Tras más de 3 meses sin actividad sobre el escenario, desde el cierre impuesto por la declaración del estado de alarma decretado pocos días antes del estreno de Achille in Sciro de Corselli/Courcelle, la temporada llega a su fin con una Traviata muy especial en el Teatro Real. Y tiene previsto hacerlo cada noche hasta el día 27 de julio, con las estrictas medidas de seguridad de un protocolo hecho a la medida de las circunstancias. El aforo, durante las primeras representaciones, está marcado hasta el cincuenta por ciento; y los ocupantes de las 849 butacas disponibles tienen franjas horarias para el ingreso al edificio. Gel hidroalcohólico, alfrombra desinfectante y arco detector de la temperatura son parte de la bienvenida antes de entrar al vestíbulo. La sonrisa del personal que amablemente daba indicaciones quedaba oculta por la mascarilla que deben usar todos los convocados.
En el escenario, con una apuesta teatral condicionada por las medidas excepcionales en vigor, que lleva la firma de Leo Castaldi, se contó con Marina Rebeka, Michael Fabiano y Artur Rucinski en los tres personajes principales (Violetta, Alfredo y Giorgio Germont, respectivamente). Estos se turnarán con otros artistas en las citas siguientes. En el foso, el más amplio de las tres configuraciones que puede ofrecer el teatro, la Orquesta Sinfónica de Madrid, estuvo dirigida por Nicola Luisotti, y está previsto que el gallego Luis Méndez Chaves tome la batuta en seis funciones. Y como no podía ser de otra manera, esta Traviata muy especial en el Teatro Real requirió una cuidada colocación de los miembros del coro titular.
Redacción OW