Una muy personalista a la par que innovadora selección musical nos propone la soprano americana Nadine Sierra en su debut discográfico. Lejos de realizar su puesta de largo en el sello Deutsche Grammophon con arias representativas de su cuerda de lírico-ligera y evitar las consabidas comparaciones, la joven cantante opta por algo completamente diferente como es aunar músicas provenientes del mundo del musical, la canción ligera o la ópera del siglo XX pertenecientes en su totalidad a compositores del continente americano, ya sea del Norte o del Sur, como Bernstein, Villalobos, Gordon, Theofanidis, Foster, Golijov y Stravinsky (en origen ruso pero posteriormente nacionalizado estadounidense). Páginas en las que le secunda con esmero y diligencia la Royal Philarmonic Orchestra bajo la batuta de Robert Spano.
La juventud de la intérprete no es óbice para que la voz ya esté plenamente hecha, y aunque acuse cierta incisividad en el agudo, se presta con acierto para la canción ligera americana, a las que transmite sentimiento y emoción, como lo atestiguan las dos aquí recogidas de Ricky Ian Gordon: “Stars” y “Will there really be a morning?”, ésta última interpretada de forma especialmente emotiva y nostálgica. Como precedente en esa línea de la genuina canción americana encontramos a un autor como Stephen Foster con su “Jeanie with the light brown hair”.
Las canciones de Gordon siguen la estela marcada por Leonard Bernstein, un autor que la soprano homenajea en el centenario de su nacimiento desde el mismo título del álbum, “There’s a place for us”, extraído de la canción “Somewhere” de Stephen Sondheim para West Side Story, que le sirve a la soprano americana para abrir su recital con mimbres bastante operísticos. En el aria “Glitter and be gay” de Candide, la interpretación de la irónica página intenta a todas luces acercarse a su referente, la soprano June Anderson, creadora de la pieza, con un resultado aceptable pese a su deje de efectismo final, alargando el agudo con los últimos compases de la orquesta. En contraste, la joven soprano muestra sus raíces latinas cantando en castellano con una dicción un tanto irregular la extrovertida canción “A Julia de Burgos” del propio Bernstein.
Si bien es agradable cómo aborda las dos interesantes canciones de destino cinematográfico aquí recogidas de Heitor Villalobos (“Canción de Amor” y “Melodía Sentimental”) en el popular Aria de la Bachiana Brasileira nº 5 la americana insufla demasiada impostación y carga lírica, con lo que la pieza resulta desprovista de toda su sencillez. Avanzando el disco, comprobamos que Sierra parece moverse mejor en la creación más contemporánea, representada en dos piezas de corte minimalista, que traduce de manera marcadamente sentimental: el aria de Maia, de The cow’s of Apollo, ópera de Christopher Theofanidis papel al que la soprano dio vida en 2011, y la intimista Lúa descolorida del argentino Osvaldo Golijov, entonada en una implorante y estremecida media voz sobre un poema en gallego de Rosalía de Castro. Más ópera del siglo XX para acabar el álbum la hallamos en el expresivo y contrastante aria “No word from Tom”, de la singular ópera del periodo neoclásico de Igor Stravinsky, la mefistofélica The rake’s progress, una acertada elección que le sirve a Sierra para desplegar un mayor espectro de emociones.
Como vemos, estamos ante una atípica y sugerente carta de presentación que podría parecer un tanto errática en sus planteamientos, pero que, en conjunto, y pese a pequeñas excepciones, favorece a la voz de esta soprano en progresivo ascenso. A partir de ahora sólo resta que Nadine Sierra nos convenza en un repertorio más habitual.
Germán García Tomás