Nabucco. Verdi. B. Aires

 

Nabucco1.Verdi.B.Aires

drama lírico en cuatro actos

Libreto de Temistocle Solera

Teatro Avenida 10 de Agosto de 2013

Cuando Verdi inició la composición de Nabucco no era reconocido aún, ni mucho menos, como el mayor compositor de la lírica italiana. En su haber se contaba por entonces el éxito de su primera ópera, Oberto, y el estrepitoso fracaso de la segunda, Un giorno di regno, lo que sumado a la pérdida de su mujer y sus dos hijos, fallecidos para la misma época, lo llevó a decidir abandonar la música en medio de una profunda depresión.

Fue el empresario de la Scala quien lo puso en contacto con el libreto de Nabucco, que había rechazado Otto Nicolai, y lo instó a que compusiera una nueva ópera.

Qué encontró Verdi en los versos de Temistocle Solera yen su artificiosa acción dramática para dejarse convencer y volver a la composición es un misterio. En cualquier caso lo que si sabemos es que, al menos conscientemente, en esta historia de hebreos cautivos en Babilonia, no vio más que una paráfrasis de la Biblia, de esa Biblia que su madre le hacía leer desde niño; nada de patriotismo, al menos consciente, movió su pluma.

Su juventud lo llevó a musicalizar un texto convencional, con escenas convencionales y personajes convencionales; su falta de notoriedad le impidió imponer condiciones; pero su genio musical le permitió crear la música que Italia esperaba escuchar, aún sin saberlo.

Para el público que ocupó la Scala, la relación que no vio el autor, resultó evidente y donde el libreto hablaba de hebreos ellos vieron italianos y en donde hablaba de babilonios vieron austríacos.

La magia se había consumado y la Italia del Risorgimento encontraba su himno, aquel que hablaba de una Patria, bella y perdida… aquel que pedía a Dios que inspirara virtud al sufrimiento padecido bajo el dominio extranjero.

Desde aquel 1842 muchos años han pasado… pero Nabucco lejos de transformarse en una pieza de museo, se volvió un clásico y la historia mundial permitió aquella transpolación, que aquella identificación que sintieron los italianos del S. XIX se repitiera en el corazón de cada pueblo sojuzgado al escuchar las notas del Va, pensiero…

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Por ello resultó interesante la propuesta del regisseur que para esta producción de Nabucco para la compañía BAL, que ambientó respetuosamente en época toda la acción hasta llegar, precisamente al célebre coro «Va, pensiero…» el que fue acompañado por proyecciones de distintos atropellos que han sufrido diversos pueblos desde la mitad del S.XX hasta la actualidad.

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Desde la profecía de Zaccaria que sigue al coro y que es una invocación a la esperanza en una justicia victoriosa, los personajes, coro incluido, aparecen vestidos a la moda de post-guerra y el desarrollo dramático toma así una connotación simbólica más plena. La única que permanece ajena a estas variantes es Abigail, el eje de la tragedia personal, esa historia de resentimientos, ansia de poder y desamor, que es el correlato de la historia social y política. Tal vez se hubiera deseado una mayor prolijidad en la selección de las imágenes proyectadas las que no fueron todas de igual calidad ni respondieron con coherencia al lenguaje musical.

Los diseños escenográficos de del mismo regisseur, Marcelo Perusso, tuvieron una bella expresión plástica y optimizaron el uso del escenario en una ópera con tantas escenas de masas. El vestuario, que también llevó su firma, presentó bellos diseños respetuosos de la estética babilonia y hebrea, y un acertado límite cromático en los que correspondieron al siglo XX. La cuidada marcación escénica mostró un trabajo a conciencia y al servicio de las virtudes de la obra, tanto en solistas como en el coro.

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Entre los intérpretes los resultados nunca bajaron del Bueno.

Hernán Iturralde compuso un convincente Zaccaria, combinando con precisión autoridad de pastor y fuerza de líder y cantándolo con una voz de gratísimo timbre y buen fraseo que corre sin fisuras a lo largo de todo el registro, teniendo en cuenta la amplia tessitura que el compositor le exige. El público premió su actuación con justicia.

Mónica Ferracani demostró una vez más la estatura de su Abigail, un rol tan difícil como extenuante, en el que puso de manifiesto toda su autoridad escénica. Su voz que de su origen de soprano lírica con coloratura tiende cada día más al registro lírico spinto, enfrentó con solvencia los pasajes dramáticos ( impactante y conmovedora su aria Anch´io dischiuso un giorno y brillante su dúo con Nabucco) y aún las coloraturas sin por ello descuidar el doloroso lirismo de la escena final. Su trabajo fue cerrado con cerradas ovaciones.

Lisandro Guinis vistió a su Nabucco con buena estampa e interesante voz de buen caudal y clara emisión. Bello timbre de barítono verdiano que conmovió sin ambages en su aria «Dio di Giuda» La escena en la que enfrenta a Abigaile fue otro de los momentos que nos costará olvidar de esta producción tanto por su rendimiento vocal como escénico.

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Santiago Bürgi puso lo mejor de si para su Ismaele, un rol que lo lleva al límite de las capacidades de su registro, en el que resultó sin embargo, convincente.

Una gratísima sorpresa ha sido la mezzo-soprano María Luisa Merino que nos brindó una Fenena de primer nivel, con una voz de bellísimo color y timbre y un caudal que le permite llenar la sala. Su desempeño dramático estuvo a la altura de sus virtudes vocales.

Muy buena la Anna de Laura Polverini. Bien llevado el Sacerdote de Walter Schwarz, lo mismo que el Abdalo de Darío Leoncini.

El coro tuvo una destacadísima prestación tanto en lo vocal como en lo escénico. Fue expresivo e hizo gala de compromiso y calidad. Su interpretación del Va, pensiero fue ovacionada y bisada con el concurso del público que sumó su voz a la del escenario.

La dirección del Mtro. Logioia Orbe fue parte de lo mejor de la noche y estuvo a la altura de su prestigio. Atento a los detalles, respiró y dejó respirar, sin perder por ello ni una pizca de la tensión verdiana. Supo acentuar la dramaticidad de una partitura que aún muestra muchos clichés, pero en la que Verdi ya está presente de cuerpo entero. Sacó mucho de bueno de una orquesta que más allá de alguna pequeña mácula tuvo una inspirada labor.

Una sala colmada ovacionó a los intérpretes de una noche en la que Verdi volvió a hablarle al corazón de los porteños.

NABUCCO

drama lírico en cuatro actos

Música de Giuseppe Verdi

Libreto de Temistocle Solera

Teatro Avenida de la Ciudad de Buenos Aires

Función del 10 de Agosto de 2013

Nabucco… Lisandro Guidis

Ismaele… Satiago Bürgi

Zaccaria… Hernán Iturralde

Abigail…. Mónica Ferracani

Fenena…. María Luisa Merino

El Gran Sacerdote…. Walter Schwarz

Abdalo…. Darío Leoncini

Anna… Laura Polverini

Coro de BAL

Dirección… Mtro. Juan Casasbellas

Orquesta de BAL

Dirección… Mtro. Javier Logioia Orbe

Puesta en escena, escenografía

y vestuario….. Marcelo Perusso

Iluminación… Rubén Conde

Prof. Christian Lauria