Redacción OW
Entre los días 30 de junio y 22 de julio, el Teatro Real ofrecerá 19 funciones de Madama Butterfly, de Giacomo Puccini, con puesta en escena de Damiano Michieletto y dirección musical de Nicola Luisotti, que estará al frente de 4 repartos y del Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real en 16 representaciones. Luis Miguel Méndez dirigirá la ópera los días 5, 11 y 17 de julio. Madama Butterfly vuelve al Real después de las 42 funciones con puesta en escena de Mario Gas, la producción con más reposiciones desde la reinauguración del Teatro. La ópera llega ahora con el enfoque diferente de Damiano Michieletto, que nos interroga sobre la crueldad, el dolor, la humillación y el desengaño que viven las víctimas del turismo sexual de antaño y de hoy, en Japón o en los rincones de nuestras ciudades. «Madama Butterfly» Teatro Real
Cuatro cantantes encarnan a esta joven enamorada, que se hace mujer a lo largo de la ópera: Saioa Hernández, Ailyn Pérez, Lianna Haroutounian y Aleksandra Kurzak. El ingrato papel de Pinkerton será asumido por los tenores Matthew Polenzani, Charles Castronovo, Michael Fabiano y Leonardo Capalbo. Completan el cuarteto protagonista las mezzosopranos Silvia Beltrami, Nino Surguladze y Gemma Coma-Alabert, como Suzuki, y Lucas Meachem, Gerardo Bullón y Luis Cansino, como Sharpless.
Madama Butterfly es la sexta de las 10 grandes óperas de Giacomo Puccini (1858-1924) y su tercera colaboración con los libretistas Giuseppe Giacosa y Luigi Illica, con los que ya había trabajado en La bohème y Tosca, siempre con gran tensión, disputas y desavenencias provocadas por el carácter difícil, obsesivo y perfeccionista de Puccini.
Para conceder a la partitura la atmósfera oriental Puccini estudió el folclore japonés, los timbres de sus instrumentos, la sonoridad de las voces, los temas, ritmos y escalas más utilizados, articulando todas estas influencias con la música europea, en una relación finísima y sutil con la dramaturgia del libreto y la caracterización de los personajes. Este “exotismo” musical potencia la riqueza tímbrica y armónica de su escritura orquestal, siempre refinada, fluida y epigramática, con hallazgos expresivos únicos, de grandísima belleza y plasticidad.
Para el director de escena Damiano Michieletto este mundo sonoro orientalizante que atraviesa toda la obra no necesita de ser reforzado con kimonos, biombos y abanicos japoneses que alejan, enmascaran y embellecen el terrible sufrimiento de la inocente Cio-Cio-San en su abnegado camino hacía madurez y el consciente suicidio. En la producción concebida para el Teatro Regio de Turín, Michieletto despoja la ópera del esteticismo orientalista y sitúa la trama en la actualidad, en los suburbios de una bulliciosa ciudad asiática con carteles publicitarios y letreros de neón concebida por el escenógrafo Paolo Fantin, donde habita Cio-Cio-San, refugiada con sus sueños juveniles en una habitación de plexiglás. En el estreno de esta propuesta escénica, en 2010, la prensa y el público no recibió bien la propuesta. Después se ha vuelto a subir al mismo escenario (2014, 2023) y también se ha visto en Bolonia (2020) con una excelente acogida.