Nocturno y alborada en el Festival Jordi Savall de Santes Creus

                                                                          Festival Jordi Savall Por Xavier Rivera

La contribución de Jordi Savall al mundo de la ópera es tan escasa como relevante: en 1991 presentó en el Liceu la primera representación moderna de Una cosa rara de Martin i Soler, uno de cuyos temas cita Mozart en su Don Giovanni. Más tarde dirigió Il burbero di buen cuore y L’arbore di Diana del mismo compositor. Las cuatro óperas comparten libretista: Lorenzo da Ponte. Últimamente ha presentado y grabado un Orfeo de Monteverdi. Cuatro óperas, pero cuatro títulos esenciales en nuestra historia. La sensación que deja Savall ante su increíble trayectoria de más de 120 discos y miles de conciertos con variadísimos programas parece que nos quiera decir una vez y otra: tenéis un repertorio interminable, maravilloso, con influencias venidas de muchas partes, sobre todo del Mediterráneo… ¡y tocáis y escucháis una y otra vez las mismas obras! De hecho, la programación de óperas de Martin i Soler continúa siendo excepcional… También es cierto que recientemente ha interpretado las nueve sinfonías beethovenianas, con unas versiones que no han sido acogidas unánimemente pero que tienen el mérito indiscutible de hacernos reflexionar sobre su perspectiva interpretativa. Festival Jordi Savall

El Festival que lleva su nombre, en los monasterios cistercienses de Poblet y Santes Creus y en la iglesia de Montblanc con su órgano histórico, es un reconocimiento más que merecido a su brillante trayectoria musical y a su empeño en dar a conocer nuestra historia musical. Siempre me ha costado comprender por qué Savall no ha tenido un grupo orquestal estable, subvencionado como muchas orquestas que redundan programación y público como un cliché repetitivo, aunque esto le haya permitido una libertad de programación con los diferentes grupos que ha creado: Hesperion XX, Le Concert des Nations, La Capilla Reial de Catalunya, cada cual con su personalidad y repertorio y formados casi siempre por los mismos músicos, que se conocen y respetan desde hace años.

Le Concert des Nations dirigido por Jordi Savall (c) Toni Peñarroya / Festival Jordi Savall 2022

NOCTURNO

Domingo 14 de agosto de 2022. TOUS LES MATINS DU MONDE. Le concert des Nations. Dir. Jordi Savall. Obras de J. B. Lully, F. Couperin, M. Marais, Mr. De Sainte-Colombe.

El mayor hito musical de la carrera de Jordi Savall ha sido, sin lugar a duda, el redescubrimiento de la escuela de viola de gamba francesa de Marin Marais, Forqueray, Desfontaines etc. y sobre todo del maestro de todos ellos, Monsieur de Sainte-Colombe. Le guardaremos el tratamiento de Monsieur, muy ceremonioso en francés antiguo, como muestra del respeto de sus contemporáneos hacia un artista no profesional, frugal, exigente y tal vez intransigente, pero cuya contribución a la historia de la música es tan esencial como sería la de Blaise Pascal a la filosofía y el pensamiento. La comparación no es casual: ambos personajes comparten muchos rasgos de personalidad. La grabación que efectuó Jordi Savall en compañía del magnífico gambista belga Wieland Kuijken en 1992 (Astrée Auvidis) debe pertenecer a la discoteca de cualquier melómano: una música a primera vista contemplativa, ascética y relativamente dura, pero llena de una sensualidad apenas refrenada y de una riqueza de colores muy representativa de la cultura francesa: latina en el corazón pero de apariencia bastante germánica por la solapada influencia cultural de cátaros, hugonotes y jansenistas. La historia personal, novelada por Pascal Quignard, de Sainte-Colombe, sus hijas y su alumno Marin Marais constituyen la trama de la película Tous les matins du monde (“Todos los albores del mundo”) que daba título al concierto de anoche en el incomparable marco del monasterio tarraconense de Santes Creus. Presentado en los primeros días de diciembre de 1991, el CD con la música del filme tuvo tanto éxito como regalo de Navidad que el productor tuvo que multiplicar por cinco sus previsiones de venta más optimistas: en pocas semanas vendió 25.000 ejemplares, el primer éxito absoluto del CD, que conocía entonces sus primeros balbuceos en el mundo de la música tan mal llamada “clásica”. Estas doscientas obras del Sieur de Sainte-Colombe, “Concerts à violes esgales”, aparecieron en la biblioteca personal del gran pianista francés Alfred Cortot, quien coleccionaba compulsivamente manuscritos antiguos de música y constituyó una biblioteca espectacular que no parece haber sido catalogada durante su ajetreada vida, durante la cual la viola de gamba y toda la tradición francesa de ese instrumento habían pasado al olvido histórico: ni se tocaba, ni se enseñaba ni había interés por conservar los instrumentos antiguos. Luis XIV, en cambio, admiraba la viola y los gambistas. Cortot nunca fue consciente del valor de esas obras, aunque fuese un hombre tan culto como controvertido por su ambigüedad sobre el antisemitismo ambiental desde la publicación por Richard Wagner de su opúsculo merecedor de mayor oprobio y durante la ocupación nazi de Francia. Moda que también siguieron otros grandes músicos como Vincent d’Indy o Ernest Ansermet. Pero Cortot, cuya primera mujer fue Clotilde Bréal, de familia judía, reconoció y apoyó el talento de sus alumnos hebreos Clara Haskil o Vlado Perlemuter. Y a principios del siglo XX tocó en trío durante años con Jacques Thibaud y el antifranquista Pau Casals, algo tal vez premonitorio… pues en los años 80, ante el éxito personal de Savall como gambista, la bibliotecaria de l’École Normale de Musique que fundó Cortot acudió a él consciente de que comprendería el incalculable valor de estas obras y las daría a conocer. Todo este empeño ha sido reconocido en Francia con una Legión de Honor y una mención de Caballero de Artes y Letras. En cambio, decepcionado por la deficiente política cultural española, rechazó el Premio Nacional de Música en 2014. Tiene también dos condecoraciones otorgadas por la Generalitat de Catalunya, Cruz de St. Jordi y Premio Pau Casals y por diversas universidades. Festival Jordi Savall

Le Concert des Nations ayer estaba formado por un excelente Luca Guglielmi al cembalo, preciso y rítmico, por Charles Zebley en el traverso, de bellísimo sonido, Manfredo Kraemer en el violín, competente pero menos inspirado que Xavier Díaz Latorre con la tiorba y la guitarra. Philippe Pierlot, que es un buen instrumentista, da una réplica correcta con la viola de gamba a Savall, pero carece de la envergadura artística del catalán o de la capacidad de emocionar de su maestro Kuijken. Jordi Savall sigue siendo un maestro en todos los sentidos del término: se mueve prudentemente como un hombre ya de una cierta edad, habla con una erudición y una simpatía que cautivan al oyente, pero en cuanto sus manos rodean la viola, se produce un milagro de expresión y emoción. Su instrumento canta con una naturalidad que esconde una sabiduría musical y una capacidad de expresar emociones que siguen sorprendiendo. Lo mismo nos seduce en las obras elegantes de Sainte-Colombe que nos provoca admiración con las endiabladas variaciones de Marais sobre “Las folies d’Espagne”  que le han acompañado durante décadas. Incluso su lenguaje corporal parece el de un joven entusiasta que descubre un instrumento mágico, cual Papageno con su Glockenspiel… La afluencia de varios cientos de oyentes obligó a los organizadores a trasladar el concierto al atrio del monasterio y recurrir a una amplificación de los delicados instrumentos barrocos, con la inevitable, aunque reducida, pérdida de calidad sonora. Pascal Quignard escribió en el programa de mano: “A veces los sueños trascienden la noche que los acoge”. Este es el mejor resumen de la velada.

El ensemble Cantoría durante su actuación (c) Maria Vertex / Festival Jordi Savall 2022

ALBORADA

Lunes 15 de agosto de 2022. El Jubilate. Obras de Mateu Fletxa, el vell. Cantoría (Conjunto seleccionado de la convocatoria artística del festival).  

Pocas horas después de escuchar al maestro, quien tuvo la deferencia de presentarlos y escucharlos atentamente, tuvimos ocasión de disfrutar del grupo de jóvenes cantantes que constituyen “Cantoría”, un grupo dedicado a difundir el maravilloso legado de la polifonía renacentista hispana egresado de la prestigiosa Escuela Superior de Música de Catalunya. Este grupo fue elegido por Savall tras un concurso dedicado a fomentar iniciativas de grupos de música antigua. Su programa estaba centrado en el compositor Mateu Flecha, “el viejo”, un músico que pasó de la vida trepidante de la corte de Carlos V al sosiego del monasterio de Poblet, donde acabó sus días. Sus “ensaladas” integran elementos en las diferentes lenguas del Imperio de los Habsburgo, música popular y personajes bien diferenciados dentro del rigor de la polifonía. Esto incluye occitano, catalán, italiano, castellano e incluso el galimatías de los marineros o soldados de los variopintos ejércitos imperiales…

Debemos considerar estas “Ensaladas” como precursoras de la ópera, casi un siglo antes de la aparición de la Camerata Fiorentina. Sus temas sirven, claro está, para la propaganda imperial de su poderoso patrón: evocación de batallas (las ganadas, claro), de viajes accidentados o simplemente de solaz y recreo. Cantoría sirve esta música con una espontaneidad, una alegría y una naturalidad que podrían hacernos creer que es solo fruto de talento e improvisación. Nada más lejos de la realidad, cualquier oído entrenado comprende que, detrás de esas sonrisas que nos depara Jorge Losana, su director musical y presentador de varias de las obras, se esconde un trabajo ímprobo, un afán de precisión, atención al detalle, exactitud de tono y fraseo, algo que también le caracteriza como cantante. Estas son las claves de su éxito, pues han sido invitados en gran cantidad de Festivales y diversos países en programas de difusión de nuevos talentos. Cantoría suele interpretar la música de memoria y a veces la coreografían de forma improvisada, aportando aquí y allá bellos efectos visuales. La soprano Inés Alonso tiene un bellísimo instrumento, una capacidad de matizar, una naturalidad de expresión y un carisma que hubieran bastado para hacer interesante el concierto. Pero el bajo Valentín Miralles le da una respuesta impecable con un instrumento rico en color, sólido y con una exigencia rara en la precisión y el colorido de las palabras. También cabe destacar el cuidado de la pronunciación histórica de las lenguas cantadas, fruto de la propia investigación del grupo, ya que hay pocos estudios publicados sobre este tema. El contratenor Oriol Guimerà se hizo cargo del contralto con brío y profesionalidad, pero su instrumento no es ideal para su parte ni posee la sofisticación vocal de sus compañeros. Cantoría suele cantar “a capella” pero es más que probable que estas canciones se cantaran acompañadas de instrumentos como ha sido hoy el caso, con la magnífica y prometedora viola de gamba de Marc de la Linde, la vihuela acompasada de Pablo Fitz Geraldi y el solvente órgano positivo de Joan Seguí. Cantoría está preparando la grabación de las once Ensaladas conservadas. Larga vida a este grupo, pues esta música merece realmente su contribución. Festival Jordi Savall   Opera World