Estas representaciones de Otello parecen haber nacido – como dice el propio protagonista de la ópera – sotto maligna stella. Efectivamente, las cancelaciones y sustituciones se han sucedido y eso siempre es un problema, mucho más en Otello, obra en la que la cancelación del protagonista es una auténtica tragedia. Admitiendo los atenuantes que se pueden aplicar a estos hechos fuera del control de la organización, tengo que decir que la representación que nos ocupa, perteneciente al segundo de los repartos, ha sido la peor que me ha tocado vivir en el Liceu a lo largo de los años que vengo visitándolo regularmente. No ha sido un espectáculo digno de un teatro de ópera de importancia. Espero que la dirección del teatro sea capaz de sacar conclusiones y evitar que este bochorno se repita.
La producción escénica lleva la firma de Andreas Kriegenburg, procedente de la Deutsche Oper de Berlín, donde se estrenó en Noviembre de 2013. La verdad es que el trabajo de Kriegenburg más que rompedor es simplemente malo y aburrido. Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, Kriegenbur sitúa la acción en tiempos actuales en un campo de refugiados, que ocupan toda una serie de camastros situados de arriba abajo en el fondo del escenario .La citada escenografía (Harald Thor) es única para toda la ópera, cambiando exclusivamente en el último acto y en el final del primero, que consiste en una gran lecho, que se sitúa en corbata delante de un telón. El vestuario (Andrea Schraad) resulta adecuado para la idea de Kriegenburg y bastante ramplón. Poco interés ofrece también la iluminación de Stefan Bolliger .
La verdad es que la idea del regista ofrece muy poco interés, resultando la producción aburrida y monótona, siendo particularmente criticable la dirección de escena en el último acto, que más parece adecuado para una ópera bufa. Algo parecido se puede decir de la escena de la llegada del embajador de Venecia, muy mal resuelta en la producción. En resumen, simplemente aburrida.
La dirección musical estuvo encomendada a Philippe Auguin, cuya lectura me resultó un tanto irregular. Comprendo que no puede ser fácil dirigir una ópera teniendo delante de los ojos de uno lo que ocurre en esta producción y más todavía si los cantantes no dan la talla de calidad mínima. No fue una lectura muy brillante, aunque sí profesional y adecuada ,aunque la escena de la tempestad me pareció claramente corta de fuerza y tensión y la antes mencionada escena de la llegada de Ludovico tuvo excesivos problemas de coordinación, resultando pobre musicalmente, tanto como la escena propiamente dicha. La prestación de la Orquesta Sinfónica del Liceu estuvo bien, sin mayor brillantez. En cuanto al Coro del Liceu, tengo que decir que sus actuaciones dejan mucho que desear. Este coro ha pasado de ser el mejor de España a convertirse en uno anodino y sin interés. Un teatro de opera no puede aspirar a la excelencia, si no cuenta con estupendas fuerzas estables. Y ahí radica uno de los grandes problemas del Liceu.
La cancelación de Aleksandar Antonenko como Otello trajo consigo una serie de cambios, que han tenido como consecuencia que en esta representación la parte del protagonista haya estado encomendada al tenor americano Marc Heller, cuya actuación ha sido simplemente lamentable. Ya había cantado en Oveido hace unos años la parte de Calaf y las críticas fueron muy negativas. No les faltaba razón. No tiene graves, el centro es engolado y se queda atrás, y sus agudos parecen emitidos por alguien a quien estuvieran degollando. Simplemente, un desastre.
También hubo cancelación en la parte de Desdémona, lo que trajo consigo que entrara en el segundo reparto la soprano mejicana Maria Katzarava. En el pobre reparto ofrecido, la mejicana destacaba claramente, no tanto por sus méritos sino por los defectos de sus colegas. Maria Katzarava tiene una voz adecuada para el personaje, como ya lo demostró hace algo más de un mes en Il Duca d’Alba en Oviedo. Su mayor problema radica en la dificultad que tiene para apianar, lo que hizo que la Canción del Sauce y el Ave María no estuvieran a la altura esperada.
Ivan Inverardi fue un Iago de muy escaso interés, con una voz de cierta amplitud, que se queda siempre en el escenario. Ni vocal ni escénicamente resultó convincente en un personaje tan sinuoso como Iago.
El tenor Alexei Dolgov tampoco consiguió convencer en la parte de Cassio. No hace falta en mi opinión ir hasta Rusia para encontrar un buen Cassio, cuando un habitual en el Liceu como Francisco Vas ha demostrado su calidad tantas veces, incluso en el mismo personaje. Baste recordar su interpretación en Peralada el verano pasado.
El bajo Ronman Ialcic fue un Ludovico con la voz totalmente atrás, corto de autoridad por todos partes.. Lo hizo bien Vincenç Esteve Madrid como Roderigo. Olesya Petrova fue una sonora Emilia. Adecuado, Damián del Castillo como Montano.
El Liceu estaba casi lleno y el público mostró poco entusiasmo. Las mayores ovaciones fueron para Maria Katzarava, mientras que Marc Heller e Ivan Inverardi fueron recibidos con aplausos y abucheos.
La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 2 horas y 38 minutos, incluyendo un intermedio. Duración musical de 2 horas y 14 minutos. Seis minutos de aplausos.
El precio de la entrada más cara era de 187 euros, habiendo butacas de platea al precio de 99 euros. La entrada más barata con visibilidad costaba 34 euros.
José M. Irurzun
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