Maestros Cantores en Berlín: Magnífico espectáculo con carga emotiva añadida

 

Maestros Cantores en Berlín: Magnífico espectáculo con carga emotiva añadida
Escena de los Maestros Cantores en Berlín. Foto: Bernd Uhlig

Sin duda estos Maestros Cantores en Berlín eran uno de los grandes atractivos del viaje, ya que se trataba de una nueva producción, siendo ésta la segunda de las representaciones de la misma, aparte de contar con un notable reparto vocal y la presencia en el foso de Daniel Barenboim. Tengo que empezar por decir que esta representación de Maestros Cantores en Berlín ha sido el reverso de la medalla de la espantosa producción de Freischütz el día anterior. En esta ocasión todo ha funcionado estupendamente y hay que reconocer que, cuando en una ópera todo funciona bien, no hay espectáculo que se le pueda comparar.

La producción de Maestros Cantores en Berlín lleva la firma del regista alemán Andreas Moses, cuyos trabajos han tenido lugar casi exclusivamente en Stuttgart durante los últimos años. Como ocurre con muchas producciones actuales, Andreas Moses trae la acción a tiempos modernos, pero lo hace con mimo, atractivo y gran respeto a libreto y partitura. Me ha parecido una producción magníficamente dirigida, con gran atención a los detalles, llena de frescura, muy conseguida desde el punto de vista puramente estético y con algunos toques personales interesantes. La escenografía de Jan Pappelbaum nos ofrece 4 escenarios distintos: la iglesia de Santa Catalina, con unos simples bancos corridos, las casas de Sachs y Pogner con luces de neón, el centro de trabajo de Hans Sachs, con una vistosa librería al fondo y, finalmente, la pradera con un edificio neoclásico al fondo, que deja un amplio espacio para moverse todos los solistas, coralistas y figurantes. El vestuario de Adriana Braga Peretzki resulta atractivo y colorista en todos los casos, tanto en los participantes en la fiesta de la pradera como los punkies con los que arranca el segundo acto. Buena también la iluminación de Olaf Freese.

Donde Andreas Moses demuestra ser un gran regista es en la dirección escénica, que es un auténtico ejemplo de cuidado por el detalle y el buen gusto. Antes de empezar la obertura, los miembros del coro y los maestros van tomando asiento en los bancos del escenario, donde aparecerá en los primeros compases Walther para situarse al lado de Eva y comenzar sus arrumacos en la iglesia para escándalo de los asistentes. El segundo acto está muy bien dirigido, desde la pelea de los jóvenes (aquí son punkies) hasta la bronca final, en la que participan todos los Maestros. Resulta muy interesante la manera de presentar Moses la relación Eva-Hans Sachs, que siempre es un tanto equívoca. Finalmente, en la escena de la pradera cada coralista y cada figurante es un personaje, no faltando toques de humor como la presencia en la fiesta de unos jeques árabes con sus guardaespaldas. Es una producción de las que le hace a uno reconciliarse con las producciones modernas. El respeto a música y al texto es fundamental en estos casos y en eso Andreas Moses resulta intachable.

La parte musical no podía decepcionar contando con la presencia en el foso de Daniel Barenboim y su excelente Staatskapelle Berlín. La dirección de Barenboim estuvo a la altura de lo que puede esperarse de él, resultando particularmente brillante en el último acto. Todos los aficionados conocen lo difícil que resulta dirigir el final del segundo acto y hay que reconocer que Barenboim lo hizo como un auténtico maestro. Son muchos los años que lleva al frente de la dirección musical de la Staatsoper y hay un relación de cariño y admiración por parte del público, que se pone de manifiesto cada vez que Barenboim entra en el foso. A destacar también la actuación del Staatsopernchor.

Si escénica y musicalmente la representación ha volado alto, no se ha quedado atrás en el aspecto puramente vocal, en el que además ha habido tintes verdaderamente emotivos, que son muy de agradecer y que demuestran la sensibilidad de una compañía de opera. Me refiero a la presencia entre los Meistersinger de 5 “viajas glorias”, cuya presencia ha sido un auténtico regalo para el aficionado, que les ha dedicado ovaciones de admiración en sus saludos. Estos Cinco Magníficos eran Franz Mazura (Hans Schwarz) que pasea sus 81 años con enorme dignidad, Graham Clark (Kunz Vogelgesang), un inolvidable Mime, Reiner Golberg (Ulrich Eisslinger), el tenor heroico de los años 80 y 90, Siegfried Jerusalem (Baltasar Zorn), el tenor wagneriano de referencia en los años 90, y el barítono Olaf Bär( (Hans Foltz), inolvidable Wolfram. El teatro les dedicó su admiración y reconocimiento cada vez que salían a saludar.

Markus Werba en una escena de Maestros cantores en Berlín.
Markus Werba en una escena de Maestros Cantores en Berlín. Foto: Bernd Uhlig

Hans Sachs es sin duda el personaje de ópera que más tiene que cantar en una ópera. Es un personaje verdaderamente escrito para súper-hombres, ya que hacen falta unas cualidades sobrehumanas para hacer frente a todas las exigencias vocales, por no hablar de las interpretativas. Nunca han sido mucho los intérpretes destacables de Hans Sachs, pero hoy no cabe duda de que el cetro está en Alemania. Wolfgang Koch fue un Hans Sachs magnífico. Su voz ofrece un gran poderío y termina la ópera sin dar signos de fatiga. Además, ha profundizado mucho en el personaje y hoy su interpretación es mucho más convincente y emocionante que la que ofrecía hace unos cinco años. Hoy en día Michael Volle y Wolfgang Koch son los dos grandes intérpretes del personaje.

Klaus Florian Vogt volvió a encarnar a Walther von Stolzing y volvió a demostrar que se encuentra como pez en el agua en el personaje. Siempre me ha parecido este tenor particularmente adecuado para los personaje de Lohengrin y Walther, mientras que su voz blanquecina me resulta menos interesante en otros caracteres mas heroicos. Huelga decir que lo hizo estupendamente.

El personaje de Sixtus Beckmesser tenía que haber sido interpretado por Johannes Martin Kränzle, quien tuvo que cancelar por una seria enfermedad, que espero la supere. Su sustituto fue Markus Werba, que hizo una excelente interpretación vocal y escénica del personaje. La única pega que le pondría es que me resulta demasiado joven para el personaje.

Julia Kleiter fue una convincente Eva, atractiva en escena, muy bien ayudada por el vestuario, y cantando con gusto, además de interpretar el personaje de forma notable.

Stephan Rügamer lo hizo muy bien en la parte de David, tanto escénica como vocalmente, con una voz muy adecuada. Su pareja escénica era la mezzo soprano Anna Lapkovskaja, cuya Magdalene me produjo una excelente impresión.

Kwanchul Youn fue un convincente Pogner, casi un lujo en el personaje.

El resto de los Meistersinger eran Jürgen Linn, como un sonoro y divertido Fritz Kothner, Gyula Orendt (Konrad Nachtigall), Paul O’Neill (Augustin Moser) y Arttu Kataja (Herman Ortel).

Finalmente, muy adecuado y divertido el Vigilante Nocturno de Jan Martinik.

El Teatro Schiller ofrecía una sorprendente ocupación de alrededor del 90 % de su aforo. El publico mostró su entusiasmo de manera evidente durante y al final de la representación Hubo bravos para todos, especialmente para Wolfgang Koch, Klaus Florian Vogt, Markus Werba, Daniel Barenboim y los Cinco Magníficos.

La representación de los Maestros Cantores en Berlín comenzó puntualmente y tuvo una duración de 6 horas y 1 minuto, incluyendo dos interminables intermedios. Duración musical de 4 horas y 26 minutos. Nada menos que 14 minutos de aplausos y vítores.

El precio de la localidad más cara era de 107 euros, habiendo butacas de platea al precio de 58 euros. La localidad más barata costaba 37 euros. Luego dicen en Bilbao que allí la ópera está al alcance de todos…

Jose M. Irurzun