Aeterna Musica continua su exquisita temporada musical con un concierto en memoria del polifonista portugués Manuel Cardoso, poco conocido entre nosotros pero de una calidad y originalidad sin precedentes. Con este concierto Gradualia, dirigido por Simón Andueza, quiso homenajear el 450 aniversario de su nacimiento.
La iglesia de las Mercedarias Góngoras de Madrid se llenó de público el sábado 3 de diciembre. Había gran expectativa ante el concierto que de nuevo organizó la asociación Aeterna Música y de su programador Paco M. Quirce: toda una garantía de calidad para los más exigentes.
Manuel Cardoso es el principal compositor del grupo de polifonistas de Évora, los mayores exponentes del período áureo de la música religiosa portuguesa. La música que compuso es sólo vocal, sin acompañamiento de cualquier instrumento, y consiguió producir un estilo personal muy característico.
Pasó su vida como fraile carmelita en el convento do Carmo en Lisboa donde fue maestro de capilla. Antes de hacer votos a los diecinueve años, había sido niño cantor del coro de la catedral de Évora. Estuvo al servicio del duque de Barcelos y más tarde del Duque de Braganza, que sería el rey Juan IV, el «Rey Músico», cuando Portugal logró independizarse de España. Ambos tuvieron muy buena relación y se visitaban mutuamente.
Manuel Cardoso era un hombre modesto, parco en la comida, circunspecto y obediente. Y aunque ocupó cargos de responsabilidad siempre conservó la humildad con que se adornaba su espíritu. Es uno de los compositores portugueses con más obra publicada y un excelente polifonista: “Cardoso fue revistiendo sus obras de un lenguaje expresivo muy personal, con osadías técnicas y estéticas que no se encuentran en otros contemporáneos.” (Público, suplemento «Mil Folhas»)
La música de Cardoso es difícil, exige concentración y mucho trabajo interpretativo. Gradualia, bajo la atenta dirección de Simón Andueza, consiguió mantener la tensión del público desde el primer acorde. Los cantores Sandra Cotarelo (soprano), Delia Agúndez (soprano), Ana Cristina Marco (alto), Sonia Gancedo (alto), Javier Carmena (tenor) y Simón Andueza (barítono) llegaron hasta el Cardoso más emotivo en su intensa espiritualidad.
Las seis voces se escucharon como seis líneas independientes que se van entrelazando creando un tejido sonoro sorprendente; incluso se pueden ‘ver’ deslizándose por la cúpula de las Góngoras; cada uno con su timbre y su tesitura, cantando con voces limpias y purísima afinación. Voces que se mueven con una libertad calculada y que confluyen en momentos puntuales, controlado todo con precisión por Simón Andueza.
No podemos hablar de armonía pues aún no había sido propuesta por Rameau. Por ello Gradualia nos ofreció la idea de contemporaneidad del contrapunto de Cardoso, nos hizo sentir el mismo asombro que cuando se estrenó hace 450 años… Música de hoy, como si no hubiese existido la homofonía: ni Beethoven, ni Debussy.
Podríamos encontrar de nuevo a Cardoso en Penderecky?
Especialmente emotiva fue su interpretación de la Missa Pro defuntis a seis voces, cuando la sorpresa inicial había puesto al público en la situación de admiración y respeto y pudimos escuchar en silencio la belleza gozosa de la música de un hombre sencillo, interpretada magistralmente.
Soledad Bordas