Mozart y Salieri en la Fundación Juan March

Mozart y Salieri
Mozart y Salieri

La Fundación Juan March lleva muchos años ofreciendo numerosas actividades culturales en Madrid, destacando en los últimos años su programa de Óperas de Cámara, que creo llega a su sexta edición. Pocas son las fundaciones de este tipo en nuestro país y bueno es reconocer el servicio que la Fundación Juan March viene prestando a la cultura en general y a la música en particular. Más todavía si añado que el acceso a la sala es siempre libre.

La ópera de cámara elegida en esta ocasión ha sido Mozart y Salieri, de Rimski- Korsakov, en coproducción con el Teatro de la Zarzuela. Esta ópera tiene dos versiones, la primera de ellas para piano, que se estrenara en 1897 en salón privado, y la segunda para orquesta, que se estrenara en Moscú un año más tarde. La versión que se nos ofrece aquí es la original sin orquesta.

La ópera está basada en la obra de Pushkin, que recoge la leyenda, real o más bien ficticia, de la muerte de Mozart, envenenado por Salieri, debido a la envidia de éste respecto del genio de Salzburgo. La citada leyenda parece estar basada en una confesión que hizo el propio Salieri pasados más de 30 años y en su lecho de muerte, aunque hay que decir que en aquel momento el compositor italiano había perdido la cabeza. Esta leyenda se hizo muy famosa a partir de la película Amadeus.

La obra es muy corta, en un acto con dos escenas y no tiene sino dos personajes, aparte de otro par de caracteres mudos. Evidentemente, es una obra menor, resultando agradable al oído.

El escenario del Auditorio de la Fundación Juan March no tiene muchas posibilidades escénicas y ha sido bien utilizado por la dirección de escena, de la que se ha ocupado Rita Cosentino. En la primera escena el escenario está ocupado en la izquierda por el piano, dejando en el centro unas cuantas sillas para la casa de Salieri, con una especie de altar y una ventana a la derecha. En la segunda escena la parte de la derecha representa ahora el lecho de muerte de Salieri. Al fondo del escenario se proyectan imágenes alusivas y todo ello hace que la cosa funcione bien. La citada escenografía se debe a Antonio Bartolo, mientras que el adecuado vestuario de época es obra de Gabriela Salaverri, contando con una adecuada iluminación por parte de Fer Lázaro.

Los personajes, como digo más arriba, son dos. Salieri, que es el más impórtate en la ópera, estuvo interpretado por el barítono Ivo Stanchev, convincente en escena, sonoro vocalmente, aunque algo basto. Mozart era el tenor Pablo García-López, que mostró una voz agradable, aunque reducida en lo que a volumen se refiere.

En la parte musical estuvo en el piano Borja Mariño.
El auditorio estaba repleto y el público siguió con interés la representación, dedicando cálidos aplausos a los artistas.

La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración total de 51 minutos, de los cuales la música ocupó 41 minutos. Tres minutos de aplausos.

Como digo más arriba, la entrada era libre hasta completar el aforo, lo que se consiguió

José M. Irurzun