La Temporada 2017 del Ciclo musical del Mozarteum Argentino comenzó el pasado lunes 24 de abril con un concierto brindado en el Teatro Colón por la Orquesta de Cámara de Munich.
El programa se abrió con la Sinfonía Nº33 K. 319 de Mozart, obra muy sutil, mesurada compuesta en 1779 en Salzburgo. La versión de la Orquesta de Cámara de Munich nos resultó correcta, un tanto contenida, lo cual hizo que la expresividad profunda de la sinfonía realmente no se pudiera destacar a fondo. Sabemos que Mozart nunca es un compositor sencillo de interpretar y, en un teatro de las dimensiones del Colón, el volumen y la propia apreciación por parte de la orquesta del alcance y la proyección del sonido, puede haber influído tal vez en la excesiva rigidez comunicativa del sonido orquestal.
Esa percepción que tuvimos en la primera obra se disolvió completamente con la presencia de la solista en violín, Veronika Eberle, para interpretar junto a la formación muniquesa el concierto Nº4 K. 218, también del maestro de Salzburgo. La joven violinista alemana le imprimió a la obra (y arrastró a la orquesta) una frescura y una solvencia muy destacables. Desde su actitud corporal hasta su personalidad firme, segura pero no divista, llevó a generar cada vez más interés en la audiencia y establecer una comunicación cálida, sin acartonamientos pero musicalmente de muy alto nivel. El público detectó de inmediato el cambio y premió con efusivos aplausos su interpretación. Un bis de Kreisler recompensó el afecto de la audiencia.
Luego del intervalo, saltamos a otro mundo musical con Hirta Rounds del compositor británico David Fennessy. La obra, comisionada y estrenada en 2015 por la orquesta que brindaba el concierto, tiene un sugestivo punto de inspiración en una visión árida, solitaria y triste a partir de un hecho real sucedido en una remota isla escocesa en los años 30 del siglo XX. El estilo de composición de Fennessy (no sólo en esta obra que reseñamos), repetitivo, obsesivo pero con pocas ideas nos hizo sentir que lo más creativo fue el punto de partida anecdótico de la obra más que la obra misma.
Max Reger y su Andante lírico para cuerdas, fue la bella obra que tuvimos el gusto de apreciar en una muy meritoria interpretación de la Orquesta de Cámara de Munich que a esta altura del concierto ya se mostraba en un alto punto de musicalidad.
El final del programa fue dedicado nuevamente a un compositor del clasicismo, Franz Joseph Haydn y su Sinfonía llamada “Los adioses”, una interesantísima obra de 1772 cuya influencia en Mozart y Beethoven resulta notoria. Fue servida con garra, fuerza pero al mismo tiempo con buen gusto y fraseo expresivo.
El cierre de un concierto que nos mostró una amplia variedad de facetas estilísticas y de repertorio de este grupo instrumental alemán, nos dejó la sensación de que un estupendo nuevo año pleno de música ha comenzado para los melómanos que disfrutarán de esta nueva temporada del Mozarteum Argentino que en este 2017 está cumpliendo 65 años en servir al Arte.
María Laura Del Pozzo