto e incluso dramático, como en el caso que nos ocupa. Está fuera de cualquier discusión que la soprano rusa tiene una de las voces más atractivas de los últimos años, con un timbre oscuro tan típico de las voces eslavas. A eso hay que añadir una calidad de actriz de primer orden y una capacidad de transmitir emociones al público verdaderamente singular. Con estos valores el éxito de Anna Netrebko está asegurado en cualquier personaje que aborde. Dicho esto, hay que entrar en algunos matices de importancia.

A mi parecer es indudable que la voz de Anna Netrebko ha ensanchado en los últimos años sin perder calidad. Eso hoy le hace ser una intérprete ideal de personajes como la Leonora de Trovatore, la Desdémona de Otello, Tosca, Butterfly o Manón Lescaut. Sin embargo, Lady Macbeth va un paso más allá y, aunque es cierta la extracción belcantista del personaje, estamos ante una auténtica soprano dramática, que la diva rusa no es. Yo entiendo que una cantante excepcional, como es el caso que nos ocupa, no debería abordar un personaje nuevo sino para convertirse en la intérprete de referencia en el mismo. En el caso de Lady Macbeth y, con todas las indudables cualidades que adorna a la Netrebko, hay mejores alternativas.

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Nada se puede oponer a la calidad de su voz, que sigue siendo espectacular, ni tampoco a su volumen y proyección, ya que llega perfectamente a los últimos rincones del teatro. En este sentido me pregunto si Verdi, escuchándola en el personaje, seguiría creyendo que Lady Macbeth debería ser cantada por una soprano con voz poco atractiva. En mi opinión Anna Netrebko está un tanto forzada en el personaje, especialmente en las notas bajas, aunque siempre son perfectamente audibles, pero no tienen la naturalidad que ella ofrece en el centro y en la parte superior. Tal como yo la veo, creo que no debería frecuentar el personaje, ya que más de una vez fuerza y eso le podría pasar factura. No me cabe ninguna duda de que fue ella lo mejor del reparto en todos los sentidos, como tampoco tengo duda de que ni la producción de Martin Kusej ni la dirección de Paolo Carignani la ayudaron a triunfar. En los concertantes no tiene ni el más mínimo problema para hacerse oír y ni la coloratura ni los sobreagudos que Verdi escribió le crearon mayores problemas. La siempre esperada escena del sonambulismo la resolvió francamente bien, mostrando poderío y estupendo uso de reguladores. Lamentablemente, la guinda que podía haber puesto el teatro boca abajo – el temible RE bemol en pianísimo – no le salió con la firmeza necesaria. Con todas sus indudables y excepcionales cualidades creo que Lady Macbeth no es un prudente elección y hoy por hoy no es la intérprete de referencia. Me quedo con Lyudmila Monastyrska y con Sondra Radvanovsky, tan pronto como ésta debute el rol.

La actuación de Simon Keenlyside como Macbeth fue sorprendente y decepcionante. Nunca me ha parecido que su voz es adecuada para los grandes barítonos verdianos, lo que se ha confirmado en este caso. El caso es que le he encontrado con problemas serios para cantar con elegancia, mostrando serias deficiencias de respiración, a lo que hay que añadir un tercio agudo disminuido y muy apretado. La siempre esperada aria Pietà, rispetto, amore no sé si le hizo sufrir más a él o a mí. Puede ser que estuviera indispuesto, pero no hubo ningún aviso en tal sentido.

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Joseph Calleja fue el intérprete de Macduff, que tiene poco que cantar, pero que suele llevarse el gato al agua en el aria La paterna mano. Más o menos así ocurrió en este caso, aunque a mi parecer a su interpretación le faltó emoción.

Ildar Abdrazakov fue un Banco intachable, cantando con gusto y elegancia el aria que precede a su asesinato. Sin duda, un lujo en el personaje, que pasa a mejor vida demasiado pronto.

En los personajes secundarios cumplió bien el tenor Dean Power como Malcolm, mientras que Christoph Stephinger (Médico) y Iulia Maria Dan (Dama de Lady Macbeth) pasaron sin pena ni gloria.

Al frente de la dirección musical estaba todo un experto como Paolo Carignani, pero su dirección no me convenció y tuvo bastante que ver con que la ópera no levantara realmente el vuelo. En general, hubo abuso innecesario de decibelios y tiempos un tanto precipitados. No sé si dicha precipitación tuvo su origen en el matrimonio Macbeth o en él mismo, pero indudablemente la responsabilidad es exclusiva del maestro. Intachables las prestaciones de la Orquesta y el Coro de la Bayerische Statsoper.

La producción ofrecida se estrenó en Octubre de 2008 y tuve ocasión de verla en el festival de Julio de 2009. Cuenta con dirección escénica del austriaco Martin Kusej, que fue sonoramente abucheado en el estreno. Se trata de una producción de las llamadas modernas, que ofrecen muchas ideas – demasiadas – y que Kusej no ha sido capaz de quedarse con las que merecían la pena, sino que ha decidido poner en escena todas ellas. En mi opinión hay unos símbolos o ideas permanentes, cuyo sentido no está al alcance de mortales como yo. Una pequeña tienda de campaña, siempre presente en escena, donde se cometen los crímenes (Banco, Duncan…). Una gran lámpara en la “estancia” de los Macbeth, en la que la Lady se divierte. Sangre, mucha sangre. Las brujas son unos niños, mientras las voces del coro se sitúan en el foso de la orquesta. Un gran campo repleto de calaveras cubre el escenario y sobre ellas deambulan una serie de figurantes, que unas veces se rascan la piel como locos, otras se medio desnudan para dedicarse a los placeres del sexo, algunas veces aparecen en topless para sacarse sus impermeables de plástico de la nariz (literalmente), y, finalmente, todos ellos nos dedican una sesión de urinario público (agua incluida, supongo) que dura unos tres minutos.

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No parece difícil deducir que Martin Kusej ha decidido llevar adelante la carta de la provocación, aunque ha producido más hilaridad que rechazo en el público. El hecho de sustituir al coro por figurantes en varias escenas nos hace perder musicalmente para no ganar nada. Al final, me resulta una producción provocativa innecesariamente, con algunos momentos buenos y, en general, una buena dirección de escena.

La escenografía de Martin Zehetgruber aporta elementos más que decorados, ya que las paredes son telas de plástico. El vestuario de Werner Fritz es tan complicado como la producción y llega a ofrecer la fiesta de los Macbeth con todos los invitados vestidos con ropajes medievales, excepto los monarcas. La iluminación de Reinhard Traub podía haber sacado más partido de las oportunidades que le ofrecía esta producción.

El teatro estaba hasta los topes y la presencia de gentes con carteles de Suche Karte era impresionante. Creo que nunca había visto tal demanda en las cercanías de un teatro. El público no mostró entusiasmo durante la representación Las mayores ovaciones a escena abierta (sonambulismo y aria de Macduff) no llegaron a los 25 segundos. La recepción final fue más entusiasta – excesiva a mi parecer – con bravos para los cuatro protagonistas y el maestro. Por supuesto, Anna Netrebko fue la más festejada.

La representación comenzó con 5 minutos de retraso y tuvo una duración total de 3 horas justas, incluyendo un intermedio. Duración musical de 2 horas y 17 minutos. Los aplausos finales se prolongaron durante 11 minutos, aunque los 3 últimos fueron repetidas muestras de entusiasmo de un puñado de espectadores.

El precio de las localidades era el más caro que yo he visto en mis muchos años de asistencia a este teatro. El motivo parece claro y, a la vista de los numerosos Suche Karte, todavía podrían haber sido los precios más elevados. La localidad más cara costaba 243 euros, habiendo butacas de platea por 143 euros. La entrada más barata con visibilidad plena valía 67 euros. Las entradas de pie costaban 16 euros.

José M. Irurzun