Madama Butterfly ABAO Por Joaquín Ferro
Sin caer en el revisionismo, que se encuentra fuera del ámbito de esta crítica, Madama Butterfly es una obra que en lo argumental me provoca un profundo rechazo. Es lógico; nuestra sensibilidad y apreciación de determinados temas ha evolucionado en estos más de cien años pasados desde su estreno. Lo innegable es que la música es magnífica y ofrece una oportunidad de oro a los buenos intérpretes de emocionar al público, por lo que recomiendo abstraerse del texto y dejarse llevar por la composición tal como pudimos hacer el pasado veintiuno de mayo.
En esta ocasión, como ha venido sucediendo a lo largo de esta temporada, se nos presenta un montaje correcto. Fernando Latorre fue un Bonzo energético y controlado con una buena emisión. En esta misma línea, Damián del Castillo demostró ser un barítono rico y en ciertos momentos emotivo. Su actuación aún necesita más desarrollo, pero vocalmente es sólido y cuenta con un interesante color vocal. Jorge Rodríguez-Norton es un tenor que, aunque el sonido de su voz pueda resultar duro en algunos momentos, resulta lo suficientemente consistente como para haber podido llevar sobre sus espaldas una mayor relevancia. Seguro que le veremos como protagonista pronto en este mismo escenario del Euskalduna. Madama Butterfly ABAO
Suzuki estuvo cantado por Carmen Artaza, que no convence en su actuación como dedicada sirvienta, pero que enamoró al público con su canto. No hay objeción a su interpretación vocal, tan meditada y ajustada, por lo que espero en lo personal que siga ese camino y no aborde aún papeles al límite de sus recursos actuales. En unos años, este buen hacer que demostró en la representación será magistral.
En un ámbito más pragmático, no debo dejar de lado a Monique Arnaud, cuyo espíritu consigue transmitir un aire japonés, aunque sea fugazmente en un montaje un tanto artificial. Quizás Stefano Monti se queda en la forma y no en el contenido; indudablemente todo respira un aire tradicional japonés con un juego entre el interior fusuma y el exterior sôji que acota las escenas públicas y privadas de una manera fluida y sutil, que con un poco más de esfuerzo en las actuaciones de solistas y, sobre todo, del Coro de Ópera de Bilbao habrían creado una ilusión completa.
La primera parte fue totalmente injusta con Sergio Escobar, una Orquesta Sinfónica de Bilbao demasiado fuerte y presente le obligó a cantar por encima de lo recomendable para un instrumento como el suyo, que tiene una buena emisión y colocación pero que pierde toda su cualidad al intentar cantar a plena voz. Henrik Nánási no estuvo a la altura y permitió, teniendo una partitura como la que se comenta en esta crítica, un volumen excesivo en la orquesta. Del mismo modo, también es imperdonable tener que escuchar un coro desafinado durante toda la representación, que remató con una intervención para olvidar del ‘Boca chiusa’ que todos conocemos. Madama Butterfly ABAO
También me pareció muy desafortunado obligar a una intérprete como María Agresta a excederse en muchos momentos para no ser cubierta por la orquesta. Su técnica no le permite forzar los fortes sin que suenen descontrolados y fuera de tono. Si bien tiene una bella voz y puede aplicar recursos más que suficientes para emocionar con su interpretación aún se percibe cierta inmadurez vocal. Como ha sucedido a lo largo de la historia de la ópera, los grandes intérpretes se hacen a lo largo de los años. La lástima es que en los últimos tiempos se está exigiendo a intérpretes jóvenes que afronten papeles de gran peso perjudicando carreras que se prometían brillantes. Nos encontramos con voces que eran luminosas y de tesituras infinitas que acaban cantando agudos desafinados mientras ruedan por un escenario. Respetemos la profesión e invirtamos en paciencia para así dejar de lado las emociones tik-tok, que son efímeras y estériles en su esencia. Madama Butterfly ABAO
ABAO está haciendo una programación cada año más ambiciosa, pero al mismo tiempo está renunciando a ciertos aspectos que en su día eran inherentes a su filosofía. No hay que confundir cobrar con ser un profesional, ni cubrir el expediente echando mano de lo que se tiene cerca con una solución válida a largo plazo. El socio y el asiduo que compra una entrada en ABAO tienen un alto nivel de exigencia, labrado después de muchos años de escucha y, en no pocos casos, de estudio. Por lo tanto, sería muy sano abrir audiciones para no tener que escuchar siempre a los mismos cantantes en los roles secundarios y se debería dar mayor solidez a los conjuntos estables, sobre todo al coro, pues estos contribuyen decisivamente al resultado final. Si además la selección de cantantes e instrumentistas se guiase por criterios estrictamente musicales, en lugar de confiar esta tarea a un ‘proveedor’, la lírica en esta ciudad también saldría ganando.
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ABAO Bilbao Opera (Palacio Euskalduna), 21 de mayo de 2022. Madama Butterfly, música de Giacomo Puccini y libreto de Luigi Illica y Giuseppe Giacosa. Stefano Monti (dir. escénica), Henrik Nánási (dir. musical), Maria Agresta (Madama Butterfly), Sergio Escobar (Pinkerton), Carmen Artaza (Suzuki), Damián del Castillo (Sharpless), Jorge Rodríguez-Norton (Goro), Marta Ubieta (Kate Pinkerton), José Manuel Díaz (Yamadori / Comisario), Fernando Latorre (Tío Bonzo), Gexan Etxabe (Yakuside). Bilbao Orkestra Sinfonikoa, Coro de Ópera de Bilbao, Boris Dujin. Opera World