Madama Butterfly en Durango
La galería de personajes femeninos puccinianos es menú irresistible para muchas cantantes, y el de la japonesa Cio-Cio-San especialmente por la delicadeza y la fuerza con la que su autor la cinceló. Enivia Muré ha hecho suyo el personaje con estas mismas características. Una soprano con un registro agudo solvente, de voz carnosa, con una escuela de canto notable y sentido de la línea y un fraseo expresivo. Su evolución, desde la timidez a la seguridad de una mujer-mujer, potenció la faceta teatral de la obra sumando muchos puntos a su exhibición artística. El cobarde Pinkerton fue interpretado por Carlos Galván, tenor de un materia vocal de calidad, viril, robusto y con squillo; un material al que cabría pedir un un mejor control, un mayor lirismo, para enlucirlo con una pátina de primerísimo nivel. El barítono Arturo Rodríguez supo exponer en su quehacer la nobleza del cónsul Sharpless, un hombre sensato que advierte a Pinkerton de lo que sucederá, a la vez que trata compasivamente a la japonesita. Su canto fue mate y un tanto desigual, con un caudal sonoro importante. Antes de iniciar la función se anunció al público que el hijo de este cantante había fallecido un par de días antes, lo que motivó un precipitado viaje a otra ciudad de México y su retorno a Durango para cumplir con su compromiso artístico. La Suzuki, interpretada Isabel Tintori, se movió a la altura de Muré en el bellísimo dúo de las flores. La joven mezzosoprano aprovechó cada palabra, cada inflexión, para componer primorosamente a la fiel sirvienta de Cio-Cio-San.
Los personajes comprimarios fueron interpretados con solvencia. El director Jorge Armando Casanova, al frente de la Orquesta Sinfónica de la Universidad Juárez del Estado de Durango, hizo una lectura clásica. Desde el preludio enérgico se notó el trazo grueso, dejando de lado el intimismo en algunas escenas aunque siempre fue cuidadoso con los cantantes. Estupenda la labor del coro. La propuesta escénica, de la Compañía Ópera de México, lleva la firma Arturo Rodríguez, intérprete esta noche de Sharpless, y está ceñida a las indicaciones del libreto, por lo tanto con tintes realistas, ayuna de imaginación pero vistosa y cómoda para el espectador novel, que es la primera instancia que buscan estas funciones líricas a la búsqueda de ese público que no deja de crecer afortunadamente. La correcta iluminación de Luis Fernando Terresvery acompañó y potenció la escenografía y vestuario, aspectos señalados en el programa de mano bajo la responsabilidad de la Compañía Ópera de México. Los saludos fueron entusiastas para todos los artistas que comparecieron y especialmente para la protagonista de la obra.
Federico Figueroa