El conocido contratenor Jesús Hernández Pastor presentó el 7 de abril un proyecto de voz a solo dedicado a las músicas occidentales de carácter sacro. Su objetivo era establecer nexos estéticos y simbólicos con la contemplación y con la mística desde diferentes enfoques.
Convocados por El canto de Polifemo, acudimos el pasado sábado 7 de abril a la Iglesia de las Mercedarias de Góngora del madrileño barrio de chueca. Allí, a las siete en punto de la tarde ocurrió lo que les voy a describir.
Primer milagro. La voz de José Hernández Pastor
Este músico y musicólogo, cantante contratenor, había dispuesto maravillarnos con un discurso monódico al que puso por título En alas del Espíritu. Música contemplativa occidental. Dividido en cuatro episodios, «La luz. De la esperanza en la certeza», «Nacer, renacer», «El carisma milagroso» y «En alas del Espíritu», se vislumbró un cantante a solo con gran belleza en el timbre del contratenor, voz homogénea, canto expresivo sin necesidad de gestos innecesarios. Cantaba para nosotros, desde su sereno mundo interior…
Segundo milagro: el canto llano
“La música gregoriana es dilatada en su extensión de expresión emocional; más majestuosa, espiritual y austera que cualquier otra forma de arte: exquisitamente espontánea y pura en la melodía, y extremadamente sutil y sofisticada en cuanto a perfección técnica.” Estas palabras de Dom David Knowles definen la actuación de José Hernández Pastor; él fue majestuoso, espiritual, austero, exquisito, espontaneo, sutil, sofisticado y perfecto.
La iglesia de las Mercedarias de Góngora era el decorado ideal para la coreografía y puesta en escena elegida por el músico que, vestido de blanco, cantaba en distintos puntos del cabecero y de la planta en cruz de la iglesia, de manera que a veces era visible y a veces no… Pero en todo momento su voz llenaba de presencia el tiempo y el espacio hasta que finalmente hizo mutis por el foro, mientras seguía cantando. El contrapunto lo ponía un público vivo, que respira y tose, el ladrido de un perro callejero, la campanada de un reloj que da la media.
Tercer milagro: música resucitada
Como Lázaro, como Jesús, y milagroso el poder escuchar siglos después cómo sonaba occidente cuando aún era oriente.
Aplausos al músico, pero también al musicólogo, que supo contarnos el resultado de sus investigaciones y regalarnos la primera interpretación en tiempos modernos de Dat virtutis argumentarum (Responsorio, modo VII), gracias a la colaboración de Ángel Medina, catedrático de musicología de la Universidad de Oviedo.
En palabras de José Hernández Pastor, el concierto fue «un viaje por los edificios espirituales erigidos con música, con sonido, con vibración».
Fascinante.
Sol Bordas