Unos días antes de asistir a esta función mantenía una conversación sobre cómo había evolucionado la ópera hacia formas distintas según ha pasado el tiempo; la ruptura de la melodía ha convertido la música actual en algo muy difícil de escuchar «per se» pero su ganancia de expresividad ha encontrado en la manifestación escénica su vehículo natural de representación. La ópera de la finlandesa Kaija Saariaho es un epítome de esta sensación, gracias a la representación, el onirismo hipnótico de la compositora se realza hasta alcanzar unas cotas inalcanzables con la simple escucha.
Las dos partes en las que se divide (Always Strong y Feather Mantle) son características y manifiestan una evolución musical, un juego de dicotomías que va de lo oscuro a lo brillante, de lo demoníaco a los espiritual; la puesta en escena de Sellars y Julie Merehtu muestran estos contrastes de una manera absolutamente minimalista, con un tapiz inmenso que puede subir y bajar, con las transparencias que se producen a través de él y con un juego de luces y sombras que subrayan el carácter de cada composición. Lo mismo sucede con el manejo de lo cinético, en lo que Sellars es un auténtico maestro, cada movimiento, cada figura, casi cada cambio en el rictus de los personajes viene a resaltar la música que estamos escuchando. Un prodigio que subyuga por su aparente sencillez pero que consigue transmitir una sensación cada vez mayor de paz según avanza la composición musical.
En la escena solo dos o tres personajes según cada parte, por un lado las voces de Philippe Jaroussky, un contratenor, y Davone Tines, un barítono; la voz del contratenor se mueve con gracilidad y sensibilidad y con un absoluto control de lo cantado, en perfecta afinación y armonía y con una belleza difícil de contrastar; a su lado, el barítono muestra una voz maleable, firme y noble, perfecta para encarar la contraposición y, sobre todo, con una fácilidad expresiva y actoral para mostrar las indicaciones de Sellars.
En el foso, Ernest Martínez-Izquierdo (que sustituía a Ivor Bolton) consigue un perfecto fluir de unos instrumentistas que son cada uno de ellos un virtuosista por sí mismo d; fabuloso el trabajo del cuarteto de cuerda Meta 4 Quartet , simplemente alucinantes las prestaciones de Eija Kankaanranta en su uso del Kantele, las cuatro voces del Theatre of voices son un verdadero lujo, capaces de susurrar, murmurar e incluso cantar! en perfecto empaste a pesar de la dificultad del cometido ( sin olvidarse de mover sus brazos al ritmo que les proponga Sellars); no hay lugar al error, cada uno de los integrantes del foso son solistas, y lo ejecutaron a la perfección.
Una noche de esas que no se olvidan, pero por diferentes motivos a los habituales; el onirismo hipnótico de la propuesta musical escénica de Saariaho-Sellars consiguió sobreponer cualquier duda, los aplausos finales así lo atestiguaron.
Mariano Hortal