Marta Espinós y Sorolla: el poder de la luz

Bajo el título Sorolla, un imaginario musical, la pianista alicantina Marta Espinós ha elaborado un originalísimo recital de música española deliciosamente enhebrado en torno a la figura del llamado pintor de la luz. Tras presentarlo en varios museos españoles y de EEUU, y últimamente en la National Gallery de Londres en relación con la exposición “Sorolla. Spanish Master of Light”, Espinós ha venido a pasear este estimulante proyecto por la Comunidad de Madrid dentro de la XXXII edición del ciclo Clásicos en Verano en tres pequeños municipios: Brunete, Navalagamella y Valdemorillo.

Estructurado en cuatro bloques, el recital transita por las diferentes tipologías o temáticas de los lienzos de Joaquín Sorolla: Retratos, Escenas de niños, Estampas de puerto y playa y Pasión por Andalucía. Fiel a su faceta divulgadora, la pianista de Jávea comenta y explica al público cada una de las piezas seleccionadas, en esa voluntad manifiesta de relacionar al pintor con los compositores españoles de su tiempo congregados en el programa. Y es que Espinós, una artista muy comprometida con la difusión del repertorio más infrecuente de su instrumento, es quizá una de las mayores y mejores representantes actuales de lo que ha dado en llamar el “comisariado musical”, una suerte de equivalente en un recital pianístico a la figura del comisario de una exposición pictórica. Una oportuna iniciativa a la que hay que dar la bienvenida y que contribuye a orientar al público a la manera de una guía de audición al margen de los consabidos (y muchas veces innecesarios) programas de mano de los conciertos. En un, en apariencia, serio y sesudo recital de piano (no era este el caso) se hace incluso más necesaria esta labor de comisariado, pues el ejercicio de interacción e interpelación al público debería generar, al margen del aprendizaje y la preparación para el disfrute colectivo, un ambiente animado y cordial entre el intérprete y las personas que van a escucharle, máxime en este tipo de conciertos estivales al aire libre, como fue el caso del que se ofreció en el atrio de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Brunete.

En Sorolla, un imaginario musical, Marta Espinós consigue revivir el color y la luminosidad inherente a los cuadros de Joaquín Sorolla por medio de un atractivo y elaborado programa cuyas obras pianísticas poseen una poderosa vinculación con el arte pictórico del artista valenciano. Ya desde la primera pieza del programa, “La andaluza sentimental” de Joaquín Turina, los vecinos del municipio madrileño se pudieron cerciorar de la elevada perfección técnica de Espinós, la depuradísima tímbrica y el cuidado manejo de los cambios de dinámica, así como la intachable limpieza del discurso, que hizo seguir con total embeleso los diversos vaivenes de este delicado y sensual retrato femenino del músico sevillano, perteneciente a su obra De mujeres españolas: tres retratos para piano. Todo un delicado juego de sutilidades destinó acto seguido para las cinco piezas de las Escenas de niños de Frederic Mompou, resaltando con una muy expresiva gestualidad, actitud mantenida durante todo el recital, la canción popular catalana que el compositor cita en los números 1 y 5 de la suite, y que la pianista había tocado previamente al público. Y de Cataluña de vuelta a Andalucía, a través de una sensacional y muy desconocida composición de Joaquín Rodrigo, las Cuatro estampas andaluzas, en absoluto academicista, que convocó un subyugante despliegue de los sones del sur de España, destacando la discontinuidad y los cambios de ritmo tan propios del maestro que en los relampagueantes dedos de la pianista levantina revivieron con deslumbrante fulgor las imágenes asociadas a sus descriptivos títulos.

Antes había brindado una no menos centelleante interpretación de la deliciosa Sonatina playera de Óscar Esplá, una pieza breve pero de amplio vuelo pianístico donde la frescura de su carácter choca con la dificultad de su escritura en el terreno armónico, y que Espinós desgranó con nervio y atenta expresividad. Pero lo más popular quedaba para el final del recital, con el auténtico tour de force de corte andaluz (un común denominador de este programa) del triunvirato de la música nacionalista española. Absolutamente modélicas fueron todas y cada una de sus recreaciones de las piezas que hilvanó sin solución de continuidad: la Andaluza de las Danzas españolas de Enrique Granados, Sevilla de la Suite española de Isaac Albéniz y dos colofones que fueron del más depurado exhibicionismo técnico: la Danza ritual del fuego de El amor brujo y la Danza nº 1 de la ópera La vida breve de Manuel de Falla. Un recital servido con pasión y entusiasmo, amén de una musicalidad en estado puro a la que sólo faltaron las pinturas de Sorolla para hacer plena justicia a este feliz imaginario musica

Germán García Tomás