Norma en la Ópera de Los Ángeles

Norma en la Ópera de Los Ángeles
Norma en la Ópera de Los Ángeles. Foto: Ken Howard / Los Ángeles Opera

Ausente desde la temporada 1996 cuando los papeles principales fueron interpretados por Jane Eaglan y José Cura, bajo la conducción musical de Placido Domingo, Norma hizo su reingreso al repertorio de la Ópera de Los Ángeles con el montaje del diseñador Neil Patel y la dirección escénica de Anne Bogart, proveniente de la Ópera Nacional de Washington donde fue estrenada en el 2013. Dicha producción no cumplió su cometido ya que fue difícil establecer una relación entre lo que se vio en escena con la trama, y por su rigidez, precariedad y atemporalidad, a la que tampoco ayudaron los vestuarios. Un enorme muro y columnas de un lado del escenario, una innecesaria inclinación hacia el fondo y otro muro del otro lado, limitaron considerablemente el espacio restringiendo los movimientos del coro y  de los artistas. La actuación de los cantantes fue prácticamente inexistente, y Norma fue ubicada gran parte de la función dentro de un círculo en el centro de la escena con una estática e inmovilidad que llegó a ser exaspérate por momentos. Además, el director, que parecía conocer poco el libreto, quiso dar su propio recuento de la obra en diversas escenas como en el  confuso final en el que Norma parecía dirigirse hacia un destierro en ver de ir hacia la pira.

Norma en la Ópera de Los Ángeles. Foto: Ken Howard / Los Ángeles Opera
Norma en la Ópera de Los Ángeles. Foto: Ken Howard / Los Ángeles Opera

Afortunadamente la parte musical compensó las carencias de la escena con un buen elenco de cantantes estadounidenses encabezado por Angela Meade soprano que goza ya de una prolífica carrera y que en el papel de Norma mostró su amplia y refinada voz, de buena proyección que no pierde la elasticidad ni el color, cincelando con intención cada una de sus frases; y aunque se escucharon algunos tintes de aspereza en su ejecución “Casta Diva” y su actuación requiere de mayor desenvolvimiento escénico, su desempeño general fue notable. Pocos tenores hay en la actualidad que poseen las cualidades de Russell Thomas, quien sorprendió y cautivo con el color y la amplitud de su instrumento vocal como Pollione. Su canto en ocasiones se alejaba de esa sutileza belcantista que requiere el papel, acercándose más al verismo, y su actuación un poco desmesurada, pero sin lugar a dudas es un artista a quien no se le debe perder de vista. La mezzosoprano Jamie Barton cantó el personaje de Adalgisa con elegante fraseo y voz reluciente. Por su parte el bajo Morris Robinson fue potente y profundo en su canto, pero impasible como Oroveso. Correctos estuvieron Rafael Moras como Flavio y Lacey Jo Benter como Clotilde, en sus breves intervenciones. De igual manera el Coro cumplió aportando seguridad y uniformidad cuando fue requerido. Cumpliendo ya diez años como director musical en este teatro, el experimentado James Conlon concertó con fluidez, buena dinámica y mano segura. Sin duda un acierto del teatro el haber mantenido tantos años a este maestro quien ha impreso ya su sello en la orquesta.

Ramón Jacques