‘Pan y Toros’ en el Teatro de la Zarzuela: logrado homenaje que sabe a poco

‘Pan y Toros’ Teatro Zarzuela Por José Antonio Lacárcel

Se cumplen los doscientos años del nacimiento de uno de los más grandes y señeros músicos españoles. Figura excepcional del siglo XIX, el madrileño Francisco Asenjo Barbieri es un espejo en el que bien pueden contemplarse diversas generaciones de músicos. Figura muy querida por los verdaderos amantes de la zarzuela, bastante ignorada por muchos que se las dan de eruditos y desconocen la importancia de un hombre polifacético, de vastísima cultura, de gran formación musical y que abarcó varios campos como la composición –donde  brilló a gran altura–, la dirección orquestal, la dirección coral, la investigación musicológica –con el importante hallazgo del Cancionero de Palacio o Cancionero Barbieri–, la fundación de la Sociedad de Conciertos de cuya orquesta fue afortunado director, excelente polígrafo, crítico y tratadista musical. Una figura irrepetible y que creo debe ser bien honrada y homenajeada en este bicentenario tan importante para la historia de nuestra música. ‘Pan y Toros’ Teatro Zarzuela

El Teatro de la Zarzuela se ha sumado a este homenaje con una de sus obras más completas y logradas: Pan y Toros, con libreto de José Picón y en una formidable edición a cargo de Emilio Casares y Xavier de Paz. Justo tributo y homenaje de admiración al gran maestro madrileño, si bien me gustaría insistir en que programar este año una sola de las obras de Barbieri me parece poco. Es una opinión absolutamente personal y por tanto susceptible de contestación. No hubiera estado mal programar también Jugar con fuego y Los diamantes de la corona. Pero teniendo en cuenta que en la pasada temporada disfrutamos de un buen Barberillo, casi empezar ésta con Pan y Toros está bastante bien.

Un momento de "Pan y toros" / Foto: © Elena Del Real
Un momento de «Pan y toros» / Foto: © Elena Del Real

Ya lo he escrito antes. Pan y Toros es un gran ejemplo del género grande de la zarzuela: música brillantísima, sin concesiones, con una pureza, una densidad y una autenticidad difícilmente superables y que la han hecho pervivir a lo largo de los años. Siguiendo algo que muchas veces se da en las creaciones de Barbieri hay una interesante dicotomía entre lo que puede considerarse música de influencia europea, más concretamente italiana, y música netamente popular, con un casticismo auténtico, tan lejos de otros tratamientos que se han dado al género y que,  algunas veces, han contribuido decisivamente a su decadencia. Aquí podemos advertir una sabia combinación entre las dos formas de entender la música, el perfecto maridaje entre una música abiertamente popular, llena de gracia, de frescura y de verdad, alternando en pie de igualdad con esa otra música aparentemente más elaborada, más refinada, con referencias a lo que musicalmente se está creando y está triunfando en Europa. ‘Pan y Toros’ Teatro Zarzuela

Podríamos poner una enorme cantidad de ejemplos. Las primeras escenas de la representación con la intervención de los tres ciegos, la presencia más colorista de las vendedoras y, sobre todo, la maravillosa aportación popular de la seguidilla y el zapateado, que no es sino la presencia de la manolería, de los castizos de la villa y corte, plasmación insuperable de lo popular con toda la fuerza y con toda la intensidad de una música que parece nacer del pueblo pero que queda tamizada por la exquisita alquimia compositiva del autor. O la presentación de los tres toreros –Pepe Hillo, Costillares y Pedro Romero–, tan anecdótica pero de tan fragante música. O la elección amañada de Romero con la intervención del abate Ciruela, o el Perulillo cantado por los toreros, sin olvidar la presencia del santero con su tema monódico y la intervención de las mujeres que completa el cuadro de manera magistral. ‘Pan y Toros’ Teatro Zarzuela

Frente a estas espléndidas muestras de música netamente, puramente popular, en toda su grandeza, hay que contraponer la música que rodea a las personas de calidad. El hermoso dúo de Pepita y el capitán Peñaranda, la hermosísima contradanza –admirable juego de Barbieri para situarnos en el escenario cortesano, de alta sociedad, en clara oposición al desgarro de las clases populares–, los motivos religiosos –tratados también de forma magistral por el compositor– o uno de los momentos más líricamente hermosos como es el casi dúo “Este santo escapulario”, clave para el desarrollo argumental de la obra.

Coro y figurantes / Foto: © Elena Del Real
Coro y figurantes / Foto: © Elena Del Real

Tanto en lo argumental como en lo musical llama la atención el entremezclado de personajes reales y de ficción. Así son absolutamente históricos Goya, Pepita Tudó, Jovellanos, los tres toreros e incluso las continuas alusiones a Godoy y Carlos IV. Claro que el personaje de Pepita poco tiene que ver con el real, ya que fue una mujer discreta que nunca intervino en las intrigas palaciegas ni en la política. Aquí, por el contrario, es un personaje que podemos clasificar entre los “malos” de la obra, frente a los “buenos” como Goya, la Princesa de Luzán, Jovellanos o el capitán Peñaranda. Y aún tenemos que precisar que algunos de los personajes ficticios pueden tener su inspiración en otros más o menos reales. Tal es el caso de la Princesa, de la Duquesa, del General, el Capitán y también el del abate Ciruela. Pero sea como fuere Pan y Toros se presenta como un cuadro histórico y costumbrista que tiene una brillantísima música, siendo una de las grandes obras de repertorio, una de las bases del gran resurgir de la zarzuela decimonónica que tiene en el compositor madrileño a su gran exponente.

Para volver a representar esta gran obra, el Teatro de la Zarzuela ha encomendado la dirección escénica a Juan Echanove, y sinceramente pienso que ha sido un acierto. Con una idea muy personal de cómo desarrollar todo el argumento, de con qué medios contar esta compleja historia, el también actor se ha querido centrar en la siempre controvertida y atormentada figura de Goya. Y ha querido subrayar lo que tiene de significativo el título “Pan y toros”, como una españolización del pan y circo de los romanos. Una plaza de toros que va girando y adquiriendo diversos protagonismos, diseñada al igual que el vestuario por Ana Garay, señala la base y el fundamento de la representación, que Echanove sabe llevar con agilidad, de manera convincente y sin  alardes de actualización, consiguiendo un montaje que para nada distrae al espectador del núcleo narrativo.

El madrileño ha sabido cuidar los numerosos momentos musicales, ayudando a subrayar el artístico contenido de los mismos, y ha perfilado con habilidad, yo diría que con maestría, a los distintos personajes. Quizá alguien pueda pensar que en algunos momentos el montaje resulta un tanto tenebroso, pero es que el pensamiento de Goya –que después ha de plasmar en las geniales obras de la Quinta del Sordo– favorece y justifica ese especial cromatismo. Por otro lado, los momentos de danza coreografiados por Manuela Barrero, podrían tener, en mi opinión más garra, y sobrio en exceso resulta el sencillo vestuario de la ya mencionada Ana Garay. Dicho esto, por  lo demás, el planteamiento me ha parecido acertado y respetuoso con las ideas iniciales de los autores, y lo que prevalece es la pericia a la hora de resolver distintos planos como la frívola contradanza y la dura realidad que parecía iba a costarle la vida al capitán. Un éxito de Echanove premiado con una cerrada ovación del público a la hora de los saludos finales.

En primer término: Carol García (izquierda) y Yolanda Auyanet / Foto: © Elena Del Real
En primer término: Carol García (izquierda) y Yolanda Auyanet / Foto: © Elena Del Real

En el capítulo de la interpretación musical, en primer lugar debo mostrar mi satisfacción ante el buen trabajo realizado por el maestro Guillermo García Calvo al frente de una Orquesta de la Comunidad de Madrid que supo responder a la exigente tarea que le asigna el compositor. Muy bien subrayados todos los momentos orquestales, muy buen acompañamiento de los cantantes, creando ese clima envolvente que hace de la orquesta una gran protagonista en el desarrollo de la obra. García Calvo tuvo muy presente la importancia de resaltar los planos sonoros en que se puede descomponer la partitura, llevándolos a cabo con profesionalidad y, lo que para mí es mucho más importante, alcanzando toda la musicalidad que la obra requiere. Es evidente que García Calvo  ha entendido a la perfección lo que Barbieri plantea en su obra y ha conseguido plasmarlo con toda fidelidad. Una buena labor la suya en la línea a la que nos tiene acostumbrados. Respecto al Coro del Teatro de la Zarzuela, este ha respondido con toda solvencia en una, de nuevo, meritoria actuación, dada la importancia que el compositor le atribuye a lo largo de toda la obra, subrayando momentos espectaculares como la marcha o pasacalles de la manolía.  Un coro que siempre es una garantía en cuanto a calidad y profesionalidad.

Es muy amplio el reparto de esta gran zarzuela. No existen, como en otras, papeles excepcionalmente destacados, sino que prima la labor de conjunto. Aun así hay algunos personajes que tienen una gran relevancia canora. Por eso me parece muy de justicia destacar la bonita voz, el buen sentir teatral, el timbre tan musical y tan redondo que presenta la voz de Yolanda Auyanet. Espléndida cantante y excelente actriz. Sabe moverse muy bien por el escenario y dio vida a una Pepita Tudó que, en la ficción, es uno de los personajes más sólidos de toda la trama. En el primer dúo con Peñaranda estuvo muy afortunada y más aún en el que mantuvo con la Princesa. Voz de timbre, repito, muy musical, con un registro agudo muy pleno y siempre pendiente de ser fiel a una partitura que encaja muy bien con sus facultades. Carol García hizo una convincente Princesa, un personaje que queda un tanto oscurecido frente a la pujante figura de Pepita. Cantó con elegancia, con buen sentido musical. Me gustó muchísimo en el bello fragmento “Ese santo escapulario”, y tuvo siempre presente la acción dramática, dotando de verosimilitud a su personaje. Enrique Viana no tuvo su mejor noche en un papel que es un tanto poliédrico. Me pareció notar alguna dificultad a la hora de impostar la voz y el agudo se me antojó excesivo en el volumen. Opinión personal: estuvo mejor como actor que como cantante a pesar de su amplio currículum como tal.

Carol García, Gerardo Bullón y Borja Quiza / Foto: © Elena Del Real
Carol García, Gerardo Bullón y Borja Quiza / Foto: © Elena Del Real

La figura del capitán Peñaranda tiene un relativo protagonismo en la parte musical. Es importante pero no tanto como otros personajes en otras zarzuelas. Borja Quiza, a quien todos recordamos como el espléndido Lamparilla del año pasado, estuvo a buen nivel, cantando con gusto, emitiendo la voz con musicalidad y mostrando buenas cualidades en el escenario. Milagros Martín, convincente en su corto papel, así como Gerardo Bullón, que incorporó a Goya. Los tres toreros –Carlos Daza, Pablo Gálvez, y José Manuel Díaz– salieron más que airosos de sus cortos y casi anecdóticos papeles. Y cumplieron María Rodríguez, Pablo López, Alberto Frías, Lara Chaves, Sandro Cordero, Julen Alba, Juan Sousa y Javier Alonso. Pedro Mari Sánchez es actor no cantante pero se defendió en el papel de Corregidor, que cantó con oficio. Y César Sánchez acertó en su breve papel de Jovellanos.

Pan y Toros ha vuelto a sonar en el viejo coliseo de la calle Jovellanos. Y ha vuelto a gustar, ha vuelto a entusiasmar a un público que sabe responder a la excepcional calidad de una partitura que da un mentís rotundo a todos aquellos que abominan de un género tan importante y del que todo desconocen, como es nuestra zarzuela. En este caso zarzuela grande del eminente músico Francisco Asenjo Barbieri. ‘Pan y Toros’ Teatro Zarzuela

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Teatro de la Zarzuela, 6 de octubre de 2022. Pan y Toros, música de Francisco Asenjo Barbieri y libreto de José Picón. Guillermo García Calvo, dirección musical. Juan Echanove, dirección de escena. Escenografía y vestuario: Ana Garay. Diseño de iluminación: Juan Gómez Cornejo. Coreografía: Manuela Barrero. Videoescena: Álvaro Luna con la colaboración de Elvira Ruiz Zurita. Reparto: Yolanda Auyanet (Doña Pepita), Carol García (Princesa de Luzán), Borja Quiza (Capitán Peñaranda), Milagros Martín (La Tirana), Gerardo Bullón (Goya), María Rodríguez (Duquesa), Enrique Viana (Abate Ciruela), Pedro Mari Sánchez (Corregidor Quiñones), Carlos Daza (Pepe Hillo), Pablo Gálvez (Pedro Romero), José Manuel Díaz (Costillares), Pablo López (El General), Lara Chaves (Ciega), Sandro Cordero (Padre ciego), Alberto Frías (Santero), César Sánchez (Jovellanos). Julen Alba (niño ciego). Orquesta de la Comunidad de Madrid. Coro del Teatro de la Zarzuela.

‘Pan y Toros’ Teatro Zarzuela OW