Nuno Coelho debuta con la OBC

Nuno Coelho debuta con la OBC Por Robert Benito

En el tercer programa de esta temporada de la Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de Catalunya (OBC) ha debutado el joven director portugués Nuno Coelho al frente de la misma con un éxito notable y un programa exigente con una prestación orquestal notable.

Nuno Coelho al frente de la OBC en el Audiri de Barcelona. Nuno Coelho debuta con la OBC

Tras llevarse el primer premio del concurso de dirección de Cadaques en 2017 la carrera de este treintañero director luso está en ascenso debutando con primeras orquestas tan a nivel europeo, como americano u oriental en estos últimos años sabiendo repartir su dedicación entre la música sinfónica y la ópera.

Dentro de la programación 2020-21 de la OBC centrada en obras de nueva creación, recuperación y reivindicación del patrimonio histórico en este programa se ha prescindido de estos ejes para centrarse en dos clásicos situados en el s.XIX centroeuropeos.

Si en 1808 Beethoven estrenaba en un maratoniano concierto de cuatro horas su sexta sinfonía habría que esperar al último año del siglo, 1899, para que el vienés Schönberg compusiera su éxitosa obra Verklärte Nacht (Noche Transfigurada).

El concierto, que no tuvo pausas y siguió “casi” todas las recomendaciones sanitarias a nivel de prevención Covid, comenzó con está última partitura citada para seguir con la sinfonía en un programa que podríamos defirnir dedicado a la música descriptiva en dos compositores mayormente dedicados a defender la música pura en sus obras.

En el ambiente musical de fin de siglo vienés existía la tensión entre los que defendían que la música habría de seguir la estela de la música pura de Brahms o los que por el contrario preferían que la inspiración se apoyara en el carácter dramático-descriptivo de Wagner. Schönberg en sus primeras obras es más partidario de la primera corriente, sin embargo, tras descubrir la obra «Weib und Welt» (Mujer y mundo), un volumen de poesía del modernista Richard Dehmel, se inspira en uno de sus poemas que intitula la partitura de la que hablamos para volcarse en la segunda corriente filowagneriana citada.

Aunque originalmente creada por Schönberg para una formación de sexteto de cuerda y posteriormente revisada en una versión de trio con piano, la versión más interpretada es la que realizo el mismo compositor para orquesta de cuerda que es la que se pudo escuchar dirigida por Coelho con miembros de la OBC destacanado la participación como solista invitada de la sección de cuerda a una magnífica Anna Puig viola, que junto con el concertino de la orquesta, Kostadin Bogdanoski, y los solistas de segundos violines y celos, Alexandra Presaizen y Jose Mor destacando en sus diáologos de solistas a modo de concertini que representaron esa pareja paseando en la noche en medio del bosque representado por el ripieno de la orquesta de cuerda. Coelho supo sacar de estos músicos todo el lirismo de la partitura en cada una de las cinco secciones de la obra tensionando ese principio de atonalidad que desenvocaría en el dodecafonismo posterior. La segunda obra fue una versión alegre e intensa de, nuevamente, una sinfonía de Beethoven, en el que el Auditori se dejó llevar por lo comercial en su programación en vez de bucear en el extenso catálogo beethoveniano para celebrar su aniversario.

Lo único positivo de escuchar nuevamente este canto idílico a la descripción de una naturaleza cuasi bucólica fue algunos matices acertados por parte del director en tempo y dinámicas, así como las libertades de algunos solistas como el primer flauta Francisco López que con un sónido redondo y un volumen generoso nos permitió escuchar frases normalmente ocultadas en el maremágnum orquestal. Por el contrario la prestación de la primera oboe y primer trompa de este concierto no alcanzaron el notable nivel del resto de solistas y orquesta. En definitiva un concierto agradable de calidad notable y con un buen debut desde el podio que nos ha dejado ganas de ver en otras ocasiones a este director de la vecina Portugal en carrera ascendente.

Hasta aquí los comentarios musicales, pero sería poco correcto dejar pasar dos detalles que alguna gente en la entrada y salida del concierto intercambiaba entre pasillos. El primero de ellos la contradicción flagrante entre las exigencias, más que justificadas dentro de la responsabilidad en la situación actual de que todo el mundo lleve mascarillas durante el concierto mientras que los músicos de la orquesta (excepto los de la familia del viento que es comprensible) no la llevasen en el mismo, salvo cuatro miembros de la familia de cuerda, entre ellos el concertino y el timbalero. No entramos aquí en lo que permita o no permita el PROSICAT (agencia sanitaria catalana) sino en que si el público que guarda la distancia de seguridad, y en muchos casos de este concierto, mucha más distancia que los músicos ante la poca asistencia al mismo, los músicos caen en esta contradicción poco solidaria con los oyentes y casi temeraria entre ellos al estar desprotegidos para contagiarse y contagiar en una sala llena de una población de riesgo. Y más cuando los miembros del resto de las orquestas del país son absolutamente rigurosos, respetuosos y solidarios con el uso de las mascarillas en los conciertos como el que firma ha podido ver en su seguimiento profesional desde el inicio de temporada con orquestas como la del Liceu, del Vallés, Camera Musicae, etc,…

El otro aspecto que se comentó por parte de algunas personas adultas en la entrada fue la extrañeza de la nueva gestora o directora económica de eliminar en esta temporada la categoría o asientos más baratos de este auditorio en una situación de precariedad económica generalizada pasando a ser la tarifa más barata 25 euros desapareciendo la asequible y exitosa de 11. Y no hablamos aquí de gente joven o estudiantes de música que tienen sus descuentos sino de melómanos de más de 35 años cuya situación económica no se pueden permitir cada semana gastar 25€ privándoseles de la cultura que en las presentaciones de temporada tanto se pregona. Se necesitaría una reflexión ya que precisamente un Auditori de financiación “pública” con un cuarto de aforo (y no por las restricciones del 50 %) no se puede permitir estas decisiones que lo único que hacen es excluir a gente de la cultura y de la música (véase tarifas en otros auditorios públicos de España y del extranjero como orientación).