Nabucco coro Teatro Real Por María Pardo
Tras 151 años sin representarse, Nabucco vuelve al Teatro Real, una de las obras más famosas de la historia de la ópera por la relevancia que tiene el coro, haciendo del pueblo el verdadero protagonista de la historia. En una época en la que parte de la actual Italia estaba aún bajo dominio del Imperio austrohúngaro, se estrena esta ópera que trata sobre la invasión de Jerusalén por parte de los babilonios. Verdi aprovecha este tema bíblico para trazar un paralelismo entre Nabucodonosor II (Nabucco), rey de Babilonia, que esclaviza al pueblo hebreo, y el emperador de Viena, convirtiéndose así en un ídolo del Risorgimento italiano. Nabucco coro Teatro Real
Y es precisamente la época del Risorgimento la que Andreas Homoki escoge para ambientar su puesta en escena, es decir, la época en la que se estrenó este título en la Scala de Milán, concretamente en el año 1842. Homoki parte, pues, de la misma lectura que hacen los propios italianos al ver por primera vez Nabucco, identificando su situación sociopolítica con el argumento de la ópera. Esta coincidencia fue clave esencial de su éxito, el primero realmente en la carrera de Verdi, quien inicia aquí sus años de trabajo frenético -«de galera»-, aunque esta obra, a día de hoy, no ha perdido ni una pizca de actualidad.
Homoki se decanta por un inmenso muro móvil imitando el mármol verde como único elemento escénico, diseñado por el escenógrafo Wolfgang Gussman, que sirve para oprimir, desplazar, dividir, esconder, delatar y refugiar a opresores y oprimidos. Para marcar la diferencia entre los austriacos y los italianos, Homoki se sirve del vestuario creado por Wolfgang Gussman y Susana Mendoza: los austriacos visten lujosos trajes (ellas vestidos impresionantes del siglo XIX con el mismo color verde marmoleado del muro y ellos elegantes trajes del ejército o de la corte) mientras que los italianos van ataviados con ropajes más utilitarios de colores neutros, marrones o sienas.
El efecto se logra de inmediato: nada más subirse el telón, durante la obertura, con la presentación de una primera imagen en el que se nos muestra toda la corte alrededor de los emperadores con sus dos hijas pequeñas en la que la madre cae sin vida al suelo y, al siguiente “golpe de telón”, se ve al padre solo abrazando amoroso a sus dos hijas pequeñas para mostrarnos la faceta más humana y más tierna del Nabucco/padre frente a la tiranía y despotismo del Nabucco/rey. Y con estos elementos, no hay nada más sobre el escenario que la propia música de Verdi y las voces y la acción de los personajes, incluyendo al coro como un importante y único ente. Quizás, en el desarrollo dramático del sufrimiento de los protagonistas, hay un abuso de “caídas”, similar al de los niños pequeños cuando se tiran a al suelo como único recurso para mostrar abatimiento. Nabucco coro Teatro Real
Nicola Luisotti, al igual que hizo en La Bohème que pudimos ver las pasadas Navidades en coliseo madrileño de la ópera, se muestra muy cuidadoso con las necesidades vocales de sus cantantes y con las dinámicas y empaste de la orquesta. Orgulloso de los músicos que lidera, los puso en valor en diversas ocasiones, prodigándose en sonrisas de satisfacción. Aunque hubo algunos momentos de pequeños desajustes, la Orquesta Titular del Teatro Real mantuvo su calidad habitual.
El personaje principal, Nabucco, interpretado por el barítono italiano Luca Salsi estuvo vocalmente correcto, pero carente de emoción y profundidad en su propuesta dramática. ¿Por qué sigue habiendo tantos cantantes masculinos que, para mostrar físicamente su sufrimiento, andan como si estuvieran ebrios, dando un pequeño rebote sobre sus rodillas a cada paso? Es un recurso que hubiera podido ser efectivo el siglo pasado, pero a día de hoy, cuando ya se ha profundizado más en la verdad del personaje, resulta incluso molesto y distrae la atención de la labor vocal del cantante.
El tenor estadounidense Michael Fabiano, como Ismaele, defendió su personaje con arrojo y certeza vocal. A pesar de su total solvencia, por momentos pareciera que el Rodolfo de La Bohème en la que le vimos hace unos meses se hubiera colado en Nabucco.
El bajo ucraniano Dmitry Belosselskiy, aunque su imagen tenía la fuerza que requiere el personaje de Zaccaria, ya conocido para él, vocalmente tuvo momentos flojos en los que aparecía un vibrato bastante marcado que indefinía la afinación de sus frases melódicas, sobre todo las cadencias.
Brilló indiscutiblemente la soprano italiana Anna Pirozzi en el papel de la malísima Abigaille. Aunque comenzó algo fría, a medida que se desarrollaba la ópera iba tomando una fuerza magnífica. Su voz mostró agudos brillantes, y el efecto que causaba con sus pianos en el desarrollo y conclusión de sus fraseos nos regaló algunos de los mejores momentos de la velada. Nabucco coro Teatro Real
Silvia Tro Santafé, la mezzosoprano valenciana, estuvo correcta en su papel de Fenena, atinada y a la altura de sus compañeros de reparto. El bajo surcoreano Simon Lim destacó por la precisión y el cuerpo de su voz en el rol de Gran Sacerdote. Y la soprano andaluza Maribel Ortega también dio lo mejor de sí demostrando gran calidad en el discreto papel de Anna.
Un aparte merece en esta ocasión el Coro Titular del Teatro Real que, bajo la dirección de Andrés Máspero, fue la estrella indiscutible y “personaje” protagónico de la ópera. Mucho se ha dicho ya sobre la práctica que se está poniendo de moda de forzar los bises para llamar la atención de los medios. En este caso, pudiera ser, o no, que la intención estuviera presente, pero como persona que disfruta de este arte, he de decir del “Va, pensiero” que en él presencié, oí matices que no había escuchado de esa manera anteriormente.
Luisotti lo dirigió con mucha calma; el coro comenzó sus primeras palabras, todos cuerpo a tierra, con un hálito de voz, y así se mantuvo, marcando algún acento como en la palabra “Sionne” pero volviendo a la humildad del comienzo hasta “Oh mia patria”. Al pronunciar esta frase creció la intensidad del sonido a la vez que gran parte del coro se incorporó a media altura, sentados o sobre sus rodillas. Y se entregaron a voz plena y perfectamente empastados al pronunciar “Arpa d’or”. Este forte mantenido, que muchos aprovecharon para levantarse del todo, contrastó con el piano que siguió a “O simile di Sólima”. “Traggi un suono di crudo lamento” sonó como si fuera un pensamiento que pudiera oírse y que otros tantos cantantes elevaron al cielo poniéndose definitivamente en pie. Finalmente, «O t’ispiri il Signore» se antojó como un trueno lleno de fuerza para culminar este «himno a la libertad» en un piano que se perdió en el recogimiento de la humildad inicial.
Por desgracia, la grabación del ‘Va, pensiero’ que puede verse en los medios, tal vez debido a la disposición de los micrófonos que había en la sala para recoger el sonido, no se acerca lo más mínimo a la naturalidad del efecto sonoro que Luisotti provocó en el coro y la orquesta en ese momento único. No obstante, para muchos de los que estábamos en el Teatro Real ese fue un bis genuino, reclamado con entusiasmo y merecido. BRAVI!
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Teatro Real de Madrid, 5 de julio de 2022. Nabucco, música de Giuseppe Verdi (1813 – 1901) y libreto de Temistocle Solera (1815-1878), basado en la obra Nabuchodonosor (1836), de Auguste Anicet-Bourgeois y Francis Cornu, y en el ballet Nabuccodonosor (1838), de Antonio Cortesi. Producción de la Opernhaus de Zúrich, en coproducción con el Teatro Real. Director musical, Nicola Luisotti. Director de escena, Andreas Homoki. Escenógrafo, Wolfgang Gussman. Figurinistas, Wolfgang Gussman y Susana Mendoza. Iluminador, Franck Evin. Dramaturgo, Fabio Dietsche. Director del coro, Andrés Máspero. Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real.
Solistas: Luca Salsi como Nabucco, Michael Fabiano como Ismaele, Dmitry Belosselskiy como Zaccaria, Anna Pirozzi como Abigaille, Silvia Tro Santafé como Fenena, Fabián Lara como Abdallo, Simon Lim como el Gran Sacerdote, Maribel Ortega como Anna. Opera World