Más protestas en la Metropolitan Opera por The Death of Klinghoffer

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400 personas se reunían el pasado lunes, 20 de octubre, frente al Metropolitan Opera de Nueva York en protesta por la primera representación de la polémica ópera de John Adams The Death of Klinghoffer, bajo proclamas que acusan a la obra de exaltación del terrorismo. La composición de Adams gira en torno al asesinato en 1985 del pasajero Leon Klinghoffer en el crucero italiano Achille Lauro, cuando fue secuestrado por cuatro miembros del Frente de Liberación Palestino; su contexto emocional, según aseguran detractores como el ex-alcalde Luigi Giuliani, ensalza «de una forma verdaderamente romántica a los terroristas».

La primera gran manifestación contra el Metropolitan se produjo el 22 de septiembre con la apertura de temporada, donde el público que asistía al primer espectáculo recibió las mofas de los protestantes. Asimismo, las presiones de grupos judíos obligaron a la institución a cancelar la película internacional y las retransmisiones por radio para noviembre; un «gesto de compromiso», según el administrador general,Peter Gelb. La representación de comienzos de esta semana resultó enturbiada por abucheos y gritos dispersos desde la grada, que, al final, fueron acallados con una magnífica ovación. Antes de la misma, un grupo de jóvenes judíos se sentaron frente al teatro para discutir las escrituras hebreas, lideradas por el rabino Avi Weiss.

El Metropolitan emitía un comunicado esta semana asegurando que «el hecho de que la ópera de Adams aborde la complejidad de un acto irracional de violencia en la vida real no implica que no deba ser representada […], ni que sea anti-semítica o glorifique el terrorismo». El alcalde Bill de Blasio, pese a no haber asistido a ninguna función, apela al derecho a que la obra sea representada, por su condición de obra artística, al margen de las controversias. Tampoco la han visto sus principales detractores, observa el experto en ópera Fred Plotkin, quien no cree que los asesinos de Klinghoffer sean mostrados en ella con cierta simpatía, muy al contrario de lo que ocurre con el protagonista y su familia, que constituyen la «espina moral» del trabajo Adams.

La ópera se estrenó en Bruselas en 1991 sin demasiada polémica, y fue ofrecida posteriormente por múltiples teatros europeos y por la Brooklyn Academy of Music con una mezcla de admiración y rechazo.