Olga Peretyatko, una voz rusa para Rossini

Olga Peretyatko, una voz rusa para Rossini
Olga Peretyatko, una voz rusa para Rossini

La música de Rossini llegó a constituir un verdadero revulsivo en la ópera del siglo XIX abriendo unos nuevos caminos, tanto por la delicada belleza de sus melodías, como por los efectos tan importantes que consigue a lo largo de toda su producción, dotando de un concepto mucho más humano a sus creaciones, recreando con verdadera maestría a sus personajes. Si es bien cierto que es Mozart el que abre el paso a un nuevo concepto de la ópera que se ve plasmado en muchas de sus obras pero sobre todo en la inigualable Bodas de Fígaro, e incluso en la disparatada historia que se cuenta en Così fan tutte. Sin que olvidemos la síntesis maravillosa que consigue en su Don Giovanni, donde el personaje mítico alcanza una naturalidad y un realismo sorprendentes.

En parte sigue Rossini ese camino. Y aquí tenemos que señalar que se ha incidido mucho en el concepto bufo de un Rossini formidablemente representado en El Barbero o en la deliciosa Italiana en Argel o la no menos grata Turco en Italia. Pero parece que somos muy dados a simplificar las cosas y es bien cierto que el gran compositor italiano, que desató una verdadera locura en toda Europa, a la que no fue ajena España tiene una producción de gran ópera seria que legítimamente debe alcanzar el mismo rango, si no superior, al de sus grandes y populares creaciones bufas.

Y en el CD que comentamos, que lleva el sello de Sony Music, se consigue de forma admirable conjugar las dos grandes tendencias, las dos grandes vías por las que discurre la creación de Rossini.

El importante acontecimiento, el milagro de la síntesis se lo debemos a la gentil soprano rusa Olga Peretyatko y a ese gran especialista en Rossini que es el director Alberto Zedda que tiene un especial tacto para conseguir que grandes y jóvenes voces nos traigan, en toda su pureza, el legado rossiniano. Al escribir sobre síntesis nos estamos refiriendo a ese hermanamiento entre lo cómico, lo bufo y lo serio, en la creación del autor de Pésaro. El singular reto lo acepta la soprano rusa con una versatilidad, con una elegancia en la recreación de papeles y personajes tan distintos y, muchas veces, tan distantes entre sí, ofreciendo un amplio abanico de las posibilidades que para una gran cantante, brinda el genio creador del compositor italiano.

La grabación roza la perfección. La voz de Peretyatko es hermosísima, de un timbre diáfano, nítido. Una voz hermosísima que ella sabe utilizar con gran sabiduría, con una pureza en la emisión, con una acabada técnica de respiración, con una musicalidad que no se pierde nunca, y que alcanza una extraordinaria dimensión en las agilidades que exige la obra de Rossini. No solamente supera el reto sino que recrea de forma admirable el mundo sonoro del autor. Desde las primeras intervenciones se advierte las excepcionales cualidades canoras de la cantante. Con dos referencias muy diferentes, pero igualmente felizmente conseguidas, de un título como El viaje a Reims, donde las dificultades técnicas que plantean las dos arias son resueltas con solvencia por la intérprete. Vuelve a estar muy brillante en Matilde y canta con un gusto excepcional el fragmento “Di mia vita…” de Tancredi. En la misma línea de brillantez y autenticidad se inscribe el hermoso fragmento de Semiramide donde la vigorosa aportación coral dota de un enorme empaque al emotivo momento que describe. Su cavatina del Barbero bien puede considerarse antológica, como lo es el muy conseguido final que nos sitúa en una de las obras muy apreciadas del Rossini más cercano, el de El turo en Italia.

En todos y cada uno de los momentos la joven y espléndida cantante rusa derrocha facultades, técnica depurada y , sobre todo, el buen gusto, la exquisitez, el compromiso para ofrecer lo mejor del autor. El registro agudo es brillantísimo, no perdiendo nunca la musicalidad en los sobreagudos. La voz media es de timbre acariciador, en una palabra, la Peretyatko es un ejemplo de lo que debe ser una soprano rossiniana. Tiene la colaboración inapreciable de un gran director, un excelente músico como es Alberto Zedda, siempre afortunado intérprete del mejor Rossini.

José Antonio Lacárcel